Antes de 2015, River había sufrido sólo decepciones tras ser campeón de la Copa Libertadores en 1996. Tres semifinales como lo más rescatable en esos 19 años de espera, tratándose de un equipo que jugaba todas y cada una de las ediciones coperas (menos en el lapso 2010-2014). Se rompió la malaria en 2015, y de la forma más épica que se podía imaginar: clasificación tortuosa a octavos como peor segundo, eliminar a Boca Juniors, golear en Brasil a Cruzeiro y vencer con contundencia en la final a Tigres y todos sus refuerzos estrella, con la paradoja que gracias a  los mexicanos, River llegó a octavos. Un final feliz, pero que se disfrutó poco, por la exigecia continua de ir por más.

Después de mucho esfuerzo, Marcelo Gallardo pudo armar un equipo con carácter y fútbol, que se agranda en las Copas como nunca antes en la historia del club. Sin embargo, ésa mística esta en jaque, y quedar eliminado de octavos de final ante Independiente del Valle sería, inexorablemente, un fracaso. Quedan 90 minutos para dar vuelta ése 2-0 en contra en Quito, y sólo sirve ganar por tres goles o más.

Sin margen de error. A River ya no le queda crédito. Se juega el año.

El nivel del Millonario en este 2016 contó con breves momentos de lucidez, siendo rescatable la goleada a The Strongest y no mucho más. A lo largo del 2016, River disputó 20 partidos, con seis triunfos, ocho empates y seis derrotas. En la mayoría de los encuentros, sea con titulares o suplentes, el equipo careció de ideas, de profundidad, de personalidad y de un patrón de juego, que se tradujo en los malos resultados.

El equipo de Marcelo Gallardo se juega mucho en esta Copa Libertadores. Porque peligra su participación a la edición copera siguiente, al estar tan relegado en el torneo local. Tiene que ganar esta Libertadores o la Copa Argentina 2016. Caso contrario, en 2017, River no jugará torneos internacionales. Lo que sería echar por la borda años de esfuerzo y paciencia.

Esta malaria no viene de este año. El semestre pasado fue igual o peor en el Campeonato doméstico, ya que la meta era la Sudamericana (semifinalistas, pero superando dos fases con mucha fortuna y afuera con Huracán) y el Mundial de Clubes (finalista, pero siendo vapuleado ante Barcelona). Nueve meses de frustraciones, a un plantel que se le exige mucho por la camiseta que representa y por los títulos del último tiempo. Ya hay ciclos terminados en River (Tabaré Viudez; y están en la cuerda floja Pity Martínez; Bertolo y hasta Pisculichi), y pueden ser más.

¿Hasta cuándo los títulos conseguidos en 2014-15 taparán las malas campañas posteriores? 

Las improvisaciones, lidiar con suspensiones y lesionados. Gallardo tuvo varias complicaciones. No obstante, en un equipo que, futbolísticamente en los nombres, sería la envidia de cualquiera, falta algo muy importante: la mentalidad ganadora, que se fue oxidando en este lapso. Este miércoles, ante un Monumental que jugará su partido, la última chance. Lo que debe ser la refundación, la resurrección futbolística, algo más que una clasificación a octavos de final. Volver a creer. Eso, o seguir durmiendo en los laureles y que un ciclo dorado e inolvidable llegue a su fin

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