En el Nido, como en Blade Runner, se vieron cosas que nunca creeríamos. El atletismo ha cambiado tanto sus jerarquías y costumbres en los últimos años que un keniata regaló a África la primera medalla de ese continente en la jabalina, una disciplina históricamente europea. El continente negro conquistó también los 400 metros, una prueba casi siempre estadounidense. Kenia alcanzó los seis oros; Estados Unidos, la gran potencia, solo ha logrado uno superado el ecuador del campeonato. Algo más que una casualidad. Los dos atletas que volcaron las estadísticas lo hicieron a lo grande. Julius Yego soltó el brazo hasta los 92,72 metros, la tercera marca de la historia. Wayde Van Niekerk, de 23 años, corrió en la cuarta más rápida (43,48s). Ambos arrastraron sus pruebas a la excelencia estableciendo el valor más alto de las medallas que se recuerda.

'Mr Youtube' hace historia

Yego, de 26 años, es la excepción en un país de mediofondistas, fondistas y maratonianos, que también ha vencido en 400 metros vallas en Pekín. Mientras todos corren, él lanza en un territorio sin tradición ni medios para pruebas tan técnicas. Lo llaman ‘Mr Youtube’ porque gracias a los vídeos de esa página web, símbolo inequívoco de la globalización, aprendió el proceso de carrera y lanzamiento de los mejores, especialmente del doble campeón olímpico noruego Andreas Thorkildsen, ausente en el Nido. Yego ya rozó el podio en el último mundial. Su crecimiento ha sido imparable. Este año superó la barrera de los 90 metros, la que separa a los mejores de la historia. Era el favorito. Y no solo venció, mejoró 1.34 metros su marca con su brazo imparable. Tan superior que pudo permitirse saltarse dos rondas y otro nulo. Era el campeón indiscutible.

Tras él, inaudito, otro africano, el egipció Ihab Al Sayed, que compitió como los más grandes. En 2014 ya se acercó a los 90 metros en la Liga de Diamante, pero este año partía más discreto. Arriesgó siempre, mejoró su marca del año en dos ocasiones, la únicas dos válidas, y llevó el artefacto a los 88,99 metros. Tuvo que aparecer un clásico, el más veterano de los finalistas, para conservar algo de la vieja tradición. Tero Pitkamaki, hijo de Finlandia, el país que más ama la jabalina, tiró de experiencia y calidad en el cuarto tiro (87,64m) y pudo acceder al único cajón del podio abierto a Europa. A su espalda, los tres alemanes y el checo Vesely, actual campeón, debían resignarse al nuevo orden.

Niekerk arrastra a la excelencia

Van Niekerk pagó un alto precio para colgarse el primer oro que no llega de América desde Roma 1987. Contra la lógica de la vuelta a la pista, que invita a regular la carrera para no recibir un subidón paralizante de ácido láctico, el sudafricano no se guardó casi nada desde el inicio. Llegó primero a la recta y nadie pudo derrotarlo. Cuando todos esperaban que el inexperto cuatrocentista se clavara en los metros definitivos, Van Niekerk resistió estoicamente a la velocidad y entró espléndido, a solo tres décimas del récord mundial de Michael Johnson. Demostró ser un maestro del disimulo, pues en lugar de celebrar su oro permaneció diez minutos boqueando sobre el tartán y necesitó ser retirado en camilla. Su esfuerzo sobrehumano provocó la mejor final de 400 metros que se recuerda con tres atletas por debajo de 44 segundos. Hasta LaShawn Merrit, el más prestigioso de los finalistas con dos oros mundiales, mejoró su marca a estas alturas (43,65s) para superar al campeón olímpico Kirani James, que reguló más de lo que la final exigía (43,78s). Con tal panorama, a Luguelín Santos, el rayo de la última recta, volver a batir el récord dominicano (44,11s) solo le sirvió para ser cuarto.

Obstáculos de infarto

El sexto oro de Kenia llegó en un campo más conocido, los 3.000 metros obstáculos. Tras los años de estreno de la prueba de dominio ruso, África ha llegado por fin a la versión femenina de su especialidad favorita. Sin la barrida de los chicos, la carrera solo se definió sobre los cuadros finales, con tres mujeres esprintando en 14 centésimas. Hyvin Jepkemoi (9.19.11) se impuso por un milímetro pese a su deficiente paso de la última ría. "Esta victoria seguro que cambia mi vida. Animo a todas las jóvenes de Kenia a correr este evento", declaró después encantada. Derrotó a la líder del año, la tunecina Habiba Ghribi (9.19.24), y a la alemana Gesa Krause (9.19.25), que emergió sorprendentemente primera tras el obstáculo de la recta final. A Jepkemoi no le pesó marcar el ritmo del grupo en las primeras vueltas de una final táctica en la que a la estadoundense Emma Coburn le fallaron las fuerzas al final, y en la que naufragaron la etíopes Sofia Assefa y Hiwot Ayalew, las más fuertes en el último año, siempre tapadas y obligadas a remontar en el liso sus problemas con los obstáculos.

El triunfo de los bajitos

Si la pértiga masculina derrotó al mejor, Lavillenie, la femenina sí encumbró a su equivalente. La cubana Yarisley Silva no domina la especialidad con la superioridad del francés, pero, como él, es la más chata de la élite. Su escasa estatura (1,62m) le obliga a exhibir una brillante técnica para elevar su cuerpo más de un metro respecto a donde le deja el listón. La clave, entrar rapidísimo al cajetín. Así lo mostró en la final, donde tuvo que remar en contra de los nulos para terminar imponiéndose tras 11 saltos. Derribó dos veces en 4,70m, otra en 4,80m y solo a la tercera y contra las cuerdas superó 4,90m, tan alto como nadie y con mucho margen, pese a que su brazo dejó temblando el listón. Todavía le quedaron fuerzas para intentar convertirse en la tercera mujer en la historia por encima de los cinco metros, pero había gastado demasiadas energías. En un concurso más limpio le peleó la victoria hasta el final la brasileña Fabiana Murer, que brincó 4,85m a la primera y solo falló un intento en 4,80m. La griega Nikoleta Kyriakopoulou se colgó el bronce con 5,80m tras una final ambiciosa, donde se guardó dos intentos de oro en 4,90 metros.

En la otra final del día, los 400 metros vallas, llegó, por fin, la victoria europea. La checa Zuzana Hejnova se recuperó de su año negro de lesiones con una recta imperial, a la que ya entró primera. Marcó el tiempo más rápido del año (53,50s) para defender su título e imponerse a las estadounidenses resistentes Shamier Little (53,95s) y Casandra Tate (54,02s).

Bolt impresiona en semis

Para mañana quedan, entre otras cosas, la esperada final de los 200 metros, el segundo asalto del combate estelar entre Usain Bolt y Justin Gatlin. Las semifinales les señalaron como los más fuertes sin discusión, los únicos que bajaron de 20 segundos. Las marcas, sin embargo y como se demostró en los 100 metros, no son todo. Gatlin corrió más rápido (19,87 por 19,95s), pero Bolt, además de bajar de 20 segundos por primera vez este año, impresionó por su facilidad. Sin forzar un gramo más que en la primera ronda, un Bolt muy serio y concentrado dejó de empujar a los 140 metros mientras la inercia le llevaba otros 60 metros. Gatlin quiso guardarse también alguna carta, pero su cuerpo apretó hasta que faltaban 20 metros para la meta. A las 14:55 del jueves, de nuevo el Bien contra el Mal, el imbatible frente al viejo campeón.