En la atmósfera cálida, electrizante y mágica que siempre precede a una final olímpica de los 100 metros lisos, Wayde Van Niekerk, un sudafricano de Ciudad del Cabo, 24 años, 1,83 metros y 70 kilos, inscribió su nombre en la historia del atletismo en 43,03 segundos, lo que tardó en completar la vuelta más rápida a una pista de atletismo que un ser humano jamás haya corrido. Los míticos 43,18s de Michael Johnson en los 400 metros del Mundial de Sevilla 99 fueron destrozados por las zapatillas de un hombre que solo impresiona cuando para el reloj. No es especialmente alto ni está especialmente fuerte, pero amenazó de su hazaña cuando el año pasado ganó el Mundial de Pekín en 43,48s y se convirtió en el cuarto hombre más rápido de la historia. Entonces acabó tan destrozado físicamente que celebró su título en el hospital.

Este domingo recibió su récord con una serenidad impropia de quien rebaja 15 centésimas una marca que en su momento ya se consideró estratosférica, mientras el 'Pato' Johnson alucinaba comentando el momento en la BBC. Si esperaba su prodigio, lo ha disimulado bien todo el año. Ganó en la Diamond League en Roma y Mónaco, pero por encima de los 44 segundos. En la capital italiana, preguntado por Vavel por la marca del estadounidense, anunció que su único objetivo en Río era el de superarse a sí mismo en el cronómetro. Van Niekerk ya lo había hecho cuando en marzo de este año se convirtió en el único atleta en la historia en bajar de los 10 segundos en los 100m, los 20 en los 200m y los 44 en los 400m, una proeza que pasó bastante inadvertida.

La velocidad de Van Niekerk por la calle más exterior del Engenhão viene precisamente de los 200 metros, la prueba que practicaba hasta que en 2013 se lesionó en los isquiotibiales y recibió el consejo de probar la prueba mayor para endurecerse, recuperarse y fortalecer su musculatura. Se lo dio Ana Sophia Botha, una tatarabuela de 74 años que es, además, su entrenadora, y funcionó en poco tiempo. De la prueba de la curva, en la que no quiso probarse en Río por prudencia, ha tomado la salida explosiva en una prueba que suele condenar al que no sabe repartir los esfuerzos. Repitió la misma táctica que en Pekín, pero esta vez resistió más en la última recta gracias a las series de 800 y 1.000 metros que tanto odia y a las que Botha le obliga.

Una de las claves del récord estuvo en la mejora del último hectómetro. Lo cubrió en 12 segundos, 14 centésimas más rápido que en el Mundial del año pasado. Ahí le gana Johnson, que acabó poderoso en Sevilla (se estima que 11,5s), pero inferior en los primeros 300 metros de carrera. Se calcula que el sudafricano los pasó más rápidos que el estadounidense (31,66s) tanto en Pekín (31,34s) como en Río (31s). Para llegar a ese punto tan pronto este domingo, Van Niekerk había cubierto tres hectómetros dignos de velocista puro: 10,7s en la primera curva, 9,8s en la contrarrecta y 10,5s en la siguiente curva.

Son números de verdadera impresión en este fan del Liverpool F.C y del poker, hijo de notables saltadores de altura, la disciplina en la que también pudo haberse probado después de saltar 2,06 metros siendo un junior. Su impresionante progresión en Río cerró todas las opciones de los dos últimos campeones olímpicos, el granadino Kirani James (43,76s) y del estadounidense LaShawn Merrit (43,85s) y su récord marcará los Juegos junto a las victorias que logre Usain Bolt, con el que se abrazó al final de la jornada. Entrenaron juntos en Kingston durante el mes de junio, una concentración de los sudafricanos en Jamaica con la que Van Niekerk estaba muy ilusionado en Roma, y compartieron una noche de éxito.

Ibargüen pudo con Rojas

Colombia pudo ganar un oro en atletismo y Latinoamérica celebrar a sus primeras dos atletas en los dos cajones más altos del podio olímpico. En el duelo sudamericano del triple salto Caterine Ibargüen derrotó a la venezolana Yulimar Rojas con una ligera carrera y doce zancadas reales. Así llegó la colombiana a los 15,17 metros y escondió en la arena un oro que ya llevaba su nombre. Acabó con las expectativas de que la jovencísima y espigadísima Rojas, campeona mundial indoor en Portland en su ausencia y entrenada por Iván Pedroso en Madrid, pudiera asaltar un reinado sin fin desde que perdiera en los Juegos de Londres. De 2012 hasta el domingo, solo perdió una vez, el pasado mes de junio. Una esperanza suficiente para que Rojas, un diamante en bruto con técnica aún puliéndose, le volviese a derrotar. Con 14,98 metros no fue suficiente. Detrás quedó la kazaja Olga Rypakova (14,74m), la única mujer que ha derrotado a la colombiana en cuatro años.