“Dueños de nuestro destino”. Pocas veces en la historia una frase ha representado de manera perfecta un momento, un sentimiento, una trayectoria. Este lema figuraba en las camisetas que el pasado domingo se pusieron los jugadores de la selección española para celebrar el título de campeones de Europa, una camiseta que no sólo recogía un lema cargado de emoción, sino que eran del color más representativo de nuestro deporte, el rojo. Un rojo pasión, como esa que han demostrado los 12 jugadores que han logrado el tercer oro europeo de la historia de España, una medalla que no sólo refrenda que el combinado entrenado por Sergio Scariolo continúa dominando el baloncesto en el ‘viejo’ continente, sino que puede interpretarse como un nuevo capítulo de la generación más brillante de la historia del deporte español.

Porque esta generación de jugadores acumula 16 años consecutivos luchando por el título en el deporte de la canasta. Decía Gardel que ’20 años no es nada’ y 16 quizá menos, pero mantenerse durante más de tres lustros en el Olimpo de un deporte tan difícil como el baloncesto está al alcance de muy pocas selecciones. Y lo más importante no es sólo el número de títulos o de medallas logradas, sino la forma de lograrlo y, sobre todo, el factor humano existente detrás de cada éxito sobre la cancha. Porque si algo caracteriza a esta selección es que han elevado la palabra ‘Equipo’ a su máxima expresión, a una forma de entender el deporte como un juego en el que divertirse con los amigos y disfrutar de su pasión.

Primer paso hacia la gloria

De ninguna otra forma hubieran llegado tantos éxitos, una continua visita veraniega al podio de las competiciones que comenzó en 1999, cuando España dio el primer paso de una historia que llegaría años después a convertirse en eterna, en una leyenda que recordar durante toda la vida y dejarla grabada en la memoria de todos y cada uno de los amantes del deporte. Aquel verano, Lisboa vivió el nacimiento de una generación a la que desde aquel Mundial se le denominó los ‘juniors de oro’. Esta selección, que contaba con jugadores como Carlos Cabezas, Berni Rodríguez o Raúl López, ya contaba con tres jugadores que se convertirían años después en la columna vertebral del equipo: Juan Carlos Navarro, Felipe Reyes y Pau Gasol. Aquella selección se impuso en la final del Campeonato del Mundo Júnior a la “invencible” Estados Unidos por 94-87, colgándose una inesperada medalla de oro.

Estos cuatro últimos jugadores dieron el salto a la selección absoluta y lograron la medalla de bronce en el Eurobasket 2001, realizando un excelente torneo y cayendo derrotada en semifinales por Yugoslavia, que por aquel entonces era la absoluta dominadora del baloncesto europeo. Dos años más tarde, la generación liderada por Pau Gasol, Juan Carlos Navarro y Felipe Reyes dieron un nuevo paso en su carrera hacia el título y lograron la plata en el Campeonato de Europa ante Lituania, que reunió un plantel de jugadores de primer nivel y ante la que España compitió hasta el último momento.

España suma desde 2001 dos platas olímpicas, un oro mundial y siete medallas europeas

Pero estos primeros pasos de esta inolvidable generación de jugadores sólo fueron el principio de una historia imborrable. Los componentes de la selección fueron creciendo profesional y personalmente, dos factores que adquieren la misma importancia cuando se disputa un torneo en el que, en apenas dos o tres semanas, hay que mantener la concentración al máximo para lograr ser el mejor. Y tres años después llegó la primera gran historia de esta generación. A esta selección comenzaron a incorporarse jugadores tan importantes como Sergio Rodríguez o Rudy Fernández y, en Japón, el mundo vio reinar a una serie de deportistas que reunían unas condiciones únicas para el baloncesto pero, sobre todo, una serie de características personales que daban un valor añadido y la situaron como la mejor selección del planeta en aquel año. Y la prueba de este trabajo conjunto tanto dentro como fuera de la pista fue las condiciones en las que lograron el título mundial, con el líder del equipo perdiéndose la final por una lesión y el resto de jugadores aumentando un punto más su trabajo sobre la pista.

