Tarde de sol en Avellaneda, tarde de ilusiones. Independiente recibía a Defensa y Justicia con la certeza de que un triunfo lo dejaría momentáneamente como líder del campeonato junto a River. A raíz de esto, casi 30 mil diablos Rojos se acercaron al Libertadores de América.
Desde el arranque fue el local quien tomó la iniciativa, la velocidad y explosión en la fase ofensiva generaba la sensación de que rápidamente podría ponerse en ventaja. Por el lado del Halcón, intentaba asociarse sin éxito ante una presión alta generada por los dirigidos por Jorge Almirón.

Poco a poco, con el correr de los minutos la visita comenzó a mostrar las falencias del Rey de Copas en el fondo, quien a pesar de mostrar una aparente mayor solidez de la expuesta ante Godoy Cruz, también sufrió un disparo que sólo el palo izquierdo de Diego Rodríguez impidió que se transformara en el primer grito.

Además, el partido siguió con un ida y vuelta muy dinámico pero siempre con la sensación de que el Rojo podía un poco más. Por eso, cerca del final y con la figura del torneo como es Federico Mancuello, Independiente logró tener varias situaciones muy claras para marcar, pero la buena actuación de Fernando Pellegrino impidió que el dueño de casa se fuera al vestuario en ventaja.

Durante el complemento, el Rojo mantuvo el mismo nivel mostrándose muy activo y veloz para atacar, pero sin embargo no supo romper el cero. Pero de tantos errores en la definición apareció la eficacia para la visita que en 12 minutos supo ponerse en ventaja con un buen cabezazo de Mariano Barbieri que dejó sin chances al Ruso Rodríguez. 

A partir de allí, el partido ganó en nerviosismo para un local que sabía que estaba dejando pasar una chance más que importante para prenderse con decisión en la lucha por el campeonato. A pesar de las buenas subidas de Alexis Zárate y la tarea de Mancuello, el Rojo no encontraba la manera para volver a crearle peligro al arco de Pellegrino.

Ese gol de Defensa y Justicia pegó duro en el ánimo de Independiente que no logró encontrar claridad para generar peligro. Sin embargo, cuando el juego se moría a los 91 minutos y luego de un corner apareció Sebastián Penco para gritar bien fuerte el empate que sin embargo deja con un sin sabor al público local. 

El Rey de Copas volvió a pagar muy caro sus falencias y su andar destruye poco a poco las ilusiones por lograr una nueva vuelta olímpica. Solo aprender de una vez por todas y corregir definitivamente las fallas del equipo le permitirá volver a ilusionarse.