Ha sido la gran sorpresa de los Juegos Olímpicos. O mejor dicho, la emoción personificada y materializada en lágrimas. Con permiso de Rafa Nadal, de Mireia Belmonte, de Ruth Beitia o de Carolina Marín, el chico que llegó a los corazones de los españoles en estos juegos ha sido Orlando Ortega. Conocido como ‘Orlandito’, este plusmarquista de los 110 metros vallas nació en Cuba, pero compitió en Río bajo la bandera española, la cual ha representado y sentido como suya propia.

En España encontró su salvación

Orlando Ortega nació en Artemisa, Cuba, en julio de 1991. En su país se formó como atleta, logrando una medalla de bronce en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011 (13’30’’), y llegando incluso a participar en Londres 2012, donde fue sexto en la final con una marca de 13’43’’.

Sin embargo, las condiciones para entrenar y competir en Cuba no son las ideales. Por ello, en los últimos años el caso de Orlando no es una excepción. Atletas y técnicos cubanos encuentran en España métodos y maneras de llegar al éxito profesional. Las relaciones entre Orlando y la federación cubana tampoco eran idóneas después de que el atleta se negase a ir a una competición en Rusia y Orlando fuese sancionado, lo cual desembocó en la decisión de viajar a España.

Ya en España, Orlando Ortega se instaló en Onteniente, donde recibió el cariño de la gente local en el club de atletismo de allí (CAVA-Ontinyent), como se pudo ver en los testimonios tras obtener la medalla de plata. Un chaval humilde, que se lleva bien con todos, que fue acogido en casa de Dolores y Revert un día de Navidad.  La milagrosa residencia Blume del Centro de Alto Rendimiento de Madrid, que sin duda merece ser objeto de investigación, y su padre, convertido en su entrenador, hicieron el resto.

Un paso por Río inmaculado

Tras la primera ronda de los 110 metros vallas, algo hacía presagiar que Orlando Ortega podía llegar a ser una opción casi segura de medalla. Eso sí, debía emplearse a fondo, ya que había ganado su serie, la eliminatoria nº2, con un tiempo de 13:32. Muy superior al húngaro Balázs Baji y al chipriota Milan Trakjovic (13:52 y 13:59), pero con el cuarto mejor tiempo total. El tiempo, eso sí, había estado condicionado por la lluvia, que como si de las futuras lágrimas de emoción de nuestro protagonista se tratasen, jarrearon con fuerza sobre la pista de Río.

Orlando salta una valla en Río. | Foto: COE
Orlando salta una valla en Río. | Foto: COE

En semifinales, volvió a hacer una gran carrera, pero también dando la sensación de que podía dar más. La otra opción  de medalla, Yidiel Contreras, se esfumó, pero Orlando Ortega fue primero en su serie, la más lenta de las tres, lo cual le metió en la final con el quinto mejor tiempo: 13:31. Cuatro hombres a batir para devolver al atletismo español al lugar que se merece.

Y llegó la final. Orlando Ortega se hizo con la plata tras una remontada que fue necesaria para auparse hasta el podio. Una mala salida le obligó a remontar, pues hacia la mitad de la prueba el hispanocubano estaba muy lejos del podio. Sin embargo, la excelsa técnica con las vallas y el sprint final le auparon hasta el segundo escalafón, con un sensacional 13:17. El oro, para Omar McLeod, habría estado muy disputado de haber salido mejor, pero esta plata sabe, sin ninguna duda, a oro.

Todo por y para España

Todo el cariño recibido en su estancia en España se multiplicó por mil una vez ganó la medalla de plata y, sobre todo, cuando Orlando se ganó a todo el país con sus gestos y sus palabras de agradecimiento. Nada más ganar la medalla de plata, el atleta reclamó algo para sorpresa de todos los presentes. Un aficionado le ofreció la bandera cubana, pero sus ojos ansiaban encontrar una bandera española en la grada. La imagen de Orlando Ortega, sonriendo, llorando de emoción, envuelto en la bandera española, dio la vuelta al mundo. Es cierto que en Cuba no sentó nada bien, pero cada uno es libre de elegir sus sentimientos de pertenencia. ‘Orlandito’ nacionalizado solo trece meses antes, era un remanso de emociones sobre la pista del Joao Havelange.

Por si fuera poco, sus declaraciones poco distaron de una declaración de amor hacia el país que le había hecho lograr una plata: “Estoy muy orgulloso de haber puesto el nombre de España tan alto”. Solo una palabra repetía: “gracias”. Por la oportunidad, por el cariño, por los que habían confiado en él. Es, sin embargo, un 'gracias' recíproco. España se ha rendido a los pies de este chico tan humilde, que ha demostrado sentir los colores con naturalidad. Se ha emocionado y nos ha emocionado. Hay quien le critica, está claro, pero la inmensa mayoría de españoles se rinde a los pies de Don 'Orlandito' Ortega.