Lo que mal empieza, mal acaba. Nuncca mejor utilizada esta frase para aplicarse a lo que fue el encuentro que protagonizó River ante Central, por los 16avos de la Copa Argentina y que terminó en victoria canalla 2-0.

Si bien este certamen no era de las prioridades, teniendo en cuenta que en el horizonte esperan la Copa Libertadores y la posibilidad de jugar el Mundial de Clubes, esta caída representó un duro revés para Marcelo Gallardo, que apostó a su equipo titular para afrontar este cotejo (sin amistosos previos, vale aclarar).

Fue el debut oficial de Nicolás Bertolo, pero no pudo jugar ni 25 minutos, ya que sintió una moestia en el gemelo derecho y debió ser reemplazado por Lucas Boyé. El ex Banfield tuvo buenos arranques por izquierda y se complementó bien con Leonel Vangioni, pero no fue su estreno esperado. Malas noticias, de entrada.

Apenas se fue Bertolo, Jonatan Maidana le cometió una falta infantil a Franco Cervi, que Marco Ruben cambió por gol. Fue amonestado en esa jugada y sobre el final del primer tiempo, vio la segunda cartulina y la correspondiente roja para dejar al equipo con 10, en desventaja y con 45 minutos por jugar.

Bertolo, lesionado, cambió los planes de Gallardo.

En el complemento, con al surgencias por lelgar rápido al empate, Éder Álvarez Balanta metió un codazo a Ruben y el árbitro Federico Beligoy expulsó al colombiano, que dejó al Millonario con 9 y dejó una mala imagen para el Muñeco, que lo puso de titular en lugar de Ramiro Funes Mori (lesionado) y tuvo una actuación para el olvido: fue él quien perdió la pelota en la jugada donde Maidana comete el penal. Una chance desaprovechada por el zaguero.

En el análisis frío del encuentro, River tuvo más ocasiones de gol e hizo a Mauricio Caranta figura, que le ahogó goles a Rodrigo Mora y Lucas Boyé en el primer tiempo y a Pity Martínez en el segundo. Hubo buena circulación e intenciones de llegar con pelota al piso, aunque la deseperación y los baches en la defensa con dos menos obligaron a un desorden táctico elocuente. De todos modos, hizo retroceder al Canalla, que ganando y con muchos espacios defendía su propia área, jugando 11 contra 9.

Dos rojas infantiles que no pueden repetirse en el futuro.

Sobre el final, el DT puso a Leonardo Pisculichi y Fernando Cavenaghi, por la heroica. Piscu tuvo movimientos interesantes y criterio para pasar la pelota, en cambio el Torito prácticamente no tuvo injerencia y de un remate suyo de casi mitad de cancha derivó el segundo gol del rival, donde Mercado y Sánchez se desentendieron de la jugada y aprovechó Jonás Aguirre para picársela a Barovero y liquidar todo.

River sigue padeciendo esta Copa Argentina, porque va a tener que seguir esperando para tenerla en sus vitrinas: en 2012 quedó afuera en semifinales (Racing), en 2013 en los 16avos (Estudiantes de Bs.As.), en 2014 en cuartos de final (Rosario Central) y este 2015, otra vez en el camino en 16avos (el Canalla, de nuevo).

Lo bueno: la intensidad y la presión constante para tomar la pelota, no bajar los brazos y la generación de jugadas nítidas de gol, explotando bien los costados. Asimismo, Vangioni recuperó su nivel y recuperó pelotas sin cometer infracciones.

Lo malo: además de las expulsiones, Boyé sigue sin la confianza para definir (entró en el primer tiempo, tuvo una clara, salió en el segundo) y Cavenaghi continúa lejos de conformar al DT.

Se viene Tigre la semana que viene, para ganar y queda como punteros en el campeonato local. Un encuentro clave para el estado anímico del plantel, que va en busca de consagrase campeón de América. Ante el Matador, ¿será la hora de los otros refuerzos?

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