Dominio continental

Las platas olímpicas en dos partidos para el recuerdo ante Estados Unidos logradas en 2008 y 2012 refrendaron su condición de generación inolvidable, pero la prueba del dominio en el continente llegó en los Campeonatos de Europa. En los últimos cuatro torneos continentales, España ha subido en tres de ellos al primer cajón del podio, mientras que en el otro ha logrado una medalla de bronce. El primero oro llegó en 2009, cuando España sufrió en las dos fases de grupo existentes en el antiguo sistema de competición, pero que en las eliminatorias s mostró intratable y derrotó a Francia, Grecia y Serbia para proclamarse por primera vez en la historia campeón de Europa.

Dos años más tarde, España se mostró superior al resto de selecciones desde el primer partido y supo frenar a una creciente selección francesa para colgarse la segunda medalla de oro continental y escribir una nueva página en la historia de esta generación de jugadores y del baloncesto español. Pero el éxito más meritorio del combinado español se produjo el pasado domingo, cuando venció en la final a Lituania y consiguió el tercer entorchado continental.

Y fue el triunfo más difícil por muchos motivos. La ausencia de jugadores importantes como Marc Gasol, Juan Carlos Navarro o Ricky Rubio se sumó a las sensaciones de la mayoría de los aficionados del crecimiento de equipos como Francia o Serbia, que habían demostrado los dos años anteriores que querían arrebatar el trono europeo a España. Tampoco ayudaron las críticas hacia la preparación del torneo, repleta de partidos sin rivales de gran entidad y que provocaron una percepción errónea del verdadero nivel de España.

La selección española se colgó la medalla de oro en tres de los últimos cuatro Eurobasket

El comienzo del torneo dio la razón a todos los que criticaban el nivel de España en este Eurobasket 2015, pues el combinado entrenado por Sergio Scariolo sufrió dos derrotas en los tres primeros partidos y su continuidad en el torneo pendió de un hilo hasta el último segundo de la primera fase. Sin embargo, el rumbo de este equipo cambió en octavos de final. Alimentados por una gran defensa y por el liderazgo de un incontenible Pau Gasol, España fue aumentando su confianza y su moral de cara a compromisos más exigentes, a la vez que los aficionados españoles comenzaban a mirar con otros ojos un torneo en el que no tenían puestas demasiadas esperanzas.

El partido ante Grecia en cuartos de final demostró que los jugadores también sabían sufrir para conseguir la victoria, pero el cénit de este Eurobasket 2015 llegó en semifinales. Con todo en contra, España sacó a relucir su mejor defensa y Pau Gasol, que ya venían realizando unos números espectaculares, completó su mejor encuentro y guió a España hacia la victoria. El grito de furia del pívot catalán tras realizar un mate quedó grabado a fuego en sus compañeros como la señal inequívoca de que el partido ante los anfitriones iba a ganarlo la selección española, que no sólo se vengaría de la derrota sufrida en el Mundial de 2014, sino que certificaría la búsqueda del oro que tanto habían proclamado los jugadores antes de partir hacia Alemania.

El resto del torneo ya es historia, con España dominando de principio a fin la final ante Lituania y saboreando un nuevo éxito. Pese a figurar en las estadísticas como un título más, algunos jugadores lo han saboreado más que ningún otro. Pau Gasol o Felipe Reyes, que han ganado todo a nivel individual y de selecciones, se apuntaron desde el principio a formar parte del equipo para el torneo, demostrando su compromiso y su amor por el baloncesto. Estos dos excelentes jugadores representan a una generación que comenzó a mostrar su talento hace 16 años y que aún hoy vuelve a aparecer en las fotos de cada verano para celebrar algún título. Quizá la historia repetida de victorias no permita ver la verdadera trascendencia de estos éxitos, los logros de una generación eterna que sigue emocionando a todos los aficionados al deporte.