Filipinas es el segundo archipiélago más poblado del mundo con casi 100 millones de habitantes repartidos en más de 7.000 islas. Si algo hace especial a esta nación y le distingue de las que le rodean, eso son sus costumbres. La cultura que este estado atesora es la consecuencia directa de la actividad que infligieron los mandatarios españoles y estadounidenses sobre los colonos durante años y años. Esta mezcla de formas de vida ha llevado al ciudadano filipino a ser relacionado con la cultura occidental, con la que se dice que guarda gran afinidad.

Dentro de esa transmisión de costumbres hubo una que irrumpió con especial interés entre la gente del sudeste asiático: el baloncesto. El deporte de Naismith llegó a Filipinas de la mano de los compatriotas que estaban sirviendo o viviendo allí con motivo del imperialismo. La forma de practicar aquel novedoso juego no pasaría desapercibida ente los nativos, que pronto comenzarían a improvisar una cancha y un balón con el que imitar a los norteamericanos. El gusto por el deporte era patente y en cuestión de semanas toda Filipinas se había contagiado por ‘la fiebre del baloncesto’.

Con el paso de los años comenzaron a surgir algunos equipos y con ellos aparecieron las primeras competiciones locales. El nivel de atención que recibía el baloncesto entre la sociedad parecía estar lejos de saciarse. La ambición de la sociedad y su deseo por competir con otros países motivó la idea de forjar un combinado nacional con lo mejor del país. Dicho y hecho. El río seguía su cauce y en cosa de unos años aquella selección se acabó colando en su primera Copa del Mundo. Nacían los “Gilas”.

Una generación irrepetible

Filipinas llegó a Brasil, sede de la ya mencionada Copa del Mundo de 1954, siendo toda una desconocida para el resto de combinados participantes. Aun así, el conjunto formado por los Loyzaga, Mumar, Ocampo, Tolentino o Rabat no se arrugó y tras pasar la fase de grupos se plantó en la ronda final conformada por siete equipos. En Río de Janeiro se medirían entre ellos los siete mejores equipos y los tres que ganasen más partidos serían los merecedores de los metales. Pues bien, en uno de los mayores hitos de la historia del deporte filipino, su selección ganó cinco de los siete encuentros y se colgó la medalla de bronce del cuello tras caer ante las poderosas Brasil –subcampeona del torneo- y Estados Unidos –ganadora del oro sin perder ningún encuentro-.

Filipinas se colgó la medalla de bronce en su primer Mundial

Al margen de este gran triunfo a nivel mundial, el país con capital en Manila se convirtió en toda una potencia incontestable dentro de su continente. Los isleños se subieron al cajón durante los siete primeros campeonatos asiáticos, ganando en cuatro de ellos la medalla de oro. Asimismo, fue esta gran saga de jugadores la misma que llevó a Filipinas a cuatro JJOO consecutivos –entre 1948 y 1960-, en los que no se logró obtener un buen resultado debido al nivel de juego que pusieron en práctica las grandes potencias de América y Europa.

Con la retirada de gran parte de los jugadores que conformaban el mejor equipo histórico de los “Gilas”, la trayectoria de la selección se vio notablemente resentida. Los nuevos jugadores no parecían alcanzar el nivel que sus antecesores habían demostrado, algo que acabó derivando en sonados fracasos que se tradujeron en ausencias en la Copa del Mundo.

Anfitriones en su última participación

Después de que América y Europa hubieran albergado los primeros Mundiales, la FIBA decidió innovar y le otorgó a Filipinas la celebración de la Copa del Mundo de 1978. La elección del archipiélago asiático para acoger esta competición sirvió, a su vez, para homenajear a Filipinas por haber sido el primer país de su continente en participar en este evento. Como consecuencia a esta medida, el combinado anfitrión junto a la URSS, vigente campeona, accederían directamente a la ronda final sin pasar previamente por una fase de grupos.

La FIBA pretendía con este campeonato que la pasión y entrega por el baloncesto que tanto caracterizaba a Filipinas sirviera de ejemplo para todos sus vecinos y que, al igual que había sucedido en las islas, el resto del continente se contagiase de la magia del deporte de la pelota anaranjada. Con esta intención aperturista, Manila y Ciudad Quezón se vistieron de gala para acoger a los mejores jugadores del momento.

