ÁMSTERDAM. La imagen de su padre y entrenador, José Antonio Ureña, hundiendo la cabeza entre los manos, agachado sobre la valla que separa la pista de la grada en el Olímpico de Ámsterdam hablaba por sí sola. El niño había vuelto a arruinar un decatlón, el que iba para ser el mejor de su vida. Uno, dos y tres. Tres nulos en disco, el talón de Aquiles de Jorge Ureña le dejaron sin puntos en la séptima prueba de la combinada, sin optar a las medallas y con la mínima olímpica, que tan bien encaminada iba, casi imposible (necesitaría casi 1.000 puntos en cada prueba). El alicantino prometió el martes haber mejorado la prueba que se adapta peor a su baja estatura, pero no consiguió demostrarlo en Ámsterdam. No supo gestionar la tranquilidad que le debería haber aportado su gran decatlón, su marca personal (13,95s) en los 110 metros vallas a primera hora de la mañana que lo situaron en segunda posición solo superado por el ucraniano Oleksiy Kasyanov.

La decepción de Ureña se cruzó en la encapotada mañana holandesa con comodidad de Bruno Hortelano, el talento español de la velocidad que ha llegado a Ámsterdam dispuesto a comerse el mundo. Pasó con el segundo mejor tiempo a las semifinales de 200m, donde se encontrará con los 12 más rápidos del año. Por esa tabla puede escalar él, que se ve capaz de pulverizar el récord de España (20,47s) después de ganar su serie con 20,55s sin forzar.

Corrió a tope entre los 70 y los 140 metros y después se dejó llevar. Miró a su izquierda, como Bolt. Terminó el trabajo, saludó a su familia y pasó por la zona de entrevistas como un veterano curtido y parco en palabras. “La pista está bien,yo me he encontrado caliente”, disparó. ¿Y los 100m, en los que esta tarde hay semifinales y final en tres horas? “Voy a volar”, zanja, sin dar una marca. El récord nacional de hace dos semanas en Madrid (10,06s) también peligra. “No me asusta correr varias carreras muy seguidas, lo hago en EEUU. Ahora cambio de chip para el 100”, tranquilizó.

Otra final europea para Torrijos

Más hablador apareció Pablo Torrijos, el castellonense se reía de su desdicha. Casi tres horas en pista para dos saltos, 16,46 y 16,58 metros que valían un pasaporte con la octava marca a la final de triple salto del sábado. “Y lo he hecho sin correr a tope al final, sin llegar hasta la tabla, asegurando”, advirtió Torrijos, prometiendo un gran margen de mejora para la final. Las medallas quizá valgan 17 metros, una distancia que no alcanza desde que fuera subcampeón de Europa 'indoor' en Praga en marzo de 2015. “Hasta ahora no he buscado los 17 metros, solo la mínima olímpica (16,85m) pero saldrán este año, estoy seguro”. En ese podio se encontró con el portugués Nelson Évora y el rumano Marian Oprea, dos viejos rockeros, que no lograron meterse en esta final. “Me ha dado pena, estoy triste por ellos porque los admiro”, dijo sin ningún afán de venganza juvenil. A los triplistas les afectó una hora y media de parón porque se rompieron todas las tablas del pasillo y hubo que inventar un sistema nuevo.

Sin Kevin, avanzan los ochocentistas

También brillaron los ochocentistas, a pesar de que una lesión en el pie apartó a Kevin López, el líder del trío, que no quiso forzar para los Juegos de Río. Daniel Andújar tuvo que apretar en los últimos 200m para no quedarse fuera, y eso que salió la carrera que preveía. “Esperaba una carrera táctica y como yo soy rápido en 400m tenía claro que no iba a tirar. Pero tácticamente ha sido mala, me he visto encerrado, he tenido que frenar y salir fuera. Me he desgastado más de la cuenta, pero por un momento me asusté. Soy superior a ellos y lo he demostrado”. La comodidad de la primera vuelta se trasformó en susto cuando el polaco Adam Kszczot adelantó a todos y Andújar se vio encerrado. Corrió pero no encontró demasiadas dificultades para llegar a la espalda del polaco (1.49.57).

Ahora se ve con opciones de estar en la final. Menos optimista es Álvaro de Arriba, que había salido antes. Pensó una carrera con el francés Bossé en cabeza, pero el galo hace tiempo que cambió su táctica. Se vio primero y así estuvo gran parte de la carrera. “Pero sin ir fuerte”, aclara. En la campana dejó pasar al sueco. “Confiaba en mi final, pero a falta de 80 metros he sentido un toque en la zapatilla. Daba igual porque físicamente estoy muy bien”. Esprintó para entrar tercero sin forzar al máximo (1.48.62). Para las semifinales los dos esperan una carrera táctica en la que mostrar su potencia final. “Y correr con Kszczot”, apunta De Arriba, que ve una prueba muy igualada.

Estela García queda fuera del hectómetro

Estela García corrió con el tacón del pie vendado y no se llevó ninguna decepción por quedarse fuera de los 100 metros lisos a la primera, quinta de su serie (11,64s), dos décimas más lenta que este año. “Estoy muy cansada”, suelta casi antes de preguntar. “Toda la chispa me la dejé ayer. Mi fuerte es la salida y cansada me cuesta más”, explicó la velocista catalana, que el miércoles corrió dos carreras de 200m y dijo estar “en bajada” tras lograr la mínima olímpica. Estela salió tan mal en el hectómetro que pronto perseguía al resto por la recta de Ámsterdam. Consiguió recuperar en el último tramo y adelantar al resto. Le faltaron tres centésimas para meterse, aunque sus esperanzas ahora están en el relevo corto, donde se ve capaz de entrar en la final.

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Sobre el autor
Ismael Pérez
25 años. Periodista. He cubierto los JJOO de Londres y Sochi para Somosolimpicos.com y los grandes campeonatos de atletismo desde 2011, en Praga y Ámsterdam como enviado especial. @Ismael_Prz