La previa de un River – Boca, influye directamente en ambos equipos en el encuentro previo al Súper-clásico. A veces, de manera positiva, y otras de forma negativa. La de hoy, para Boca, puede encasillarse cómodamente en el primer término. Ante un inexpresivo rival, el equipo de Carlos Bianchi supo mostrar el caudal de juego que demuestra en La Bombonera desde el encuentro ante Vélez, por la sexta fecha.

El Xeneize comenzó a demostrar superioridad desde el primer minuto. Sorpresivamente, Quilmes salió con una disposición táctica que, al menos en la previa, aparentaba ser combativa en el centro del campo, pero que terminó siendo liberal. Gago y Riquelme, ejes futbolísticos de este Boca, jugaron con total libertad a lo largo y ancho de la cancha, pese a la presencia de jugadores un tanto más combativos como Braña, Garnier o Pérez Godoy.

El dominio boquense en el trámite del encuentro no desembarcaba en jugadas peligrosas para el arco defendido por Sebastián Peratta. Sólo una media vuelta de Gigliotti, que sacó un potente remate bien atajado por el arquero ex Newell’s, puede contarse como una aproximación certera del local previo a la apertura del marcador.

A los 32 minutos de la primera etapa, la libertad de juego que se le presentaba a Boca se notó en exceso cuando Pablo Ledesma, en solitario, tomó el balón en mitad de cancha y abrió hacia el sector izquierdo para la subida de Sánchez Miño. El volante trasladó el balón algunos metros y descargó en Riquelme, quien esperaba en solitario desde el sector de enganche. El 10, frotó la lámpara y habilitó magistralmente a Gigliotti, que definió de puntín, y concretó el 1-0.

Los casi 15 minutos restantes del primer tiempo, demostraron la superioridad de un Boca que pudo irse al descanso con una ventaja aún más amplia.

A la vuelta del entretiempo, con el ingreso de Hipperdinger por Morales, Quilmes mostró su mejor cara. Fueron 10 minutos, en los que logró combatirle el centro del campo y llegar con peligro a la meta de Agustín Orión. Sin embargo, cuando mejor estaba el Cervecero, su entrenador decidió un nuevo cambio táctico e hizo ingresar a Arnaldo González (mediocampista) en lugar de Fernando Telechea (delantero).

Tras la variante, Boca volvió a tomar el control del juego, y entretuvo la pelota en su campo durante un tiempo largo. Además, supo aprovechar los espacios que Quilmes dejaba por ir hacia adelante, sólo por inercia. De esa manera, tanto Gigliotti como Sánchez Miño y hasta el propio Juan Manuel Martínez, tuvieron chances claras de gol para sentenciar la historia.

El tanto que terminó de liquidar el encuentro, llegó tras un contraataque que encontró a Sánchez Miño libre por el sector izquierdo. El mediocampista fue hasta el fondo y envió un preciso centro para que Emanuel Gigliotti consiguiera su primer doblete desde que es jugador de Boca. Con un certero cabezazo, dejó sin chances a Peratta y terminó con las esperanzas de todo Quilmes.

Los minutos que separaban al encuentro de su final, sirvieron para dos cosas: la primera, para que Juan Román Riquelme consiga su merecida ovación luego de ser sustituido en el minuto 87. La segunda, para que Boca se floree y tome confianza en relación al juego. El toqueteo entre Gago, Ledesma, Sánchez Miño y compañía, terminó siendo un lujo para una Bombonera que a esa altura, sólo pensaba en River.  A Quilmes, por su parte, le urge mejorar, pensando en Newell’s y en la tabla de los promedios, que cada vez acecha más.