Noche expectante en Avellaneda, Independiente recibía a Almirante Brown con el peligro de una suspensión en el aire a causa de una deuda del club local con sus empleados y con la certeza de que si el triunfo quedaba en casa, regresaría a compartir el tercer puesto de la tabla con Instituto.
Desde un comienzo, el Rojo se mostró superior pero carente de claridad para atacar al albinegro. En la visita, la fricción constante y la perdida fácil del balón se marcaban como su mayor tendencia.
En Insúa, el Rey De Copas encontraba la calma para encarar los ataques con inteligencia. Mientras que Mancuello y Pisano le imprimían la velocidad y explosión que empujaba con verticalidad al equipo. Justamente el volante surgido de las inferiores tuvo en sus pies la chance más clara rematando desde el área chica, previo a esto el ex Argentinos había advertido con un tiro libre.
Con el correr de los minutos, el pelotazo se volvió un abuso en los dirigidos por Omar De Felippe y así comenzó a mermar en su claridad. Enfrente poco podía hacer un equipo que exponía todas sus limitaciones y demostraba porque sufre un magro presente.
Cuando la primera etapa parecía diluirse sin poder marcar una diferencia, a los 41 minutos apareció Hernán Fredes quien tras quitarse un par de hombres de encima remató de manera impecable desde fuera del área para estampar el 1 a 0 en el peor momento del equipo y generando una mayor tranquilidad de cara al segundo tiempo.

El complemento la calma fue la carta de presentación. Al conjunto local se lo veía muy relajado con la diferencia mínima y a su rival extremadamente carente de conexión y juego.
Cuando corrían poco más de 20 minutos, el Rojo tuvo una buena jugada asociada, pero increíblemente Insúa se resbaló de cara al actor sin poder concretar la situación. A los pocos instantes, la Fragata no tendría piedad y tras un buen centro a los 26 minutos Tobías Figueroa marcaría el empate desde el área chica de Rodríguez.

A partir de allí, todo se volvió nerviosismo y vehemencia en Independiente, ya sin Pisano y Parra en cancha, con Menéndez y Penco siendo los puntas. Las llegadas aparecieron, inclusive Mancuello reventó el palo con un cabezazo, pero todas y cada una de ellas fueron malogradas por un equipo que no supo como superar a un contrincante que crecía en confianza.
Sobre el final apareció la expulsión de Marrone por doble amonestación y la locura proveniente desde las tribunas que braman por un equipo que no responde, que dejó pasar una nueva oportunidad y que sigue complicándose en su objetivo de volver a la máxima categoría. El Rojo no sale a flote y el ascenso parece cada vez más difícil.