Anoche, el Millonario estuvo a un gol de dar vuelta el 0-2 y clasificar a la final de la Copa Sudamericana. Sin embargo, pagó caro el primer tiempo y el 2-2 final ante Huracán no sirvió, dada la derrota por la mínima en la ida y se fue del Tomás Ducó con las manos vacías, y no pudo revalidar el título copero.

Pese a la eliminación, hoy se cumple un aniversario que quedará grabado a fuego en la memoria colectiva riverplatense: el día de la victoria 1-0 sobre Boca en el Monumnetal y el pase a la final de la Copa Sudamericana 2014, que días más tarde se concretó ante Atlético Nacional.

El River de Gallardo, que deslumbró en la primera etapa del segundo semestre del año pasado, empezó a ceder terreno en el torneo local, y el Muñeco optó por una formación suplente para el partido más importante del campeonato, ante Racing, que ganó la Academia (1-0), y perdió la punta, y más tarde el título local. El objetivo estaba en el Xeneize, con el que había empatado cero a cero en la ida de la semifinal en La Bombonera.

El Superclásico en Núñez tuvo todos los componenes anímicos que lo convirtieron en inolvidable: a los 14 segundos nada más, Ariel Rojas bajó a Marcelo Meli y Germán Delfino sancionó penal. En medio del tumulto, Emmanuel Gigliotti, acostumbrado a marcarle a River, se encargó de la pena máxma, pero apareció la mano derecha de Marcelo Barovero, que se arrojó a su derecha y desvió el remate.

El equipo de Rodolfo Arruabarrena tenía más dominio del encuentro en los primeros minutos, generando más chances de gol. Sin embargo, promediando los 16 minutos, Leonel Vangioni asistió a Leonardo Pisculichi (la gran figura de la Copa) y el enganche, de primera, empalmó con su zurda la pelota en la medialuna y se la cruzó a Agustín Orion, que sólo pudo ver cómo la pelota se dirigía a la red. Golazo para estallar al Monumental y festejo de Piscu con el Muñeco, que en la semana previa sufrió con el fallecimiento de su madre. Los jugadores y la gente le brindaron apoyo incondicional.

Con el gol, Boca se desesperó, sumado a la lesión de Fernando Gago en el final del primer tiempo. En el complemento, el Millo contó con varias ocasiones para aumentar la ventaja, y que el visitante estaba a su sólo gol de pasar de serie. Pero eso no sucedió, y en los últimos minutos jugó Fernando Cavenaghi, que estaba volviendo de una operación que lo dejó seis meses afuera. El pitazo final desató la locura, no sólo por el pase a la final, sino por la magnitud de la victoria ante el rival de toda la vida.

Ésa noche, River se vengaba de las eliminaciones de su némesis de las Supercopa 1994 y las Copas Libertadores 2000 y 2014. Encima, seis meses más tarde, lo dejaba afuera de nuevo, y por la Libertadores, que también terminó en el Museo River. Hace un año, empezaba todo.

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