La actuación de Boca Juniors ante Quilmes no fue la mejor y se pareció más al que perdió con Racing y empató con Banfield que al que venció a Rosario Central. Es que los dirigidos por Rodolfo Arruabarrena le ganaron con lo justo al peor equipo del campeonato.

Si bien fue superior, le costó trabajo doblegar a un equipo casi improvisado por Pablo Quatrocchi, quien a último momento se decidió por plantar un 4-4-2 y mostró un fútbol más que mezquino.

En el primer tiempo, los locales fueron superiores y merecieron irse al descanso en ventaja. Se notaron sus buenas intenciones y consiguieron triangulaciones combinadas con velocidad, pero dependían de Marín, Carrizo y Chávez, quienes fueron los puntos más altos, ya que Gago y Meli estaban imprecisos. Además, Quilmes por momentos se animaba a cuestionarle la iniciativa.

El gol llegó temprano en el complemento y el Cervecero sintió el golpe. Los jugadores se mostraban abatidos ante los pases que hilvanaban los hombres xeneizes, quienes parecían florearse en el partido, pero en eso se quedaron. No se aprovecharon de un rival que tambaleaba en el ring y que cuando se recuperó del mareo, empezó a empujar.

Boca no supo contener a un Quilmes que era más ímpetu que fútbol y que no se le caía una idea. De contra, el local tampoco amenazaba, solo retrocedía ante las ganas del Cervecero de empatar el partido. En la pelota parada, siempre cabezeaba un jugador visitante, pero el buen achique de los dirigidos por Arruabarrena en esas jugadas impidió que Orión esté en peligro real.

Boca ganó bien, pero no le sobró nada. Terminó acorralado en su arco y su triunfo, en gran parte, se justifica por la incapacidad de su rival, una incapacidad que no demuestra River, su próximo obstáculo.

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Sobre el autor
Federico Menteguiaga
Argentino | 18 años | Periodismo Deportivo en Deportea | Redactor de Boca Juniors y Tenis | Coordinador de Más Deportes y Vóley -vivir riendo y creando sonrisas-