La FIBA encontró en Filipinas el lugar idóneo para avivar el baloncesto asiático

A pesar de que la ilusión era más que notable, la escuadra filipina dio una pobre imagen ante su público, siendo incapaz de ganar ninguno de los ocho partidos disputados en la ronda final. Si bien es cierto que el evento tuvo una acogida asombrosa, durante el transcurso del torneo se evidenció una realidad que mermaría al lado más oriental del planeta durante las próximas décadas. El baloncesto asiático, que se encontraba prácticamente en pañales, no estaba capacitado para competir ante el resto de potencias mundiales.

Yugoslavia, la URSS y Brasil reinaron en la última participación de Filipinas en un mundial. Mucho ha llovido desde que en aquel mes de octubre del 78, las canchas de ‘la tierra prometida’ sirvieran de refugio y escaparate para un deporte que comenzaba a crecer y quería conocer nuevos mundos. Aunque la espera ha resultado larga y pesada, la llama continúa ardiendo con la misma pasión que en su día mostraron los colonos. El baloncesto sigue siendo una seña de identidad filipina, algo que no dudarán en demostrar los más de 3.000 filipinos que se esperan en los próximos días por las calles de Sevilla. Abróchense los cinturones, ya no falta nada para que los “Gilas” vuelvan a vestirse de corto en una Copa del Mundo.

Aspiraciones

Ubicados en el exigente grupo de Argentina, Croacia, Senegal, Puerto Rico y Grecia, todo parece indicar que el combinado de “Chot” Reyes está llamado a sufrir y mucho para conseguir avanzar de la primera ronda.

A pesar de que sobre el papel es una de las selecciones más débiles del campeonato, los asiáticos pueden convertirse en toda una amenaza para cualquiera. Con un ritmo de juego alegre y veloz, en el que destaca el movimiento constante de la bola, Filipinas llega a Sevilla sin ningún tipo de presión. Esto les hará jugar con total libertad, lo que les puede llevar a meter el susto en el cuerpo a más de un combinado.

(Foto: Facebook.com/FIBA)

Para ello le han otorgado el timón de la expedición al norteamericano Andray Blatche, que será la referencia en la pintura y uno de los muchos jugadores que habrá que tener en cuenta durante este campeonato. De su aportación y de la de los eléctricos exteriores con los que cuenta el conjunto dependerá gran parte de lo que los asiáticos puedan lograr en este campeonato.

Situados en el puesto 21º del ranking FIBA, todo lo que sea superar la primera fase será un auténtico logro. A partir de ahí, lo que venga será bienvenido. Para ello deberán poner en práctica un juego más regular, al contrario de lo que han hecho durante los partidos preparatorios para este evento. Y es que, los chicos de Reyes han mostrado una versión muy intermitente durante este mes de agosto. En él han sido capaces de pelear cara a cara con Francia durante 40 minutos para acabar cayendo por solo siete puntos, y de dejarse ir ante Ucrania para acabar humillados por 50 puntos de diferencia.

Plantilla

El bloque es prácticamente el mismo que cayó el pasado verano en la final del Campeonato Asiático ante la dura Irán de Haddadi. Tras la sonada nacionalización de Andray Blatche y el intento en vano de hacer lo propio con JaVale McGee el equipo quedaba prácticamente cerrado.

La dirección del juego correrá a cargo de Jayson Castro William, el pequeño base de 176 centímetros es un anotador nato. Caracterizado por la agilidad y electricidad que posee, será capaz de combinar acierto exterior con atrevidas penetraciones. Llega tras promediar más de 16 puntos por partido en su equipo de la liga filipina.

Para suplirle, “Chot” Reyes se ha traído a dos bases más de características muy similares. Tanto como Alapag y Tenorio se mantienen por debajo de los 180 centímetros, algo que puede hacer sufrir al equipo a la hora de defender. Alapag destaca por su hábil manejo de balón que combina con un apto tiro de tres puntos, por su parte, Tenorio funcionará más como revulsivo.

El puesto de escolta será de Jeff Chan, que hará valer su capacidad anotadora y su buen entendimiento del juego y de los bloqueos. Este jugador de 31 años viene de cuajar una buena temporada en el Rain or Shine Elasto, donde convive con Dalistan que apunta como su suplente y Norwood que le acompañará en el puesto de alero.

La escasa altura de sus jugadores es uno de los inconvenientes con los que Filipinas tendrá que lidiar

Blatche y Ocampo asumirán el reto de lidiar en la pintura con los Scola, Tomic, Bourousis, Dieng y compañía. El pívot de los Nets llevará el peso del equipo a sus espaldas durante la gran mayoría y de él saldrán gran parte de los puntos. Por su parte, Ocampo –que tan solo mide 1’96 metros- jugará como cuatro abierto para abrir más el campo y facilitar así la labor del jugador neoyorquino en el poste. Uno de los tapados del equipo filipino es June Mar Fajardo, que llega a la selección tras promediar 21’2 puntos y 15’9 rebotes en los más de 39 minutos que ha pasado en pista durante cada partido. El joven jugador espera disputar en esta Copa del Mundo los minutos que le faltaron en el último Campeonato Asiático, donde apenas pudo brillar.

