ÁMSTERDAM. La lluvia de verdad cayó por la mañana, pero el chaparrón metálico vino por la tarde. Fueron dos horas mágicas que recordaron tiempos pasados y no tan cercanos. Oro, plata y bronce. Tras el tercer título de Ruth Beitia el jueves para abrir boca, España despegó en el Europeo de atletismo de Ámsterdam con sangre fresca e inédita. Ni Bruno Hortelano ni Sergio Fernández ni Antonio Abadía habían pisado nunca un gran podio en un campeonato mayor. Lo hicieron, además, explorando territorios inéditos, un campeón de 200 metros lisos y un subcampeón en 400 metros vallas, finales vedadas hace muy poco, cuando los de la rojigualda eran 'los africanos de Europa'. Lo quiso destacar Abadía, éste sí medallista en una prueba clásica como los 10.000m, en una frase: “Somos un deporte joven, limpio y polivalente”.

Las letras grandes se las lleva Hortelano, el nombre y hombre del año. 24 horas después de rozar el cajón en los 100 metros se aupó hasta lo más alto en el de 200 metros. A la meta llegó segundo, pero poco después los jueces descalificaron al local Churandy Martina, el campeón también de 100m que hizo explotar de nuevo al estadio. El veterano pisó la línea de otra calle. Todos se enteraron antes que Hortelano, solo consciente al llegar a zona mixta y hablar con los periodistas. El madrileño nacido en Australia se llevaba las manos a la cabeza. “Voy a llorar con el himno”, le salió como primera reflexión, antes de dedicárselo a su abuela, "Isabel Fernández Izquierdo, que con 90 años irá a verlo a Río", exclamó, entre orgulloso y emocionado. 

Hortelano estaba orgulloso de cómo había corrido la curva, pero la clave de una carrera disputada con viento en contra de 0'9m/s y en la que no pudo rebajar el récord de España de semifinales (20,45s por 20,39s) unos minutos antes, fue su resistencia a la velocidad. Entró en la recta persiguiendo a rivales como el proprio Martina el turco Ramil Guliyev, al que acabó pasando (20,51s) y el británico Daniel Talbot, bronce (20,56s). Salvo Martina, ninguno estuvo tan fuerte en la recta final. También jugó a favor su cabeza. Controla todos los detalles. Dos horas antes, tras pasar las semifinales con el segundo tiempo, explicó cómo había ralentizado intencionadamente los primeros metros para llegar fresco a la recta final, dónde se encontraría con el viento en contra. A Hortelano no parecieron pesarle las cinco carreras en dos días, ya que la organización colocó las finales de 100 y 200 metros en días consecutivos. Acabados los 100 metros prometió dormir sin despertador para recuperarse. La noche de Ámsterdam debió sentarle bien.

Fernandez, plata al que se lo cree

Antes de Hortelano España había tenido otro pionero. Como buen navarro podría haber estado corriendo los sanfermines, pero prefería un reto mayor, demostrar que no hay límites en una prueba de poca tradición en el atletismo español. Que todo es proponérselo. “He entrado en la última recta, he visto a todo ahí y he pensado: aquí va a ganar el que más huevos tenga”. Sergio Fernández resume así su gesta, la de un desconocido para el gran público hace unas semanas, la un subcampeón de Europa de 400 metros vallas, el primer medallista español de la prueba, desde esta tarde.

Fernández no se arrugó en su segunda aparición en un gran evento absoluto. No tiró del pretexto de la experiencia, de venir a aprender, no se impresionó por un estadio con tanta historia lleno de camisetas naranjas. Mezcló el arrojo con el cálculo. “He visto que hacía viento y que en una final todos salen con mucha ambición, sabía que controlando a los rivales y el tiempo podría estar en medalla”, desveló después sobre el porqué de su salida tranquila. Se lanzó a por la primera valla pero después reguló en la curva, hasta el tercer obstáculo. Al lado le pasaba como un avión el vigente campeón, el suizo Kariem Hussein, al que vengaría al final.

Llegó a la recta de 'los huevos' cuarto. Apretó los dientes mientras a su lado trastabillaba el noruego Karsten Warholm, uno de los mejores en las rondas previas. A la última valla entró tercero, con Hussein todavía por delante. En la parrilla de meta lo dejó atrás. Solo el gran favorito, el turco de origen cubano Yasmani Copello era inalcanzable. Fernández calculaba el jueves que tendría que bajar de 49 segundos y batir el récord de España de Alonso Valero en 1987 para optar a las medallas. No le hizo falta. Con 49,06s le sirvió, a ocho centésimas del oro y cuatro sobre el suizo. Suficiente para hacer historia.

Abadía, arrancada final de bronce

Con Hortelano celebrando su oro, con Sergio Fernández recibiendo felicitaciones, Toni Abadía se puso en marcha en una final de 10.000m que, como preveía, se corrió al ritmo suicida que marcaron los keniatas nacionalizados turcos Polat Kemboi Arikan, oro (28.18.52) y Ali Kaya, plata (28.21.42). Simplemente hicieron otra carrera y acabaron doblando a los más rezagados. La disputa iba a estar en el bronce en una final con solo 11 atletas. La ausencia del británico Andy Vernon facilitaba aún más el premio. Seis resistían en otra zona de la pista y tres eran españoles. Juan Antonio Perez termino sexto (28.37.42) y Daniel Mateo, séptimo, mejoró su registro de siempre (28.43.03) en lo que, dijo después, vivió como un “meeting”. Al estirón del ucraniano Dmytro Lashyn respondió Abadía, que dejó hacer la carrera al británico Dewi Griffiths y se pegó a su ritmo. En la última contrarrecta los dejó sin respuesta, con 200 metros de honor para celebrar el bronce (28.26.07). El aragonés se colgó la primera gran medalla y, sobre todo, dijo haber encontrado su prueba después de probar el cross, los 3.000m obstáculos y los 5.000m (donde será olímpico).

