A pesar de no haber sido uno de sus mejores torneos, Julio Buffarini mantuvo un nivel parejo con sus ya conocidos aciertos y errores durante un mismo partido. Sin embargo, la gente muchas veces, por el cariño que le tiene, se olvida de sus flojas actuaciones y se queda con lo bueno.

¿Qué fue lo bueno? Lo de siempre: sus ganas que contagiaban, era incansable, alguna que otra salvada providencial, sus barridas para parar al rival, sus debordes que muy pocas veces terminaban con buenos centros.

¿Y lo malo? También lo de siempre pero más constante que de costumbre: su vehemencia exagerada que lo lleva cada tanto a ir demasiado fuerte, fue desbordado muchas veces, trasladaba de más la pelota, malos centros.

Fue titular en 14 encuentros y en la polémica victoria de la cuarta fecha ante Vélez Sarsfield por 3-2 marcó uno de los empates transitorios. El tanto llegó por la vía del penal, el cual había sido mal sancionado por Federico Beligoy. Demostrando que suele hacer una de cal y una arena, ese sábado por la tarde con el Fortín también se fue expulsado por lo que se perdió el clásico ante Huracán. Además, faltó en el empate por 2-2 de la primera fecha ante Patronato, por problemas en el embarazo de su señora, y en la derrota por 2-0 con Arsenal de Sarandí, en la séptima fecha, porque Pablo Guede había decidido poner suplentes pensando en la Copa Libertadores.

Lamentablemente para el Ciclón, casi ninguno de los jugadores estuvo en el nivel esperado en la final ante Lanús, en especial la defensa. Buffa, siendo uno de los integrantes de la línea de cuatro del fondo, expresó tras el partido: “Ellos fueron muy superiores pero nosotros somos un equipo grande y no podemos dar esa imagen”. Y aclaró que, a pesar de la derrota, se había dejado todo.