Dorsal

Jugador Edad Posición
4 Jimmy Alapag 36 Base
5 Lewis Alfred Tenorio 30 Base
6 Jeffrei Chan 31 Escolta
7 Jayston Castro William 28 Base
8 David Gary 36 Escolta
9 Ranidel de Ocampo 32 Alero
10 Gabe Norwood 29 Alero
11 Andray Blatche 28 Pívot
12 Junmar Fajardo 24 Pívot
13 Paul Lee 25 Escolta
14 Japeth Aguilar 27 Ala-pívot
15 Marc Pingris 32 Ala-pívot

El juego que desplegará la plantilla filipina es, por lo tanto, toda una incógnita. Asentada en un baloncesto con reglas NBA, la falta de experiencia y de altura puede hacerles sufrir mucho durante algunos tramos del campeonato. Visto lo visto en los partidos de preparación, todo dependerá del nivel de acierto y dedicación que desplieguen los “Gilas” en San Pablo.

Estrella

Ha sido el último en llegar, pero ya está ejerciendo como líder de la expedición. Es el único jugador del combinado que no juega en Filipinas y como miembro de una franquicia NBA es del que más se espera. El idilio entre Andray Blatche y el país asiático comenzó el pasado mes de junio, cuando el jugador viajó hasta las islas para convertirse en ciudadano filipino.

La estancia de Filipinas en la península dependerá del juego de Blatche

Para que el proceso de investidura se pudiera llevar a cargo, el Estado debió aprobar una ley en el Senado que posteriormente fue reconocida por el presidente. La idea original era que junto a Blatche también se nacionalizara el pívot de los Denver Nuggets, JaVale McGee, que es gran conocedor del país tras haber jugado allí durante el cierre patronal de la NBA en 2011. Sin embargo el proceso no se consumó debido a las dudas y a la reciente lesión de la que aún se está recuperando el jugador de los de Colorado.

(Foto: Jay Directo|Getty Images)

¿Por qué Andray Blatche? Bien, dada la escasez de altura en el combinado de los “Gilas”, el país vio en el jugador de los Nets toda una referencia con la que quería contar en su pintura. Con 211 centímetros de altura y casi una década de experiencia en la NBA, el interior está llamado a ser el máximo estandarte de esta humilde selección. Para ello contará con balones y jugadas en el poste, desde donde se espera que dé más de un quebradero de cabeza al equipo rival.

También se le exigirá cierto dominio bajo los tableros, lugar en el que explotará sus condiciones físicas y su envergadura para amilanar a los defensores rivales y hacerse con un buen puñado de rebotes.

Entrenador

Desde el banquillo no hay grandes novedades. “Chot” Reyes será, por enésima vez, el encargado de dirigir a los “Gilas”. El veterano entrenador volverá a tratar de explotar las virtudes de los suyos como viene haciendo desde el verano de 2005, en el que se puso al frente del combinado de su nación.

Avalado por una impecable trayectoria en la liga filipina, de la que tiene hasta ocho campeonatos, Reyes volverá a apostar por el juego rápido, con vertiginosas transiciones y soltura desde el perímetro. Con todo esto y más, el preparador filipino pretende dar continuidad al buen hacer de su selección del pasado estío, en el que lograron la clasificación para este evento tras hacerse con la plata en el Campeonato Asiático.

(Foto: Josh Albelda | Rappler's)
(Foto: Josh Albelda|Rappler's)

Si “Chot” Reyes quiere que su combinado no esté a la altura del betún deberá proponer un esquema táctico más elaborado, en el que también se tenga en cuenta el ámbito defensivo. Además, en ataque encontrarán problemas para anotar debido a la poca elaboración del juego y la fuerte dependencia que ha surgido en torno a Blatche desde su llegada.

Aun así, el pueblo filipino está de enhorabuena. 36 años y ocho Copas del Mundo después, su nación volverá a estar en la pomada por hacerse con un entorchado mundialista. Puede que no sean la mejor selección, pero la ilusión y pasión por este deporte no se lo quitará nadie.

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Sobre el autor
Álvaro García San José
Traduciendo mi pasión en rutina. Allá donde haya una canasta.