Lamentablemente un nuevo hecho de violencia azota al fútbol argentino. Esta vez ocurrió en Sarandí, cuando a los 30 minutos de la primera mitad el ‘Tiburón’ vencía 1-0 al ‘Viaducto’. Por problemas fuera de la cancha entre hinchas y policías, que luego se trasladaron al interior del estadio Julio Humberto Grondona, el juego terminó siendo suspendido.

Tras el cotejo, y luego de que se calmó el ambiente, el árbitro Ariel Penel dio su versión sobre lo ocurrido.“Me dijeron que no estaban las garantías para continuar el juego por desmanes fuera y dentro del estadio. El partido no correspondía seguirlo y tampoco pasaba por mi decisión. Con los jugadores decidimos pararlo porque ya la cosa no daba para más”, expresó la máxima autoridad del juego. Y prosiguió: “Cuando me acerqué al jefe del operativo, me comunicó que iban a ver si lo podían comunicar. A los 10 minutos se acercó y me dijo que no estaban las garantías para seguir con el partido”.

Cabe destacar que cuando ocurren estas cosas primero toman las decisiones las máximas autoridades del juego y después se les pregunta a los capitanes de los dos clubes. La respuesta, obvia: “En ningún momento los clubes se opusieron, se tomó una decisión lógica”. Por último, sobre la reprogramación del juego, sentenció: “Nosotros realizamos el informe necesario y luego evaluará el Tribunal de disciplina”.