Tras la desastrosa organización de la III edición de los Juegos Olímpicos de Saint Louis 1904, la vuelta a Europa se sintió bien a este espectáculo deportivo. En un principio, Roma había sido elegida la ciudad para que se llevaran a cabo los Juegos, pero la erupción del volcán Vesubio provocó la renuncia del gobierno italiano a los mismos.
Londres se ofreció para ser la nueva sede y el Comité Olímpico Internacional acepto con gusto. En solamente dos años, se invirtió una enorme cantidad de capital proveniente del gran gesto de la monarquía inglesa para construir un nuevo estadio para 80 espectadores -llamado White City Stadium-, la primera pileta de natación olímpica (50 metros) y el abastecimiento de instalaciones y hoteles que ya existían.

Participaron 2.035 atletas de 22 países (1.999 hombres y 36 mujeres) en 110 eventos. Respecto al programa olímpico, se incorporan el yachting, el hockey sobre césped y extrañamente el patinaje sobre hielo, donde participó el único argentino en estos Juegos: Héctor Torromé, un importador de té que residía en Inglaterra, pero se decidió por representar a su país natal. Torromé finalizó en el séptimo puesto, superando a Nicolai Panin, considerado el mejor patinador de la historia de la escuela rusa.

El aspecto más relevante, y que hasta el día de hoy permanece vigente, fue la determinación de la distancia que los atletas recorrerían en la maratón, la prueba más importante de todo juego. Hasta ese momento era de 40 kilómetros, pero por un capricho del rey Eduardo VII para que su hija que había sido madre hace poco pudiera ver la salida de los maratonistas, se le agregaron 2km a la carrera. El día del comienzo de la misma, una fuerte lluvia provocó que el Comité Olímpico Británico decidiera que la prueba se extienda otros 195 metros para que la familia real pudiera ver la llegada de los corredores en su palco y no se mojara. De esta manera, quedaron implementados los clásicos 42.195 kilómetros.
El ganador fue el pastelero italiano Dorando Pietri, pero en los metros finales cae cinco veces al suelo y es descalificado porque los oficiales lo ayudaron a cruzar la meta.

Los deportistas hombres que ocuparan el podio de cada prueba recibirían las tradicionales medallas de oro, plata y bronce. Sin embargo, las mujeres solamente recibieron un simple diploma. Otro aspecto curioso fue, teniendo en cuenta los disgustos religiosos de Parios 1900, los organizadores decidieron que ninguna prueba se dispute un día domingo.

El país local, beneficiado tanto porque varias de las disciplinas solo eran practicadas en el Reino Unido como el raquetball y el crocket, como el fallo de los jueces y árbitros británicos posibilitaron que los deportistas de Escocia, Gales, Inglaterra e Irlanda del Norte -todos bajo la bandera de Gran Bretaña- se adueñaran por primera y única vez del medallero olímpico con 156 preseas (56 de oro).