No es el jugador más espectacular. Tampoco el más estético, ni el más elegante. Su voz no suena a Frank Sinatra, más bien a Axl Rose. En Chicago importa la armonía grupal, por encima del tono. El United Center no es de Pretty Woman sino más bien de Pulp Fiction. Y claro, Taj Gibson enamora.

Cruzar su camino con el de Tom Thibodeau ha sido clave en su carrera. Bajo sus órdenes crece a pasos acelerados. Thibodeau nunca fue de apariencias. Gibson tampoco. Él compite. Rebotea con vehemencia. Tapona con furia. Y machaca con pasión. Además está en la franquicia idónea para ello. Donde la palabra espectáculo es sinónimo de defensa. Allí los partidos son batallas. Gibson se mueve como pez en el agua en ese ambiente bélico. Un entorno de guerreros preparados para cargar a la señal de “Ira y Fuego”. Un ejército con soldados como Jimmy Butler, Joakim Noah o Kirk Hinrich. Un vestuario donde competir es una obligación. Es un constante ahora o nunca. Y Gibson supone una liberación descontrolada de energía. Pese a que su tarea sea más oscura.

Por eso el puesto de ala-pívot en el United Center tiene dueño. Ese es Taj Gibson. Un pilar básico donde reposa la rotación del equipo. Es la pareja perfecta para Joakim Noah. Porque no defienden. Molestan, atosigan y desquician hasta amargar la existencia a cualquiera. Taj no es un “Rioja”, pero es un “Calimocho” que te quita igual la sed. Lo suyo es luchar, no brillar. Un especialista defensivo de primer nivel. Además ha madurado. Su producción ofensiva crece. Su único talón hasta ahora. El de Brooklyn mantiene su acierto cercano al 48.5%, aunque lanza casi 5 tiros más por noche. Es una auténtica delicia verle sobre la pista. No tiene una técnica de tiro refinada, pero da igual. Sus martillazos sobre el aro emocionan al público de igual manera. Esta temporada está siendo su consagración. Habíamos visto cosas ilusionantes en él, pero no con esta regularidad. De hecho el pasado curso fue criticado tras su cuantiosa renovación.

Gibson machaca por encima de Dwyane Wade. (Foto: LA Times).

Taj Gibson salió de la Universidad de California del Sur (USC). Allí como “troyano” demostró su gran capacidad física. Un especialista en batallar bajo los aros. Sin embargo en su época universitaria preocupaba si podría ser algo más que un gran defensa. Gibson tenía problemas con el tiro de media distancia y con el elevado número de faltas que cometía. Aun así fue nombrado “Jugador Defensivo del año” de la PAC10 –conferencia de NCAA en la que jugaba USC Trojans- en 2009. Chicago lo eligió en la posición 22ª del Draft de ese mismo año. Y ya por entonces tanto Gar Forman, General Manager, como Thibodeau a su llegada en 2010, conocían el potencial que podría llegar a desarrollar.

Gibson jugó 70 partidos de titular en su campaña como novato. Además de ser nombrado para el “Primer Equipo de Novatos” en 2010 y participar en el All-Star Weekend. Por contra el verano siguiente Forman firmó por cinco años a Carlos Boozer. Eso le cerró las puertas de la titularidad. Desde entonces Gibson ha ido evolucionando como jugador. Creciendo a la sombra de Boozer. Llegando a dividir a la prensa y a la afición sobre si debe ser titular o no.

Ahora mismo y en el momento dulce, pese a la lesión de Derrick Rose, por el que atraviesa la franquicia, Gibson es lo que, grosso modo, Dennis Rodman era a los Bulls de los 90. Trabajo y pasión. Y lo está demostrando. Ya en su día ante los rumores de un posible traspaso, Thibs salió al paso y lo declaró intransferible. De hecho la propia franquicia le dio un contrato de 33.000.000$ en 4 años.  Gibson está encandilando a todos los aficionados a base de esfuerzo y coraje. Forma el tándem perfecto con Noah saliendo desde el banco y para firmar los mejores números de su carrera. 13.4 puntos, 6.8 rebotes, 1.1 asistencias y 1.4 tapones en tan solo 29 minutos. Con 28 años está exhibiendo en qué se ha convertido. El juego de Chicago le viene como anillo al dedo.Defensa, defensa y defensa. Por su mano pasa el futuro de la entidad. Su consolidación puede traer la amnistía de Boozer, porque ya no es un jugador más de rotación. Es un candidato a “Mejor Sexto Hombre de la Liga”. Es el troyano perfecto para Thibodeau.