Parecerá exagerado, pero no lo es. Oscar Romero, el volante ofensivo paraguayo de 23 años, fue la figura en el partido que Racing Club le ganó esta noche al Puebla de México por 1-0, clasificándose así a la fase de grupos de la Copa Libertadores. 

Se jugaba casi una hora de partido y la Academia no podía romper el cero y marcar el gol que le diera tranquilidad para meterse de lleno en la copa. En ese momento, el entrenador Facundo Sava decidió hacer uso de la joya paraguaya que ocupaba un lugar en el banco de suplentes y mandar a Romero a la cancha. Su ingreso cambió todo.

Puebla no mostraba fútbol y se arrinconaba en su área, apenas sí pasando la mitad de la cancha de forma esporádica. Los avances blanquicelestes a pura potencia no lograban penetrar la defensa y fue entonces que Romero se volvió clave: su gambeta corta, velocidad y proyección lograron desarmar la zaga rival.

Así como generó chances propias y a sus compañeros, este estilo de juego ofensivo abrió huecos y obligó a los mexicanos a jugar más abiertos y, con el tiempo apremiando, a arriesgar más. Esto desembocó en un irreversible error defensivo que culminó con el gol de Gustavo Bou.

Rápido, ágil y de excelente pegada, el zurdo ex Cerro Porteño se va metiendo en el corazón de la gente de Racing, que ya puede dejar de llamarlo "Romerito", para comenzar a llamarlo Romero, porque no es ningún chico.