-¿Por qué empezaste a jugar handball?

-Arranqué a los 8 años jugando en el colegio y el profesor dirigía en el club Alemán de Lomas y llevaba a las chicas que tenía condiciones y así arranque, de categoría en categoría. A los 14 me convocaron en una preselección pero solo entrenaba. Ya en juveniles empecé a viajar y jugar en Panamericanos, y mi primer mundial en Canadá que salimos 6tas. En 2012 fui a jugar a Italia, primero en Sassari que salimos segundas y después en Salerno que ahí jugué la primera fase de la Champions.

-¿Que le falta a argentina para profesionalizarse?

-Acá el handball es muy amateur, tenés que pagar la cuota la camiseta todo. Yo creo que el deporte empieza a dar el salto de calidad cuando hay apoyo económico. Acá hay muchas canchas que no están en buenas condiciones y eso influye en el deportista. Yo creo que nunca va a llegar a ser profesional, está todo centrado en el fútbol.

-¿Volverías a jugar a Europa?

-Sí, me encantaría volver a jugar allá. De hecho volví por el proyecto de la Selección de prepararnos para los Juegos y entrenar todas juntas. Para la temporada que viene la idea es volver a irnos a Europa. A Italia no volvería por el hecho de querer una liga más competitiva. La idea es que después del Mundial de diciembre es buscar nuevos rumbos.

-¿Cómo fueron los momentos después de la derrota con Cuba?

-Fue una frustración muy grande, fueron dos días hasta llegar al siguiente partido de mucha tristeza. Nunca deseamos tanto en un objetivo y ver que se nos iba de las manos así era muy triste. Y la verdad era que nos teníamos que recomponer rápido porque el torneo seguía. Nunca imaginamos que Uruguay le podía ganar a Cuba y sucedió, estábamos muy nerviosas. Ahí pensamos que ya está, que era la chance para volver a clasificar. Después le ganamos a Chile y en semis a México y por suerte pudimos clasificar.

-¿Cómo surgió la idea de la promesa en el Lago Ontario?

-Nos preguntaron de TyC Sports que haríamos si clasificábamos y Victoria Crivelli tiró: “Bueno, nos tiramos al lago”. Y quedó, no había muchas opciones igual. Después la teníamos que cumplir, averiguamos por donde podíamos y fuimos. Nunca pensamos que iba a estar congelado (risas).

-¿Cómo fue ponerle “La Garra” al equipo?

-Hace dos años estamos con psicóloga en el CENARD, y nos incentivó a ponernos un nombre para lograr una propia identidad. En un momento fuimos Las Tigresas, Las Pibas, y la idea era conseguir un nombre que nos identifique más y no quede en la nada. Y en la primera gira de este año en Hungría nos dio la tarea de conseguir el nombre, y nos sentamos todas escribiendo las características del equipo y así surgió.