Discreta actuación del seleccionado argentino. Los cortocircuitos en el juego permitieron a Perú (8°) llevarse un punto que no le sirve a ninguno de los dos. Una vez más, destellos individuales y algunas pequeñas sociedades marcaron la diferencia que no pudo ser sostenida desde lo grupal.

Con algunas dudas, el equipo de Edgardo Bauza comenzó dominando el partido, sosteniendo el ritmo de juego con pases cortos. El equipo cambiaba de velocidad cuando Paulo Dybala y Sergio Agüero se hacían cargo de la pelota. De una jugada entre ellos, salió el córner con el que Ramiro Funes Mori adelantó a Argentina en el minuto 15.

En esos momentos Gonzalo Higuain, recluido entre los dos centrales, debió retrasarse unos metros para intentar pivotear y perder la referencia de su marca. A pesar de haber hecho el trabajo sucio, lo hizo con gran efectividad cada vez que el equipo necesitaba desmarques.

El rendimiento de los argentinos cayó considerablemente en el resto de la primera parte, aunque el Pipa nunca dejó de intentar buscar con quién asociarse. La misma secuencia se repitió en los primeros minutos del complemento, incluso tras el empate.

Como se mencionó al principio, las pequeñas sociedades salvaron a la albiceleste: Pablo Zabaleta se mandó por la derecha y envió un gran pase por bajo al goleador de la Juventus, que ya había marcado la diagonal. Con la pelota en sus pies, éste último definió con un toque suave y magistral al costado de Pedro Gallese, que salió a tapar el mano a mano. Era el 2-1.

Con el resultado a favor, el equipo argentino retrasó sus lineas y dejó como única punta al autor del segundo tanto, que como en todo el partido, corrió para presionar y buscar algún compañero. Llegó el empate y mucho no cambió en el resto del partido.

Es verdad que Higuain no tocó mucho la redonda en los 90 minutos, pero siempre intentó el protagonismo y no se ocultó. Su regularidad, más el gol, lo convierten en la figura argentina.

El gol del Pipita:

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