En la previa del partido, sorprendió a todos el hecho de que Andrés D´Alessandro, luego de 11 partidos de titular, iba a ser suplente y que Marcelo Gallado iba a apostar por Gonzalo Martínez y Tomás Andrade como dupla de enganches. El Cabezón tuvo que mirarlo desde el banco de suplentes, en una semana caldeada por sus declaraciones post derrota ante Patronato, y las dudas de su continuidad en el club.

El Millonario la pasaba mal ante Atlético Rafaela. Sin juego, sin conexiones para romper líneas, con pocas llegadas al arco rival y sufriendo la velocidad de los volantes de La Crema, que hicieron trabajar a Augusto Batalla. Hasta que Matías Buscay (Gallardo fue expulsado por demorar unos minutos más al equipo para jugar el partido) decidió sacar a Andrade para poner a D´Alessandro. El 22 alternó buenas y malas, pero le dio otro aire al equipo: la pidió siempre, bajó a recuperarla, estuvo activo, probó de afuera del área con un buen zurdazo y River empezó a sentirse protagonista.

A los 33 minutos del complemento, a él le cometieron una falta en la puerta del área y él mismo la ejecutó: remate que se desvió levemenete a la barrera, que de todos modos iba al arco, para clavarse en el segundo palo de Hoyos, que sólo miró y se resignó: golazo de tiro libre, para abrir un encuentro cerradísimo y el grito de desahogo de D´Ale, quien marcó su segundo tanto en el campeonato (el otro, a Banfield, y llega a cinco gritos en 2016).

La fórmula Andrade-Pity funcionó poco y nada, aunque el bajón futbolístico del equipo se nota en todas las líneas. Se viene Unión, por la Copa Argentina, y luego se medirá ante el último del torneo (Arsenal) y en la fecha siguiente, ante el primero (Estudiantes). D´Alessandro, sin el desgaste de jugar los 90 minutos, aportó su cuota de jerarquía y pide pista para los duelos trascendentales que se vienen. Su zurda sigue intacta y fue el salvavidas de La Banda.