Todo comenzó con la asunción de Carlos Bilardo como entrenador del conjunto nacional. Las expectativas estaban puestas en que el seleccionado albiceleste ganara la Copa América, al próximo año del fracaso de España 82. Argentina fue eliminada en el último partido de la primera ronda, luego de un penoso empate sin goles ante Brasil en el Maracaná.

Una serie de irregularidades en partidos amistosos pusieron en duda la continuidad de Bilardo en la selección, a tal punto que la Secretaría de Deportes solicitó su renuncia por medio del presidente de la AFA, Julio Grondona, quien tenazmente rechazó la petición como muestra de apoyo hacia el Doctor.

Durante finales de mayo y la primera quincena de junio, Argentina venía de ganar todos los partidos de las Eliminatorias: 3-2 y 3-0 a Venezuela, y por 3-1 y 1-0 a Colombia. Aún faltaban dos encuentros ante un viejo verdugo, Perú, quien 16 años atrás había dejado afuera del Mundial 1970 al seleccionado nacional con un sorprendente 2 a 2 en la Bombonera.

El conjunto albiceleste tuvo que enfrentar de visitante a Los Incas, que venían de golear por 4 a 1 a La Vinotinto ¿El resultado? 0-1 con gol de Juan Carlos Oblitas. Con esta derrota en Lima, Argentina debía disputar la revancha en el Monumental. Una derrota obligaría al equipo de Bilardo a jugar una repesca de dos rondas para clasificarse al Mundial.

La selección comenzó ganando, pero Perú revertió el marcador. 2-1 y al descanso, los fantasmas del 69 parecían estar presentes una vez más con esta derrota parcial. Durante el segundo tiempo, el nerviosismo inundaba cada vez más al seleccionado argentino.

Hasta que, una actuación magistral del Pato Fillol y un gol agónico de Ricardo Gareca, clasificaron a Argentina con igual resultado y ante el mismo rival que lo condenó hace una década y media atrás. Contra Perú y por 2 a 2. Así, el seleccionado de Carlos Bilardo llegó con lo justo y necesario a una nueva ilusión: México.