El Monumental como es costumbre en las tribunas, fue una verdadera fiesta, pero esta vez, los 11 de adentro se unieron a esa fiesta y deleitaron con lo que fue un verdadero partidazo. Casi desde el vestuario, River Plate comenzó ganando, con gol de Driussi a los 4 minutos del primer tiempo. El juego durante el primer tiempo fue absoluto del Millonario.

Los dirigidos por Falcioni no se encontraron jamás. Si alguien se anima a hacer un análisis más profundo podría apostar a que los del sur no tuvieron la pelota más de 4 o 5 minutos seguidos. River contó con una defensa sumamente atenta, un Leonardo Ponzio que jugó un partido fantástico, con Moreira que hizo extrañar muy poco al multicampéon Gabriel Mercado y con D´Alessandro que cumplía con sus palabras de entresemana: “Quiero, a través de mi juego, volver a convencer a cada hincha de River”. A pesar de todo esto, el resultado era corto y River lo supo de la peor manera. A minutos de finalizar el primer tiempo, Silva, en una jugada aislada empató el partido para Banfield y llevo a River al vestuario con el amargo sabor de un empate que no merecía.

El segundo tiempo fue la misma historia, todo de River, pero esta vez hubo un condimento, la puntería no fallaría más. El conjunto millonario salió decidido a pasar por encima al rival y así lo hizo. Con goles de Lucas Alario, Andrés D´Alessandro y Gonzalo Martínez los de Núñez destrozaron anímicamente al Taladro y cualquier intento de los del sur de intentar jugar de igual de igual.

River cerró un encuentro fantástico en todas sus líneas. Un fútbol exacto, pensado e inteligente que no se veía desde los primeros tiempos de Marcelo Gallardo como director técnico de La Banda. Ganar, gustar y golear son las principales exigencias del hincha de River, y hoy, los jugadores, estuvieron realmente a la altura. El paladar negro estuvo presente de principio a fin. River gustó, ganó y goleó, y aún más importante, ilusionó.