En un principio, se creía que el plantel armado a fuerza de millones alcanzaría para ser protagonista del torneo local, ya que los demás candidatos estarían abocados a la Copa Libertadores. Sin embargo, con el correr de las fechas aquellas ilusiones se fueron esfumando. Porque para mejorar lo hecho en el semestre anterior, como mínimo había que mantener el nivel de las figuras. Nada de eso sucedió. Jesús Méndez, pieza vital en el Independiente 2015, fue de los peores jugadores en este inicio de 2016. Errático y con mucha apatía, su imagen yéndose caminando cuando el equipo caía 0-1 es el fiel reflejo de su semestre. Martín Benítez, otro de gran nivel en el segundo semestre de 2015, estuvo lejos de repetir sus buenas actuaciones. Si a eso le sumamos que Diego Vera y Cristian Rodríguez estuvieron más afuera de la cancha que adentro.

No son excusas, sino realidades. El tiempo demostró que no había el gran plantel que se dijo. Mauricio Pellegrino le dio oportunidades a todos, pero el funcionamiento no llegó. La mayor responsabilidad del entrenador es no haber podido encontrar respuestas tácticas ni individuales. El cuerpo técnico será además quién pagará el costo de una nueva desilusión: el no ganar partidos importantes terminó de romper su relación con gran parte de la hinchada, y a tres fechas del final, es un secreto a voces que la Comisión Directiva no le renovará el contrato.

Independiente quedó a siete puntos de los líderes, con sólo nueve en juego. Además, está por debajo de Arsenal (al que deberá recibir en Avellaneda) y podrá ser superado por Rosario Central. Eso significa que el Rojo debería ganar los tres partidos que le quedan, y esperar que San Lorenzo o Godoy Cruz no sumen tres puntos. Con dos, se definiría por diferencia de gol, la cual tampoco es favorable para el equipo de Avellaneda.