Argentina, Brasil, Chile y Uruguay. Cuatro equipos en instancia de semifinales y 3 plazas para viajar a Francia en enero de 2017, a disputar, ni más ni menos, el Mundial. En resumen, el cuarteto de Sudamérica sabía que los dos equipos que clasificaban a la final ya tenían asegurado su pasaje de avión. Y el tercero, se definiría en un partido que significaría mucho más que la subida al podio.

Para evitar el enfrentamiento a matar o morir, mañana desde las 16:30 por el tercer puesto ante Chile o Uruguay, los dirigidos por Eduardo Gallardo y los de Jordi Ribera iban por todo en afán de continuar con vida en el torneo. Los brasileros sabían que si ganaban dejaban afuera a su verdugo de las tres últimas ediciones, en los años 2010, 2012 y 2014. Por otro lado, los locales querían avanzar a la siguiente fase y no solo asegurarse así la clasificación al próximo Mundial, sino también estar un paso más cerca de conseguir el tetracampeonato.

En el arranque del encuentro, dominó Argentina. Efectivos lanzamientos, sumados a imprecisiones de los visitantes en ataque y a la enorme presencia de Matías Schulz, que tuvo un 60% de efectividad en los primeros diez minutos de juego, posibilitaron que el tanteador marcara un parcial de 3 a 2 a favor de los albicelestes. El extremo izquierdo Federico Fernández se transformaba en goleador del partido, con 3 goles de 5 en los primeros 15 minutos, y con un partido apasionante que estaba igualado.

Los goles desaparecieron entre los gritos de un Tecnópolis completamente lleno, y la red brasilera volvió a inflarse cuando Federico Fernández convirtió su cuarto gol personal y el sexto para su equipo, producto de misil disparado desde los 7 metros. Del otro lado, sin embargo, Brasil respondía de la mano de Jose Toledo, y Fabio Chiuffa ponía a su equipo arriba por uno.

A los 24 minutos de juego, Thiagus Santos fue excluido y los locales pasaron al frente por medio de dos joyitas: primero, un fly de Adrián Portela a Sebastián Simonet, ovacionado por todo el estadio. Luego, un gol del menor del clan Simonet desde el área defendida por los argentinos, ya que el arco rival estaba vacío.

Como en cualquier deporte practicado por argentinos se juega sufriendo, dos errores en ataque provocaron que Brasil retomara la delantera, producto de dos contraataques. Un globito de Sebastián Simonet sentenciaría la historia de la primera mitad, y el tanteador marcaba un empate en 7 y un segundo tiempo no apto para cardíacos.

Pocos segundos habían pasado cuando Sebastián Simonet manifestó una molestia en la cara, y su equipo procuraba no sentir su ausencia. Al minuto de juego, Chiuffa anotó su quinto tanto personal y marcaba un parcial de 10 a 9. Otra atajada de Schulz, en este caso evitando un contraataque, produjo que se levantara nuevamente la gente, y un lanzamiento de Vieyra igualaba el tanteador.

A lo largo de todo el encuentro, los árbitros alemanes sancionaron duramente las infracciones producidas tanto de un lado como del otro. En 9 minutos de juego, por primera vez en el partido la diferencia fue de dos goles a favor de los locales, en una clara muestra de lo cerrada que fue la batalla. Los dirigidos por Jordi Ribera, sin embargo, no planeaban ceder terreno, y a los 12 minutos volvían a igualar el tablero.

Brasil comenzó a encontrar los espacios: mediante penetraciones y pases al pívot, logró una diferencia de cuatro a 11 minutos del final. El técnico argentino hizo ingresar al Negro García en el arco local, y en su primera aparición atajó una pelota clave para que los rivales no se alejaran.

Sin embargo, enfrente estaba el enorme Maik Santos, que bloqueaba los lanzamientos argentinos. A falta de 5 minutos para el final, la diferencia de 4 seguía vigente, y atacaban cuatro jugadores brasileros contra cinco defensores locales. Faltando 4 minutos, el de los goles imposibles puso el tanteador 20 a 18. Pablo Simonet clavaba la pelota en el ángulo izquierdo del arquero. Un contraataque de Chiuffa, atajado por García, le daba vida al conjunto albiceleste, pero tres balazos verdeamarelos a falta de dos minutos para el final marcaban una diferencia de cinco goles.

Argentina pudo acercarse, y el resultado final fue de 23 a 20, pero no le alcanzó para llegar a la final del torneo que organiza. Mañana irá por el pasaje a Francia, y su rival saldrá del encuentro entre Chile y Uruguay. Brasil, por su parte, continúa siendo el único equipo invicto en la competencia; vive su fiesta y, ya que de fútbol no puede hablar, disfrutará de la final que lo tiene como candidato a quedarse con el título.