Desde su implementación en la temporada 2011/12, la reciente Copa Argentina pasó de ser un torneo desapercibido por la elite del fútbol argentino a tornarse importante, ya que el ganador de este trofeo accederá, sin discriminar categorías, a la Copa Libertadores de América 2015 (raro será ver cómo el presupuesto de un equipo de Primera B Metro, por ejemplo, pueda afrontar un certamen de tamaña envergadura).

Sin embargo, para los clubes económicamente más precarios, la Copa representa un puente para el reconocimiento, para figurar en los primeros planos (caso Estudiantes de Caseros) y también, por qué no, por los generosos premios.

Ahora veamos el caso de River. El Millonario, el supercampeón del fútbol argentino de la mano de Ramón Díaz y ahora bajo la dirección de Marcelo Gallardo, debutará en los 16avos de final este domingo en Salta ante Ferro, bajo un paradigma: ¿qué tan importante es este certamen? Porque River ya está clasificados a la Copa Libertadores del año que viene y, si fuera poco, también tiene un lugar en la final de la Supercopa Argentina ante, justamente, el vencedor de esta Copa Argentina.

Así planteadas las cosas, el Millo también afrontará el Torneo de Transición para defender su corona, y la Copa Sudamericana, con el ingrato sabor que ese trofeo no está en las vitrinas Núñez (como sí en Boca, San Lorenzo, Independiente, Arsenal y Lanús) y encima hace 17 años que River no gana un título internacional, desde aquella Supercopa 1997 ante San Pablo de la mano de Marcelo Salas. Así que, por lógica, todos los cañones apuntan al certamen copero.

Volviendo a la Copa Argentina, hay que recordar que la Banda, mientras sudaba más de la cuenta por el ascenso a Primera División, jugaba en paralelo con este torneo, con mayoría de suplentes y así y todo el equipo de Matías Almeyda llegó a las semifinales, tropezando ante Racing (con todos sus titulares) por penales.

Luego, en la edición pasada, el Millonario ni siquiera pudo avanzar a octavos de final, quedando en el camino ante Estudiantes de Buenos Aires (0-1) y siendo el blanco de duras críticas y burlas, al tratarse de un equipo de tercera categoría.

El dolor de cabeza de Gallardo, pensando en la triple competencia, se debe a la falta de refuerzos: solo llegaron Leonardo Pisculichi y Julio Chiarini, más los que volvieron de préstamos, así que con los torneos a la vuelta de la esquina es factible que le dé lugar a los juveniles, guardando la munición gruesa para los otros dos campeonatos.

Si el mercado de pases en Núñez sigue como está, lo más saludable es apostar a la cantera para esta Copa, a medida que se vaya avanzando, ya que en un plantel sin demasiadas variantes, sobre todo en la faz ofensiva (Fernando Cavenaghi, lesionado; Teo Gutiérrez, con la mente en Europa; Keko Villalva, vendido), deberán tener más entidad en el torneo federal Giovanni Simeone, Juan Cruz Kaprof, Federico Andrada, Tomás Martínez (enganche, de buen pie) y Sebastián Driussi, teniendo en cuenta que la mayoría de ellos tuvo rodaje ya sean Primera como en las selecciones juveniles.

A pesar de los abultados premios que otorga la AFA (que servirían para paliar los números rojos de las arcas riverplatenses), River no tiene nada que perder en la Copa Argentina. Tiene un crédito más que suficiente porlos títulos conseguidos a mitad de año (Torneo Final 2014 y la Copa Campeonato), con Sudamericana y Libertadores en el horizonte, brillando en marquesina, el anhelo tras años y años de frustraciones en el ámbito internacional. En el local, y más siendo River, las cosas no están tan mal.