¿Puede la materia teletransportarse? ¿Y la energía? Estamos aún muy lejos de construir un ingenio que nos lleve de un lado a otro del Universo, pero la teleportación es algo tan real en el mundo cuántico como en el mundo del deporte. Los últimos avances en el mundo científico y el estudio de la física cuántica así parecen demostrarlo, pero en lo referente al deporte y muy especialmente en lo que atañe al atletismo, existen una serie de figuras muy reales pero cercanas a la irrealidad, a la ciencia ficción por sus hazañas deportivas, que demostraron poseer la alquimia perfecta para encontrar ese secreto de la teleportación. La mezcla perfecta de los diversos elementos, la aleación de la preparación física, psíquica y una respuesta biomecánica que los convierte en atletas con una excepcionalidad tal que juguetea con el mito y la ciencia ficción, estableciendo marcas y techos deportivos difíciles de batir y olvidar. Entre ellos destaca de forma muy especial Sergey Bubka, el genio que quería volar. Un hombre transfigurado en pájaro: "Me sentía como un pájaro, por un lapso muy breve, sí, pero como si fuera un pájaro. Volaba”. Como Leonardo, otro de aquellos genios que quiso volar, pero a diferencia del maestro Da Vinci lo consiguió.

Aquel cuya marca de 6.15 en pista cubierta ha permanecido como techo inalcanzable durante dos décadas para dos generaciones de pertiguistas. Sin duda poseedor del secreto de la teleportación, que con su vuelo pudo viajar de un lado a otro del Universo del atletismo y que fue testigo en Donetsk (Ucrania), muy cerca de casa, de cómo un atómico y pequeño atleta francés lograba encontrar el vuelo bueno para romper su mítica marca. Uno de las marcas más antiguas, que ha permanecido inalcanzable para muchos mortales, no así para Renaud Lavillenie, al que por tierras galas ya conocen con el sobrenombre de "Le Napoléon de la perche" y no solo por la menguada estatura que posee para la especialidad (1,77 m) sino por la grandeza de la campaña conquistada. No en vano Lavillenie ha coronado con éxito uno de los techos del mundo del atletismo, hablamos de Bubka, de ciencia ficción, de teleportación con una pértiga…

Y lo ha conseguido uno de esos atletas que tienen grabada en la mirada la palabra ambición, que en cada zancada deja la huella de la superación, uno de esos deportistas que no sitúan su techo en una marca sino que se retan constantemente a sí mismos. El caso de Lavillenie es especial, puesto que a nadie se le escapa que Bubka siempre estuvo ahí, pero nunca se obsesionó con ello. Renaud no es el más alto, ni el más rápido, ni el más fuerte, pero cuando agarra una pértiga parece haber tomado la Lanza de Longinos y bajo el asidero de la leyenda ataca el saltadero con una velocidad tremenda que le lleva a elevarse hacia esos límites de altura en los que la realidad se diluye con la ciencia ficción. Tampoco sorprende que lo haya conseguido Lavillenie, pues este atleta porta en sus genes el atletismo, la competición, su abuelo Jean era un apasionado de la pértiga y su padre Gilles fue atleta amateur con la garrocha.

Nacido el 18 de septiembre de 1986 en Barbezieux – Saint Hilare, en el distrito de Cognac, convirtió desde pequeño la pértiga en su juguete preferido, aquel que compartió con su hermano Valentin. Campeón del mundo 'indoor' en 2012, campeón olímpico en los juegos de Londres, con una plata y dos bronces en los Mundiales al aire libre, aun ve lejana la marca de Bubka en ‘outdoor’, pero ante atletas de este calibre no hay nada inimaginable. Lavillenie como él mismo dice ha entrado en otra dimensión; es digno representante y sucesor de la buena tradición francesa en la modalidad, que históricamente cuenta con plusmarquistas mundiales como Thierry Vigneron, Philippe Houvion, y Pierre Quinon, por lo que su cita con la historia era solo cuestión de tiempo.

En febrero de 1993 Bubka saltó en Donetsk hacia esos 6,15 en los que situó la línea que separa la realidad de la irrealidad; solo dieciséis atletas habían conseguido superar la barrera de los seis metros desde entones (Bubka lo hizo en 45 ocasiones) y veintiún años más tarde Sergey lo contempló desde la grada, los veintidós pasos y las últimas seis zancadas a ritmo de velocista (unos 10 metros por segundo) que empleó Lavillenie para atacar la leyenda, el vuelo estratosférico, la mirada emocionada de Bubka, que por fin veía a un compañero coronar el Monte Olimpo. Un instante después el aterrizaje del atleta francés, que tocó emocionado la colchoneta, pero que tardará mucho tiempo en bajar a la tierra, pues según aseveran todos los expertos con Lavillenie se puede abrir una nueva era en la historia de la pértiga, pues su manera de atacar el listón con la pértiga de 5.20 asentada desde los JJOO de Londres en los que fue campeón, augura un futuro muy prometedor para la modalidad. Su progresión en este 2014 ha sido sencillamente espectacular, el 25 de enero batió el récord de Francia en Rouen, con 6,04, y el día 31 saltó 6,08 en Bydgoszcz, convirtiéndose en el segundo hombre de la historia en superar los 6,08 metros, anunciando así que Bubka era un reto de ciencia ficción, pero no imposible.

No todos los días se consigue descubrir el secreto de la teleportación, y con Renuad “Le Napoléon de la perche", al que Bubka ve llegando a la ingravidez y el vértigo de los 6.30, 6.40, la pértiga ha descubierto la demostración física y deportiva de que la materia puede teletransportarse…