Uno hace memoria de lo que fue aquel Gimnasia de los 31 puntos en el último Torneo Final 2014 y no puede entender el presente del conjunto que dirige Pedro Troglio. El Tripero revisa los números del Torneo Transición y encuentra a su Lobo en el fondo de la tabla, decimonoveno, con seis unidades sobre 21, afuera de la Copa Sudamericana y sin Copa Argentina.

Más alla de lo que puede ser un mal arranque en el torneo, más de un hincha Mens Sana debe pensar que está viviendo una pesadilla: va el sábado a las tres de la tarde, un domingo a las nueve al Estadio en que se siente visitante, un día laboral al clásico... Y su Lobo, este Lobo no le devuelve nada.

¿Cuales son las razones de la merma futbolística? Desde aquí algo percibimos.

Vamos de lleno a lo que se perdió el martes: la chance concreta de eliminar al archirrival de un certamen internacional, con la magnitud que le dio Pedro Troglio: "Si ganamos vale más que el ascenso", "nuestro objetivo es eliminar a Estudiantes". De 180 minutos, Gimnasia jugó 15´.

El partido de Ida en el Bosque pareció un equipo sin convicción. Cerró un empate en cero sin merecer más y fue por todo al choque de vuelta. ¿Se jugó todo verdaderamente?

Dos semanas más tarde de lo que fue un "buen resultado", el Lobo pareció haber llegado al Estadio Único para el segundo tiempo. Estudiantes impuso el ritmo de juego y marcó territorio de entrada (entendamos que no tiene a Messi, ni a Ribery, ni a Ronaldo) a diferencia del encuentro que había planteado de visitante cuando le cedío la pelota al Lobo en el primer tiempo y que solito se replegó en el segundo.

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Volvamos a 25 y 32. Al Lobo lo salvó Fernando Monetti, pero lo sorprendente es que no todas las situaciones de Estudiantes fueron por meritos propios. También ayudó la timidez de Gimnasia al momento de presionar, salir de contra y quizás conseguir el gol de visitante que le hubiese dado la clasificación. El planteo del equipo fue ultradefensivo, parecía que los penales eran la única manera de llegar a la gloria. Y esto tiene que ver con la situación que vive un acabado Pedro Troglio.

¿Donde quedó el equipo que atoraba en la mitad de la cancha y de contra hacía dos o tres goles?

El técnico parece no encontrar respuestas. Pero de ninguna manera se le puede caer a él, con todo lo que le dió al pueblo Tripero. Es el mayor orgullo de Gimnasia. Pedro representa en la última década una biografía de la institución, que comenzó en 2005 con la ilusión de campeonar y continuó después con la vuelta a Primera. El DT demostró más de una vez arreglarse con lo poco que tenía.

Le guste a quien le guste, Gimnasia volvió a resurgir con el sello del DT más grande después de Timoteo Griguol. Sin embargo, a veces se encierra en planteos como los del martes, confunde la carretera y define partidos decisivos.

La eliminación de la Copa Sudamericana no es culpa de Troglio. Él puede trasmitirle a sus jugadores la mejor manera de llevar un partido adelante, pero son once los jugadores que entran a la cancha. Él defendió a Monetti cuando se decía que no sabía atajar penales y por el Mono, el Lobo la sacó barata en el primer tiempo ¿Y el juego del equipo? ¿Qué les pasa a Nacho y Álvaro Fernández?

Gimnasia depende en ataque de lo que pueda aportar Lucas Licht, un capitán notable que a los 33 años corre como si tuviera 20 y se va expulsado por impotencia. Muchas veces superó la línea de Mendoza pero pocas encontró al solitario Veggetti.

Es momento de cambiar la manera. Es momento de fastidiarse al reconocer que a este Lobo le falta Franco Mussis. Por el simple hecho de que el Tanque pedía la pelota y transmitía la agresividad con un ataque vertical que hoy le falta al equipo. Pero no caigamos en lo recurrente.

Omar Pouso (impreciso, también) es el único que sabe si está cómodo con dos volantes por delante que no tienen un nada de confianza. Sería mejor que él tome la posta del mediocampo junto a alguno de los Fernández y el otro le deje su lugar a un delantero que aguante los pelotazos sin sentido de algunos compañeros.

El problema de Troglio es que son pocas las opciones para cambiar. El técnico contó en más de una oportunidad que cuenta con un plantel corto. El chico Nicolaievsky le cambió la cara al equipo en el segundo tiempo del clásico, pero no es cuestión de cargar con toda la responsabilidad a un juvenil categoría 1993.

Gimnasia tiene un plantel de Transición, y no es cuestión de quemar a los pibes porque el torneo lleve ese nombre. La Comisión Directiva encabezada por Daniel Onofri debe hacerse responsable de la situación que vive el plantel profesional, que hasta hacía dos meses iba a afrontar la triple competencia. Hoy apenas tiene un torneo por delante. Sí, el Torneo Transición. Troglio necesitaba una caricia, o al menos dos mimos. Uno o dos futbolistas de experiencia precisamente, que puedan acompañar a los chicos para hacer algo más decoroso de lo que hizo hasta el momento.

Al Lobo le jugó en contra el hecho de no haber sido superado por ningún rival (en el trámite) antes de afrontar la Sudamericana. Esta situación hizo subir la autoestima de un plantel sumamente limitado. Un plantel que en todo momento pensó que el rival de toda la vida tiene más. A Gimnasia no le faltaron huevos en el clásico, le faltó creerselá.

¿Será un inconveniente afrontar partidos de esta envergadura? ¿O será que el rival conoce las precauciones que toma Gimnasia cuando lo enfrenta?

Después del gol de Vera, con Gimnasia obligado a ir por el resultado, se vió el Lobo que el Tripero quiere ver. Gimnasia fue decidido, con las limitaciones que lo acompañan para generar juego, es cierto. Pero decidido. Generó una buena sociedad por la banda izquierda, hizo ancho el campo de juego y contó con opciones claras para empatarlo. Pero no se dio.

Fue apenas una ráfaga. Fueron 15 minutos de este semestre de Transición en el que el Lobo se creyó más que el rival de turno. Y así debe ser, porque Gimnasia no es menos que nadie. Sólo se la tiene que creer. Tiene que reencarnarse y el sábado ir para adelante. Primero para tomarse revancha, y luego para enterrar todo lo que usted acabó de leer.