Cada imagen que llega del espacio sobre el diminuto planeta que es la Tierra proyecta la visión de su luz iridiscente, verdosa y azul, increíblemente bella. La aureola verdosa, la personalidad cósmica del mar, de sus océanos, inmensos espejos vivos que cubre gran parte del globo terráqueo, también  de los cada vez más escasos bosques, sabanas y llanuras, que aportan el inenarrable cuadro multicolor de una esfera terriblemente maravillosa pese a la acción autodestructiva del ser humano. Un ser humano que en ocasiones rompe su natural barrera de la vulgaridad trascendiendo a su propia existencia, convirtiéndose en algo realmente único, la perfecta simbiosis entre su rol de predador  y de presa.

Es complejo divisar desde el espacio la sabana africana, hábitat natural que posee una cualidad en común con un veloz ser que hace del tartán su territorio de caza y huida. Desde la Estación Espacial Internacional es prácticamente imposible captar la escena, pero como describiría maravillosamente Don Félix Rodríguez de la Fuente, en una acacia solitaria una hembra de guepardo emprende su sigilosa búsqueda de comida con el objetivo de alimentar a sus tres crías. Duma, como se llama en swahili a este carnívoro, estira su elástica y fibrosa musculatura poco antes de acechar a un grupo de Gacelas Thompson, que cortan velozmente el vaporoso y caldeado viento africano. Ágiles, gráciles, y esbeltas, con el desarrollado sentido de la viveza de la presa, se muestran ciertamente inquietas ante la detectada presencia del depredador.

Usain Bolt, mitad gacela, mitad guepardo

Foto: tigrepelvar.wordpress.com
Foto: tigrepelvar.wordpress.com

Las dos conspicuas líneas negras que descienden desde el ángulo interno de los ojos hasta la comisura de los labios, representan la metáfora pictórica de la velocidad. La de un felino devastador que es absolutamente único y diferente al resto en las técnicas de caza. Podría ser un galgo disfrazado de felino, el velocísimo perro cazando una liebre, pero es un guepardo, su cansina forma de deambular le delata, especialmente por su explosivo estilo. Confía de tal manera en su vertiginoso desafío a la velocidad de la luz, que se lanza con su moteado pecho al descubierto para atrapar a su presa en pleno campo abierto. Es el Cheetah (nombre en inglés) en acción, el animal más veloz del planeta, para el que las praderas y llanuras abiertas del norte de Tanzania y Kenia meridional constituyen su tartán olímpico.

Enclave natural en el que su presa, la gacela Thomson, deja igualmente muestras de sus bellísimas líneas estéticas y sus facultades atléticas. Sus patas largas y finas constituyen la morfología aerodinámica casi perfecta para convertirse prácticamente en inalcanzable para todos los depredadores, excepto para uno de ellos. La gacela puede alcanzar velocidades increíbles, pero el guepardo puede llegar e incluso superar los 96 km/h. Los guepardos pueden aumentar su velocidad en casi 10 km/h. en un solo paso, es más, un guepardo puede llegar a ejercer en su carrera cinco veces más energía por kilogramo de peso, que la que puede ejercer Usain Bolt, ese ser transmutado en aire al que se hace referencia como elemento humano transgresor de su propia especie. Un hombre con mucho de galgo, pero mitad guepardo, mitad gacela. Velocista jamaicano cuyo secreto radica en su espectacular aceleración, pues como el guepardo, Bolt nació para ser depredador de distancias cortas y presa de reacción atómica.

Bolt en la voz de Felix, los cien como escena de caza

Foto: www.usatoday.com
Foto: www.usatoday.com

Por ello contemplar a Usain constituye el regreso a las llanuras de Tanzania, quizás recordar la voz del amigo de los lobos, el añorado Don Félix, porque de una carrera de Bolt parece surgir el eco lejano de su grandísima oratoria, su envolvente voz. La carrera de Bolt motiva a la imaginación, al relato del maestro Félix sobre la escena de caza, una aventura apasionante e insólita transcurrida en apenas diez segundos. La voz de la biosfera en la zancada del hombre medio guepardo y gacela que persigue a las estrellas. Porque Bolt es el milagro de la adaptación al medio, la vida con estrellas mayúsculas, la que distingue al planeta azul de todos los demás astros del sistema solar, capaz de crear seres tan maravillosos como el galgo, la gacela, el guepardo y a Usain Bolt. Cuentan los biólogos y naturalistas que le han visto correr, que jamás vieron a un ser humano interpretar con semejante fidelidad la escena del trepidante pulso de velocidad entre el depredador y la presa. Contemplar al jamaicano Usain Bolt, es como revivir un capítulo del Hombre y la Tierra, escuchar nuevamente la Aventura de la Vida. Por ello el desgarro de grado uno en el tendón de la corva sufrido por Lightning Bolt, hace saltar las alarmas de todos aquellos aficionados al atletismo que no conciben una carrera de los cien sin la presencia del animal más veloz de todos los atletas. Un ser surgido de la voz de Félix y los experimentos de la Isla de Jamaica, la Isla del Dr. Moreau de nuestro tiempo.

El desgarro que mantiene en vilo a los aficionados

El citado desgarro puede dejar fuera de los JJOO de Río a uno de los espectáculos más brillantes y estéticos del panorama deportivo mundial. Nadie puede concebir unos Juegos sin Usain, una escena de caza de un guepardo sin la voz de Félix, por ello todo aficionado al atletismo espera y desea ansiosamente su recuperación, su reaparición el próximo 22 de julio, cuando correrá en un evento en Londres por el aniversario de los Juegos Olímpicos de 2012. Será entonces cuando el mundo podrá comprobar su estado, la evolución de Usain, las posibilidades reales que existen para que en Rio-2016 repita  la hazaña de ganar un "Triple": los 100, 200 y 4x100 metros por tercera vez consecutiva después de Pekín-2008 y Londres-2012. Pues Bolt es la escena de la presa y el depredador, es la voz de Félix, es puro mito griego, las olímpicas sandalias aladas de Hermes.

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Sobre el autor
Mariano Jesús Camacho
Diez años escribiendo para medios digitales. Documentalista de la desaparecida web Fútbol Factory. Colaboré en la web deportiva italiana Sportvintage. Autor en El Enganche durante casi cuatro años y en el Blog Cartas Esféricas Vavel. Actualmente me puedes leer en el Blog Mariano Jesús Camacho, VAVEL y Olympo Deportivo. Escritor y autor de la novela gráfica ZORN. Escritor y autor del libro Sonetos del Fútbol, el libro Sonetos de Pasión y el libro Paseando por Gades. Simplemente un trovador, un contador de historias y recuerdos que permanecen vivos en el paradójico olvido de la memoria.