¿Qué pasó Jesús? El mejor jugador del Rojo en el semestre anterior bajó tan escandalosamente el nivel que los últimos partidos del torneo ni siquiera los jugó.

Al comenzar el torneo, o más bien en las mismísima pretemporada, se pensaba que Pellegrino debía formar el equipo alrededor del doble cinco Méndez – Ortiz, pero se focalizaba especialmente en Méndez por lo bien que había jugado y por cómo hacia jugar a sus compañeros. Pues bien, desde el 7 de febrero en adelante todo cambió, y no para bien, por desgracia.

Jesús dejó de ser ese jugador que le aportaba pausa y claridad al equipo cuando lo necesitaba. Una de las cosas que más se le criticó a Méndez en el semestre anterior fue su irresponsabilidad, la violencia con la que iba a marcar o las reacciones zonzas que tenía y que después se terminaban convirtiendo en una amarilla o una expulsión; de sus cualidades nadie dudaba, cada vez que él tocaba la pelota todo era cumbia y carnaval. Sin embargo este torneo se lo notó falto de confianza, impreciso, lento, atado, como si estuviese tratando de controlarse todo el tiempo.  Algunos ratos de buen fútbol contra Banfield y Vélez, pero poco más.

Podríamos echarle parte de culpa a su posición o a su compañero en la mitad de cancha, pero la verdad que a Méndez le tocó jugar con Rodriguez y con Ortiz al lado y con ninguno de los dos lo hizo bien. Cuando jugó con el Marciano al lado Pellegrino probó con Jesús siendo el 5 más retrasado dándole más libertad a Ortiz y con Méndez más adelantado poniendo al Marciano de 5 tapón, pero el ex Boca y Central no funcionó en ninguno de los dos casos. También jugó de 8 en algunos partido pero siguió sin encontrarse a sí mismo.

Méndez tiene todo para convertirse en un jugador importante del plantel, juega una barbaridad, entiende el juego como pocos y tiene personalidad. Debe ordenarse un poco más, no frustrarse cada vez que un pase le sale mal, concentrarse en volver convertirse en un titular indiscutido del equipo.