El clásico entre Independiente y Racing es uno de los más importantes de Argentina y el mundo. No solo por la historia de ambos equipos y su rivalidad que data de la época amateur, sino, por la cercanía de sus estadios y sedes. En una vereda el Libertadores de América. En frente, el Juan Domingo Perón, más conocido como el Cilindro.

Para hablar un poco de esto, habrá que investigar algo del historial. El mismo arroja a un conjunto Rojo por encima de los blanquiceleste por una brecha engorrosa de 22 partidos -70 victorias sobre 48-. Racing posee un récord no superado por Independiente de 16 partidos invictos -entre 1986 y 1994-. Sin embargo, la supremasía de los Diablos en partidos jugados asciende a los 40 años sin interrupción.

Ahora bien, dejando todas las estadísticas habidas y por haber, que poco sirven a la hora que el árbrito da por inicio el encuentro, ¿Qué más lindo para un hincha de estos equipos que enfrentarse en un partido oficial?. Los Rojos tienen mil y una penas guardadas en este lapso de tiempo. Llantos en silencios. Cargadas sin cesar por, claro, su descenso a la Primera B Nacional. 

El hincha en este momento sufre sensanciones extrañas. Algunas sin un adjetivo establecido. Esperanza, nervios, alegría, energía, vigor, ímpetu, empuje, añoranza por clásicos anteriores. Cosquilleos. Y miedo. Sí, mucho miedo al qué dirán en un resultado desfavorable. Si perdés, Avellaneda se convierte en un pueblo de 200 habitantes en el día posterior al clásico. Quieras o no, te encontras al hincha del otro equipo.

Esta semana previa fue fantástica para el fanático de alguno de estos equipos de Avellaneda. Cuantos habrán jugado apuestas. Cuántos se habrán cruzado con el enemigo y, quizás en medio de risas, jurado que los tres puntos se lo quedaban ellos. Cuántos habrán cantado canciones de sus equipos en el colegio, la facultad, el trabajo, en el auto o en la ducha. Y cuántos otros habrán hecho horas de cola, sin dormir en una noche muy oscura y un frío demasiado cruel. 

La dirigencia de los locales, Independiente, prometieron un recibimiento para su equipo inolvidable e histórica. Se habla de cartulinas en los asientos del estadio para armar un mosaico al mejor estilo europeo. El calor de los hinchas se hará sentir en cada jugada del partido. También, detrás de los televisores estarán miles de fanáticos más.

Queda claro que el que se quede con los tres puntos se prenderá, de una vez por todas, en el campeonato. Un condimento más: de ganar el Rojo, este obtendría, por primera vez, una ventaja de 23 partidos.

La mesa está servida. El mundo del fútbol se para una vez más por la cita de estos dos equipos. Sólo queda ver, desabrocharse la camisa, sufrir un poco y disfrutar, una vez más, del clásico de Avellaneda.