El equipo de Edgardo Bauza no pudo ante Independiente de Avellaneda y perdió en condición de local por dos tantos contra uno. Más allá del cambio de sistema del DT y de la actitud en el complemento para remontar el marcador, el equipo no mostró nivel y cometió errores graves en defensa que lo llevaron a sufrir en un partido entretenido que fue de más a menos para el 'Ciclón'.

Ordenado y sin golpear

San Lorenzo siempre intentó ser superior durantes los primeros 45 minutos. Fue prolijo y se encargó de llevar el balón a campo rival para generar peligro. Lo hizo abriendo el campo de juego con el 4-4-2, que volvió a mostrarse con ese doble nueve con Mauro Matos y Martín Cauteruccio, esperando por las proyecciones de Julio Buffarini y Leandro Romagnoli por derecha e izquierda, respectivamente.

Sin Néstor Ortigoza propuso un doble cinco que estaba rindiendo (Juan Mercier y Enzo Kalinski), para el quite y la distribución. Sin embargo, quien se calzó el traje de repartidor fue el 'Pipi'. En sus pies estuvieron los criteriosos avances del 'Ciclón', aunque la finalización de cada uno de ellos no era la óptima.

Pero CASLA estaba mejor plantado de tres cuartos de cancha hacia adelante y logró inquietar a través de varios recursos a Independiente, con desbordes, pases filtrados y remates de larga distancia. Aunque no solamente perdía peso en el toque final sino tras dicha acción. Es que el 'Rojo' no se demoró en inquietarlo y encontró varios huecos en donde penetrar.

Ahí falló el equipo de Edgardo Bauza, en el repliegue. Dejando zonas liberadas entre sus volantes y su línea defensiva, exponiendo a los centrales y a los laterales a la indecisión. Mario Yepes, apurado en todo el partido, estuvo a un pitazo de no cometer penal, pero no se conformó y cometió la falta que culminó en el gol de Montenegro. A partir de ahí, el visitante se asentó en cancha aunque en el fondo aún daba algunas ventajas, poco aprovechadas por San Lorenzo.

Golpear dentro del desorden

La segunda parte dejó en claro la idea del equipo de ir a cambiar el resultado. Bauza movió el banco, rotó y cambió de esquema para lastimar por afuera con velocidad e individualidad con los ingresos de Héctor Villalba y Juan Ignacio Cavallaro, quitando a uno de los referentes en el área (Cauteruccio). Sin embargo, al margen de la intención, el orden se perdió.

El equipo no atacaba con el criterio antes visto y no estuvo ordenado para la elaboración. Así, sin claridad, el equipo pisó el campo rival por largos minutos desprotegiéndose atrás. Expuesto en todo momento al posible tercer gol que por poco no llegó con las falencias que persistían. Con el rival replegado, el 'Patón' adelantó a su equipo incluso con Mario Yepes como otro delantero más. San Lorenzo comenzó a transitar en un camino totalmente desconocido donde no hallaba alternativas para poder sorprender al rival

Esa actitud no fue acompañada por conceptos claros. Centros que no buscaban una cabeza sino que llevaban en sí la exigencia en el receptor para conectar. Luego del 2-1 de Villalba, nada cambió más que el marcador. Las sorpresas nunca llegaron y a eso se le sumó la energía de Romagnoli, ya agotada. Las acciones dependían mucho de él.
El equipo de Edgardo Bauza perdió un partido yendo adelante más que atacando, porque esa no es la ruta que siempre tomó el 'Ciclón' para generar riesgo. Y sufrió en el fondo más de lo que defendió, otra senda ajena a sus recientes presentaciones. Perdió orden, presencia y nivel y no logra salir de un camino desconocido.