Fue una noche oscura. De esas que, sin un faro a disposición, te llevan al mismísimo abismo. Sin escalas. Y eso le pasó a Velez hoy. No hubo una mínima luz de esperanza, a lo largo de los 90 mimutos, que diera lugar a una posible paridad en el resultado. Porque, como máximo, este equipo, bajo este funcionamiento, sólo pudo aspirar a empardar las cosas cuando sólo caía por 1-0.

Justamente, el primer golpe del Millonario ocurrió a los 15', cuando el conjunto de la V azulada llevaba, aproximadamente, 10 minutos con un hombre menos. Ni eso le salió a Vélez. No pudo sostener siquiera su esquema inicial, ya que a los 8' sufrió la expulsión de Blas Cáceres (infantilmente, agredió a D'alessandro sin pensar en las consecuencias). Tras la pérdida de un soldado, El Fortín se desarmÓ completamente ante un rival cuyos engranajes vienen aceitados desde hace un tiempo.

Para colmo de males, cuando estaba por finalizar la primera parte, un penal a favor de River (tras cometer Nasuti una infracción sobre Driussi) fue transformado en gol por Alario, que lo pateó dos veces. ¿Hubo invasión? No, atajó Aguerre y le cobraron adelantamiento. Porque cuando estás de mala racha, nada puede salir bien. Y, claro, en la segunda, Alario no falló. Así las cosas, Vélez se fue 2-0 abajo al vestuario.

El segundo tiempo fue anecdótico. El partido podria haber culminado con los primeros 45 minutos. River lo dominó sin sobresaltos, y Vélez nunca reaccionó para, al menos, buscar el descuento. Por el contrario, sufrió el tercer gol del local por parte de Sebastián Driussi, nuevamente, quien apareció solo por el costado derecho del área grande y definió entre las piernas de Aguerre.

De Felippe tendrá mucho trabajo a partir del lunes. Se encontrará con un plantel cabizbajo, sin respuestas ante los interrogantes futbolísticos que lo acechan. La prueba de lo mencionado fue este partido ante River, en el cual fue vencido sólo por 3-0 porque el rival así lo quiso.

Los goles