En la zona de entrevistas, mientras arriba rugía el estadio con la victoria de Dafne Schippers en los 100 metros, Abadía recibía la felicitación de Sebastian Martos, otra vez cuarto, como en Zúrich, en la final de 3.000 metros obstáculos. “Si al que gana varias Champions se la dan en propiedad, a mí me deberían dar ya para siempre la medalla de chocolate”, ironizó el jienense, entre el cabreo y la satisfacción al ser dos veces cuarto en Europeos absoluto y otra en sub23. Martos tiró de la carrera cuando nadie quería para protegerse de las caídas, se escondió después porque se encontraba cómodo y solo se arrepintió de no haber empezado las maniobras de adelantamientos un poco antes. “Aunque hubiera llegado reventado a la última vuelta”, lamentó. Al final, aceptó que los franceses Mahdiene Mekhissi-Benabbad (8.25.63), oro, y Yohan Kowal (8.30.70), bronce, como en Zúrich, y que el turco de origen keniata Aras Kaya (8.29.91) simplemente eran superiores. Entre los ocho primeros no pudieron acompañarlo ni Fernando Carro, que se dejó sus energías en la primera mitad y terminó 10º (8.40.73) ni Abdelaziz Merzoughi, que pasó desapercibido y hundido. (14º, 8.51.37).

De Arriba y Pereira, finalistas en mediofondo

Mucho antes de la eclosión medallística, España había conseguido otros finalistas para el fin de semana. Álvaro de Arriba llegó nervioso a la zona mixta. Acababa de entrar quinto en la primera semifinal de 800m, una recta que se le había hecho demasiado larga con un tiempo (1.47.40) que no sabía si le iba a permitir estar entre los ocho mejores. Su serie la lanzó el local Thijmen Kupers a ritmo suicida. “Sabía que saldría rápido, pero no tanto. Es normal, en este estadio, hasta a mí se me han puesto los pelos de punta cuando le han presentado”, contó después. El salmantino se reservó atrás tras dos de los favoritos, el francés Pierre-Ambroise Bossé, que pronto le pasó, y el polaco Adam Kszczot. “Sabía que el polaco estaba atrás y era la referencia, así que dejé que me adelantara y le seguí, pero luego he notado las piernas muy cansadas. Al final pensé que el italiano (Benedetti) iba a caer pero nada”.

España tuvo otros tres finalistas: Martos, 4º en obstáculos, y Pérez y Mateo, 6º y 7º en 10.000m

Y con los tres favoritos y el transalpino ya inalcanzables, De Arriba consiguió rascar un quinto puesto y esperar. Estaba “más nervioso que corriendo” mientras esperaba a la segunda serie, esa en que Daniel Andújar entró tercero a la recta final pero se quedó sin fuerzas y acabó sexto (1.47.64). Para la final quiere una carrera rápida en la que pueda bajar de 1 minuto y 45 segundos. “Estoy para marca personal, creo que el holandés volverá a tirar, que el francés Bossé correrá adelante y que Kszczot y Tuka (el bosnio) serán los favoritos”, pronosticó.

En los 1.500m femeninos también habrá una española. Solange Pereira terminó eufórica su serie en la que nunca quiso tomar el mando pero tampoco perder las posiciones delanteras. Aguantó y se metió 5ª. Poco le faltó para entrar por puestos, pero le sirvió la carrera rápida que lanzaron sus rivales. “Las vi antes mirando los tiempos de la otra serie y pensé que tirarían. La italiana me pidió colaboración pero yo no me atreví para no desgastarme, luego le pedí perdón. Estoy muy contenta porque de sub23 no me metía en finales”, confesó sin más pretensiones para el domingo. Su compañera Marta Pérez, debutante, reconoció su insatisfacción. “He corrido mal, si me llevan a ritmo puedo hacer 4.09, pero con los cambios no he podido”, explicó impresionada por su primera vez en un estadio lleno de miles de almas.

Lavillenie se queda sin oro por prepotencia

Tampoco le fue bien a Adrián Vallés, Berta Castells y Sabina Asenjo. El navarro falló con la pértiga en 5.50m y con 5,30m terminó 11º, eso sí, por delante de Renaul Lavillenie. La estrella del atletismo pecó de prepotencia y se negó a saltar hasta 5,75m, cuando todos habían terminado. Falló dos veces, amagó la carrera en la tercera y falló de nuevo la definitiva entre la tensión del estadio. Con 5,60m el polaco Robert Sobera y el checo Jan Kudlicka se repartieron el oro y la plata y el bronce quedó tan barato como los 5,50m del esloveno Robert Renner.

Castells, por su parte, terminó muy decepcionada con su actuación en el martillo. Buscaba la mínima olímpica y se encontró mandando el artefacto a la jaula por dos ocasiones. En el tercer intento tiró con el alma, rozó también la jaula y apenas llegó a 62,37m, 12ª y última. El sábado viaja a Barcelona para intentar los 71 metros de Río el domingo sobre la campana. En otra galaxia a la de Castells ganó la polaca Anita Wlodarczyl (78,14m) escoltada por la alemana Betty Heidler (75,77m) y la azerí Hanna Skydan (73,83m). En disco la croata Sandra Perkovic, otra favoritísima, se terminó imponiendo (69,97m) a las alemanas Julia Fischer (65,77m) y Shanice Craft (63,89m). Sabina Asenjo, 12ª, se quedó en 56,62m.