El sagrado césped de Londres vuelve a ser cubierto tras un magnifico torneo lleno de sorpresas y emociones. El sábado Serena Williams se consagró al derrotar a Angelique Kerber y el domingo Andy Murray batió al canadiense Milos Raonic. Además, las hermanas Williams conquistaron el dobles femenino, Hugues-Herbert y Mahut el dobles masculino y Kontinen acompañado de Watson el mixto.

El británico está en uno de los mejores momentos de su carrera. Se mantiene firme en el segundo puesto del circuito ATP. Llegó a la final de los tres Grand Slam del año pero había caído en el Australian Open y en Roland Garros frente a Novak Djokovic. Ante la ausencia del serbio, Murray se pudo dar con el gusto de volver a ganar el Wimbledon, como lo había hecho en 2013. Esta vez el rival fue Milos Raonic, a quien derrotó hace menos de un mes en la final del Queen’s Club también en Londres.

En el primer set Murray fue intratable y metió mucha presión ante un rival que no podía ocultar sus nervios de jugar su primer final de un Grand Slam. Raonic fue impreciso y no pudo doblegar al escoses en ningún momento. Por su parte, Andy opto por la tranquilidad y por realizar jugadas sencillas pero concretas, sin arriesgar demasiado. En cuarenta minutos, se quedó con la primera disputa por 6-4.

En el segundo set, la actitud del siete del mundo cambió totalmente. Milos comenzó a jugarle de igual a igual y se pudo apreciar un set mucho más parejo y atrapante. Con el uso impecable de su revés logró obligar la definición por tiebreak, ya que Murray no había perdido la precisión. Ya en el tiebreak, en una lucha muy reñida, el británico pudo sacar la ventaja necesaria para quedarse con el segundo set y acercarse a la consagración.

En el tercer y último set nuevamente los tenistas brindaron un partido con muchas jugadas dignas de ser vistas nuevamente. Pelotas muy finas y ajustadas deleitaron al público y aumentaron la tensión de Londres. Raonic demostraba mucha actitud pero seguía cometiendo errores no forzados y, mostraba muchas falencias defensivas que Murray supo aprovechar para conseguir la victoria. El británico por su parte, se plantó muy firme y no cometía errores, pero Raonic era muy agresivo cuando le tocaba sacar. De esta manera, con cada uno manteniendo su servicio, el set desembocó en un nuevo tiebreak. Aquí Murray sacó a la luz su mejor versión, ganó su primer saque y quebró los dos primeros del canadiense para acariciar la copa. Finalmente se quedó con la definición por 7-2, para poner 7-6 en el set y ganar el partido. Entre gritos y lágrimas, Andy Murray reclamó el trofeo de Wimbledon. Ahora piensa en los Juegos Olímpicos de Río.

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Maximiliano Le Rose
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