Todo parecía venirse abajo hace tan sólo unas semanas cuando se confirmaba la baja de Sancho Lyttle, la pívot referencia del equipo español de Lucas Mondelo, pero ni mucho menos.

Porque este grupo, que vio retirarse a leyendas como Amaya Valdemoro o Elisa Aguilar, respondió a las dificultades silenciando a Francia en el Eurobasket 2013 (oro) y colándose después en la final del pasado Mundial (plata). Si algo caracteriza a este grupo de jugadoras y cuerpo técnico son las ganas y la ilusión por cumplir sus sueños, el trabajo duro ha llevado a España a competir en la final de los Juegos Olímpicos por primera vez en su historia, y más aún, asegurarse la medalla olímpica, algo nunca antes conseguido.

La fuerza del lobo está en la manada

Esta frase de Lucas Mondelo antes del partido ante Serbia en Twitter nos llevaba a pensar que, una persona sola puede ganar un partido, pero no un campeonato, y eso es exactamente este equipo, un grupo de 12 amigas que hacen lo que más aman en sus vidas, y de una manera espectacular. Un juego vertiginoso y dinámico en la mayoría de sus fases, con una defensa solidaria e intensa y con unas ganas inimaginables por seguir soñando.

El camino de España hasta la final ha sido impecable. Con una sola derrota, ante la todopoderosa Estados Unidos, y tras el milagro de cuartos personificándose en Anna Cruz, con esa canasta sobre la bocina casi imposible, de esas que entra una de cien, pero que bien valía las semifinales y aupaba a las españolas hacia las medallas.

Serbia, por su parte, no queda atrás en cuanto a dedicación, talento y coraje. Se plantaron en semis tras sorprender a Australia en cuartos con una defensa rayando la perfección por momentos, y con una intensidad bárbara en cada posesión. Con ese carácter impuesto por Marina Maljkovic. La campeona de Europa quería estar en esa final soñada, pero se encontró con una de las mejores Españas que se recuerdan.

El primer cuarto un aviso de lo que estaba por llegar

La mejor forma de quitarse los nervios y los miedos es dar el máximo desde el salto inicial, romper a sudar antes que tu rival y no perder la concentración en ningún instante. Suena fácil a priori, pero es tarea difícil mantener el nivel, acierto e intensidad los cuarenta minutos.

España salió a morder, salió con esa garra que diferencia a un equipo de un equipazo, y se notó desde el minuto 1 que las serbias no iban a tener una buena noche. Con el habitual nivel defensivo, España volaba (20-9) en el primer cuarto, gran colchón con el que afrontar la reacción serbia, que por supuesto llegaría.

El segundo cuarto no había hecho más que comenzar y las serbias ya tenían otro rostro. Cado anotaba su segundo triple del partido y Serbia se animó. El ataque español ya no era un paseo, las serbias ya metían manos y corrían a la contra. El atasco español en ataque, y las dudas atrás tras los bloqueos directos de Page obligaban a Mondelo a pedir tiempo para calmar a las fieras serbias, que olían sangre con un parcial de 2-11 en 6 minutos.

"Si queréis medalla, esto es lo que hay", con esa frase salían tras el tiempo muerto las españolas. Tras otra pérdida en ataque comparecían en pista de nuevo Cruz, Ndour y Xargay. Las serbias parecieron ver un fantasma en el Carioca 1 porque, en menos de 2 minutos España ya no estaba atascada, con un parcial de 7-0 y con Laura Nicholls (9 puntos y 5 rebotes en la primera parte) haciéndose gigante en la zona, las serbias se alejaban de nuevo en el marcador y España se iba al descanso con un más cinco en el marcador.

Vendaval español en la segunda parte

El partido estaba ya en términos predecibles, lo del primer cuarto parecía que había sido un mal trago para las serbias, que saldrían con la mentalidad de jugar como los primeros seis minutos del segundo cuarto. Pero hoy, delante de ellas no había una selección, había un equipo que no quería perderse esta oportunidad única de hacer historia.

Los nervios y la precipitación estaban presentes en la pista, y en toda la locura de transiciones rápidas y jugadas de 10 segundos España encontró su ritmo, con un parcial de 8-0 en cuatro minutos las de Mondelo se iban a una renta de doce puntos, una renta que no bajaría ya en todo el partido. El tercer cuarto fue un correcalles, errores no forzados y mucha precipitación, Serbia necesitaba recortar distancias pero ni Dabovic ni Petrovic tenían su día, y son vitales. El ataque de Serbia se convirtió en un juego de niños para la defensa española, que continuaba haciendo daño en la pintura serbia a base de rebotes ofensivos y supremacía por parte de Nicholls (13 puntos, 12 rebotes, 3 tapones y 2 asistencias) y Ndour (14 puntos, 6 rebotes y 3 tapones).

Laura Nicholls ante Serbia. Foto: FIBA
Laura Nicholls ante Serbia. Foto: FIBA

Los últimos diez minutos llegaban con España cómoda en el marcador (53-38) y con la mentalidad de no confiarse ni un segundo.

España redujo con una superioridad abrumadora a la campeona de Europa, que acabó intentando jugar en el fango todo el último cuarto sin premio alguno. Serbia estuvo más de 7 minutos en bonus y España no se amedrentó por la agresividad balcánica. Silvia Domínguez y Laia Palau llevaban el timón español de una manera excelente, Anna Dabovic (MVP del Eurobasket) se quedó en 8 puntos y con una aportación meramente presencial en la pista.

En Serbia sólo tiraban de orgullo ya Petrovic y Page, que intentaban maquillar el resultado con acciones individuales. Serbia pagó el esfuerzo realizado ante Australia y no podía con el rodillo español que, de la mano de Alba Torrens (14 puntos), hundía más aún a Serbia.

El partido llegaba a su fin con todo decidido en los últimos dos minutos y España ya tiene su nombre escrito en plata. En la final presumiblemente estará Estados Unidos, esa potencia de talento y físico a partes iguales y las claras favoritas al oro olímpico.

A España le toca disfrutar de algo único el sábado, le tocará competir al máximo, y le tocará hacer historia, una historia más que merecida para esta generación de luchadoras del baloncesto español.