Siempre se ha dicho, y con bastantes argumentos de peso, que la NBA es la mejor Liga de baloncesto del planeta. Razones no faltan, es la competición que cualquier jugador quiere disputar y supera en ingresos a todas las competiciones del mundo de la canasta, incluidos los Mundiales e incluso los Juegos Olímpicos. Sin embargo, hay una ley no escrita en el baloncesto que algunos jugadores se saltan: "Los mejores jugadores del mundo deben jugar en la NBA". ¿Ocurre en prácticamente todos los casos? Sin duda. Pero hay ocasiones en las que un jugador no necesariamente tiene que jugar en tierras americanas para convertirse en una leyenda. Esta es la historia de Oscar Schmidt.

No es estadounidense, ni tampoco español, ruso, serbio, de ninguna de las potencias mundiales aspirantes a medalla en estos próximos Juegos Olímpicos. Schmidt nació en la modesta localidad brasileña de Natal, y fue en el país carioca donde se fraguó la leyenda. Con trece años empezó sus pasos en el mundo del baloncesto y tan sólo seis años después fue elegido como el mejor jugador sudamericano del deporte de la canasta. Apenas estrenada la mayoría de edad, Schmidt debutaba con la selección nacional absoluta en el Campeonato Sudamericano, consiguiendo el título. Muy pocos se imaginaban que ese chaval con una facilidad anotadora pasmosa acabaría destronando al mismísimo Kareem Abdul-Jabbar.

Sus primeros Juegos tuvieron un sabor algo amargo, todo hay que decirlo. Brasil quedó en cuarta posición en el Pre-olímpico y no consiguió clasificarse, pero el famoso boicot de Estados Unidos dejó una plaza libre para la canarinha. Brasil quedó en la quinta plaza, y Schmidt seguía dando pruebas de su talento anotador. Fabricó 169 puntos en Moscú'80 y empezaba a consolidarse como uno de los jugadores del momento.

Fotografía: Variety
Fotografía: Variety

Muchos pensaron que era casualidad, que bajaría el pie del acelerador. Nada más lejos de la realidad. Pasaron los pertinentes cuatro años y era hora de probar fortuna en tierras americanas. Eran los Juegos de Los Ángeles y pese a que Brasil empeoró su posición respecto a Moscú quedando novena, Schmidt anotó asombrosamente la misma cantidad de puntos que había conseguido cuatro años atrás: 169 en siete partidos, una media de cerca de 19 puntos por encuentro.

Es en estos momentos cuando llega el primero de los tres portazos de Schmidt a la NBA. Los Nets lo draftean en sexta ronda, en el puesto 144. El resto de la historia es bien conocida por los amantes del baloncesto, ya que está recogida en su discurso tras haber sido incluido en el Salón de la Fama del Baloncesto en 2013.

"Una vez que supe mi puesto en el Draft me dije, 'Oscar, tienes que ir alí y enseñarles lo que se pierden'. Entrené una semana y jugué cinco partidos, dos de ellos contra Barkley. Antes el primer partido le dije a mi entrenador: 'Gracias por draftearme, anotaré un punto por cada minuto que esté en la cancha'. Él se quedó pasmado, pero cumplí mi promesa: entre los cinco partidos jugué 25 minutos y anoté 25 puntos. No dudaron en ofrecerme un contrato, pero sabía que con la normativa de aquel entonces en la NBA, si jugaba un partido allí no volvería a jugar con mi país".

Fotografía: EFE
Fotografía: EFE

Durante tres años consecutivos, los Nets ofrecieron un contrato en la NBA, cada cual más suculento, pero Schmidt los rechazó todos. Él quería hacer historia con Brasil y lo haría precisamente en América. En 1987 ocurrió una de las grandes catástrofes del baloncesto americano. Fue en los Juegos Panamericanos de Indianápolis, y allí Brasil logró imponerse a Estados Unidos en la gran final (120-115). Una final histórica, era la primera vez que Brasil ganaba a los americanos en su país y se convertía en el primer equipo de la historia que llegaba a los 120 puntos contra la todapoderosa máquina estadounidense. En siete partidos de los Panamericanos, Schmidt anotó 249 puntos. Unos números abismales.

Todos los jugadores tienen su techo, y probablemente Schmidt alcanzó el suyo en los Juegos Olímpicos de Seoul de 1988.  Partiendo desde la base de que Brasil alcanzó el quinto puesto, el alero brasileño batió todos los récords habidos y por haber en unas Olimpiadas. Anotó 338 y se convirtió en el máximo anotador de la competición pese a ni siquiera llegar a semifinales; contra España anotó 55 puntos, récord histórico de puntos en un mismo partido olímpico; fue además lo mejor de lo mejor en todos los aspectos ofensivos: más puntos de tres en un partido, más puntos de tres en el torneo, más puntos de dos en un partido, más puntos de dos en el torneo, más tiros libres en un partido, más tiros libres en el torneo. Cualquier récord era posible para Schmidt.

La dinámica anotadora de la 'Mão Santa' pasó de ser sorprendente a convertirse en algo cotidiano con cada Olimpiada que pasaba. En Barcelona'92 volvía a convertirse en el máximo anotador de los Juegos con 198 puntos en siete partidos. Fue ahí, en ese instante, cuando realmente comprendió que el récord absoluto era posible. Tendría que prolongar su carrera unos años más, pero lo tenía que lograr. Lo tenía entre ceja y ceja, es número no se le iba de su mente. 46.723. Esos eran los puntos que había anotado una de las mayores leyendas de la historia del baloncesto: Kareem Abdul-Jabbar. Y vaya si lo consiguió.

Fotografía: ACB
Fotografía: ACB

Antes de lograrlo, logró batir un récord más. Disputó en Atlanta sus quintos Juegos Olímpicos, convirtiéndose junto a Andrew Gaze y Teófilo Cruz en el jugador con más participaciones en unos Juegos. El récord de Abdul-Jabbar lo consiguió donde más lo deseaba. En Brasil, con los suyos, en las filas del Flamengo. Su gesta hizo que la NBA se replanteara su forma de ver este deporte. El máximo anotador de la historia del baloncesto no disputó un solo minuto en un partido oficial de la mejor liga del mundo. No muchos pueden decir eso.

Diez años después de anunciar su retirada, el Salón de la Fama le ofrecía su pequeño espacio. El gesto definitivo que le consolidaba como una de las leyendas de la canasta. Fue ahí cuando dejó caer su frase más recordada: "Si hubiera jugado la NBA, los críticos hablarían de mí como uno de los diez mejores jugadores de baloncesto de todos los tiempos". No se sabe lo que hubiera pasado si Schmidt hubiera dado el "sí quiero", a los Nets. Lo que sí es una realidad que toda Brasil le dio las gracias por renunciar a la NBA.

Estadísticas de Oscar Schmidt en los Juegos Olímpicos

Edición Año Sede Partidos Puntos Puesto de Brasil
XXII 1980 Moscú 7 169 Quinto
XXIII 1984 Los Ángeles 7 169 Noveno
XXIV 1988 Seoul 8 340 Quinto
XXV 1992 Barcelona 7 198 Quinto
XXVI 1996 Atlanta 8 219 Sexto
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Sobre el autor
Nehemías Dorta
Periodismo en la ULL. Coordinador adjunto de las redacciones de la UD Las Palmas y Portugal. El fútbol portugués como gran pasión. Aprender haciendo lo que más quieres, eso no tiene precio. ¡Nos leemos!