Esta tarde, a partir de las 17.00 horas, se enfrentarán una vez más Atlético Rafaela y San Lorenzo, donde ambos equipos buscarán la victoria para terminar de la mejor forma el campeonato. Pero habrá que estar atento no sólo a lo que pasa en toda la cancha sino especialmente en el medio campo, donde se disputará un duelo entre Nestor Ortigoza y Adrián Bastía para ver quien se convierte en el dueño de ese sector.

Nestor Ortigoza

En cada partido, el mediocampista azulgrana se hace dueño del medio campo, le brinda seguridad a sus compañeros y para los jugadores rivales se les vuelve una dura tarea librarse de su marca.

Pero Ortigoza no sólo cumple en su función de doble cinco, impidiendo el avance del equipo contrario, sino que también ayuda a San Lorenzo a conseguir victorias, ya que es el goleador del Ciclón con cuatro goles. Hay que destacar su habilidad para patear penales.

De los 26 penales que ejecutó en toda su carrera sólo le atajaron uno (Matías Ibañez frente a Godoy Cruz) y el más importante que convirtió fue el que anotó frente a Nacional de Paraguay en la final de la Copa Libertadores. El último fue ante Belgrano, la fecha pasada del torneo local, lo que fue el comienzo de lo que terminaría en goleada.

Adrián Bastía

En el tiempo que lleva vistiendo la camiseta de Atlético Rafaela, su participación fue casi perfecta; la experiencia que le brinda al equipo es decisiva para que sea titular y los equipos rivales prefieren que no este en campo de juego para que les sea mas sencillo el tránsito por mitad de cancha.

Su especialidad es la marca, pero también colaboró con goles para beneficio de su equipo, sólo anotó dos. El primer tanto lo marcó ante Racing, el Torneo Final 2014, lo que permitió la victoria de la Crema en el Cilindro. El otro fue ante Rosario Central en este campeonato para abultar el resultado a un 2-0.

Bastía tiene una particular anécdota enfrentando a San Lorenzo; él fue parte del equipo cuando Colón igualó en el Nuevo Gasómetro con un gol polémico y el Polaco fue el primero en salir a festejar para evitar un arrepiento del árbitro.