Godoy Cruz igualó frente a Boca en condición de local 1-1 en un partido que estuvo marcado por el poco juego generado por ambos equipos y rodeado por imperfecciones y errados. Un punto que sirve.

El planteo del elenco mendocino en el transcurrir del primer tiempo fue bastante mezquino en cuanto amenaza al arco del conjunto visitante.
Cuando la figura es un defensor a la hora del ataque, es ahí cuando hay que preguntarse qué parte es la que no entendemos de este moderno fútbol. Y es que, Abecasis, el defensor lateral del conjunto de Sebastián Méndez fue verdaderamente desequilibrante a la hora de atacar hacia el arco de Guillermo Sara.

El planteo cerradito hacía que el juego sea escaso (nada diferente al rival), pelotazo desde Rey, volaba por la mitad de la cancha y aterrizaba derecho en la defensa Xeneize. Recién desde los 20’ la tarde gris se iluminó con débiles rayos de juego. Silva despertó de la modorra al elenco local cuando la pelota empezó a ser jugada desde el arco de Rey.  Otro que amaneció fue Pol Fernández que, tiró alguna que otra patadita y después empezó a hacer lo que mejor sabe: Jugar al fútbol.

Aburrido primer tiempo, que dejó sin gravitar a los delantero morenos Ayoví y a García, marcados casi hombre a hombre y encerrados en una defensa visitante que temblaba cada vez que les caía la pelota y ¡pum! para afuera.

Los espectadores (entre los que contamos a Rey y Sara) ansiosos de buen juego y con la garganta preparada para gritar, esperaron el segundo tiempo.

Y la segunda mitad trajo sorpresas. Para ambos equipos.
Hasta los diez minutos, el dominio del elenco visitante fue clarísimo, al punto que hizo tambalear la defensa Bodeguera como un castillo de naipes frágil. Pero solo fueron diez minutos, porque tanto ataque, despertó a Godoy Cruz como molesto por el bullicio y empezó a hacer lo que planeó durante la semana.

Un Mono Silva que más que mono es un león y peleaba todas las pelotas en la mitad del rectángulo de césped. Desde ahí, el partido se hizo ida y vuelta y las emociones estuvieron a la orden de la parcialidad de ambos equipos.

Luego de eso, el letargo. Un pozo o meseta que se recorrió prácticamente desde el minuto 25’ en adelante. Casi el silencio se apoderaba de esta mole de piedra repleta de gente, cuando un frentazo potentísimo de Peruzzi encontró a la defensa de Godoy Cruz en paños menores y terminó venciendo la resistencia de Rey. La visita ganaba uno a cero.

Así todo, Méndez no se inmutó y ahí nomás metió los tres cambios con pocos minutos de diferencia. Entre esos cambios entraba el Ángel del gol. Si, Correa que a los 37’ de la segunda mitad, iba a poner las cosas en su lugar. Iba a hacer justicia y empataría este juego en un solo tanto.

No quedaba más tiempo para nada, en un partido en el que reinó la desorientación y el poco riesgo generado por los 22 jugadores y por dos planteos mezquinos. Aunque un poquito, alguito más mereció el Tomba.