Hay dos uruguayos que escribieron su nombre en la historia riverplatense con tinta indeleble, dejaron una marca, una huella imborrable. Primero, Antonio Alzamendi, que con sus goles y su cabezazo en Japón les dio al Millonario su primera Copa Libertadores y la Intercontinental de 1986. Después, apareció uno de los máximos ídolos de la historia del club, Enzo Francescoli, alma y capitán del River campeón de América de 1996, monarca de la Supercopa 1997 y ganador de cinco títulos más a nivel local, retirándose tricampeón.

Mucho más terrenales que los charrúas mencionados en el párrafo anterior son Carlos Sánchez y Rodrigo Mora, que tienen historias similares en el Millonario antes de este semestre, de encuentros y desencuentros.

Yendo por parte, primero arribó el Negro, para disputar la B Nacional a pedido de Matías Almeyda. Con altibajos, el ex Godoy Cruz se afianzó como titular y fue pieza clave para concretar el ascenso a Primera División (34 PJ y 4 goles), por lo que también continuó en el equipo en el Inicial 2012, donde River realizó una campaña irregular pero él junto a Leonardo Ponzio eran los más destacados. Asumió Ramón Díaz (de hecho, en el reestreno del Pelado, Sánchez metió un gol, a San Martín de San Juan en la última fecha), con quien continuó teniendo continuidad al torneo siguiente pero tuvo un bajón futbolístico, por lo que a mediados de 2013 fue cedido a préstamo a Puebla de México, porque Ramón prefería a Carlos Carbonero en su lugar.

Por su parte, la Pulga vino a Núñez par el Inicial 2012, tras una gran primera parte de ese año en Peñarol. Se ganó a la gente en ese campeonato, al marcar seis tantos, uno de ellos en el Superclásico (aunque terminó 2-2), que continuó con tres goles más en el verano 2013 ante Boca. Sin embargo, a pesar de su arranque esperanzador, en el Final 2013 tan solo marcó un gol (a Unión) y en el semestre siguiente directamente no anotó, entre Inicial 2013 y Sudamericana. Eso despertó fastidio en el cuerpo técnico, e incluso su mala relación con Emiliano Díaz trascendió y se fue de vacaciones antes que terminara la competencia oficial. Se fue a préstamo por seis meses a la U de Chile, donde tampoco pudo rendir como esperaba.

River salió campeón y supercampeón, pero Ramón Díaz sorprendió a todos al dar un portazo, disconforme con la dirigencia. Agarró su lugar el Muñeco, que tuvo que soportar un mercado de pases sumamente austero, por lo que debía exprimir todo el potencial de los juveniles y de los exiliados uruguayos que volvían en medio de incertidumbre, que a lo largo del semestre, al ganarse la confianza del entrenador y de los hinchas con rendimientos convincentes.

Sánchez fue más completo que Carbonero, porque a los goles le sumó proyección, desmarque y una polifuncionalidad que no había mostrado ni en sus mejores partidos en su ciclo anterior. Llegó potenciado del fútbol mexicano y se acopló tan bien en el esquema gallardiano (de presión y traslación rápida de pelota) que su rendimiento le abrió las puertas de su sueño: ser citado a la selección uruguaya, a cargo de Oscar Tabárez (jugó dos amistosos, ante Costa Rica y Chile, y dio dos asistencias). Disputó 26 de los 32 partidos del semestre, con seis tantos (uno de ellos en la Copa Sudamericana, ante Libertad).

Mora tuvo un lugar por la lesión de Fernando Cavenaghi, y formó una dupla ideal con Teófilo Gutiérrez, y cuando el colombiano no estaba disponible, la Pulga se hizo cargo del ataque junto el juvenil de turno (Driussi, Gio Simeone o Boyé). Convirtió 8 goles, 4 por el campeonato local y 4 por la Copa, por lo que fue el máximo artillero del equipo en el título copero.

Ambos se alzaron con la Copa Sudamericana, su primer logro oficial. Encontraron su lugar en el mundo en Núñez, más aliviados por el contexto de presión de no ganar torneos los años anteriores. Volvieron mirados de reojo y ahora disfrutan de sus vacaciones con la satisfacción de haber recuperado al confianza en los hinchas y en sí mismos. Ramón los exilió, Gallardo los rescató y brindan con copas. ¿Podrán igualar el año que viene lo que lograron los uruguayos ídolos, con la Copa Libertadores?