El inicio de partido era dudoso para ambos equipos. El Laboral Kutxa, despistado, perdía 2 balones en los 3 primeros ataques, algo que el Lietuvos Rytas aprovechaba para empezar a abrir brecha en el marcador. El 0-6 que endosaba a los vascos les hacía reaccionar, y por medio de Leo Mainoldi, que anotaba desde 6’75, acortaba distancias. Además, los puntos de Baskonia empezaban a llegar desde la pintura, con San Emeterio y Pleiss muy activos en la zona.

Sergio Scariolo, que buscaba un cambio de dinámicas en su equipo, daba entrada a Adam Hanga, que debutaba con la camiseta vasca después de 7 meses sin poder jugar. Y su presencia en la cancha daba más cabeza al equipo, que buscaba ataques con más criterio y proponía una defensa más intensa. El mismo Hanga robaba balones atrás, y el intercambio de puntos se iniciaba para 2 equipos que estaban jugando de manera muy similar.

Poca consistencia defensiva

De las rápidas respuestas en ataque salía beneficiado el Laboral Kutxa, que llegaría al término del primer cuarto con 18-17 en el marcador. Aun intentando defender fuerte, la intención de los vascos se diluía en los tramos finales de defensa, en los que los lituanos conseguían anotar y se mantenían vivos en el marcador.

Dos triples locales daban inicio al segundo cuarto, pero sería Fernando San Emeterio el que se encargara de orientar el timón del equipo, perdido en determinados momentos. El trabajo defensivo de los vascos estaba dando muestras de mejoría; incluso los hombres más grandes, como Hamilton o Bjelica, estaban muy intensos en sus defensas del 1c1, un trabajo que rápidamente daría sus frutos. El 27 a 24 que lucía en el marcador era la primera ventaja clara de Baskonia, un resultado que no tardaría en cambiar.

A pesar de las buenas sensaciones que el equipo conseguía tras encarrilar buenas defensas (conseguía, incluso, que el Lietuvos Rytas agotara 2 posesiones seguidas sin tirar), en ataque seguía sin rumbo. Los cambios que Scariolo hacía en la dirección de juego, probando a San Emeterio, Heurtel y Hodge, no daban resultado, y empezaba el peor momento de juego del equipo.

Tiros fallados, balones perdidos y una defensa que hacía aguas en los peores momentos  del encuentro marcaban los compases del parcial de 3-14 que encajarían los vitorianos. La alternativa defensiva de Scariolo, la de colocarse en zona, tampoco funcionaba, y los ataques excesivamente fáciles de los lituanos cerraban la primera mitad, con el 30 a 38 en el electrónico.

Más contundencia en ataque

El paso por los vestuarios daba aire fresco al Laboral Kutxa, que conseguía un 6-0 de inicio. Jelinek, desconectado en la primera mitad, aparecía para sumar 5 puntos del tirón, y San Emeterio, que llegaba a los 1000 puntos en la competición continental, y Heurtel hacían lo propio, con lo que ponían el 45-40. El trabajo de los vascos era mucho más serio, algo que su compañero Andrés Nocioni, fuera de la convocatoria por lesión no dudaba en aplaudir poniéndose de pie.

Hamilton, hasta el momento secundario en el equipo, dio un paso adelante y jugó su mejor partido

En la pintura, Hamilton disputaba uno de sus mejores partidos en lo que va de temporada, estaba supliendo la ausencia de Pleiss, desdibujado a lo largo del encuentro, y su potencial físico era un argumento al que Baskonia se agarraba sin dudarlo.

Pero como ocurriera en el segundo período, el tramo final del cuarto devolvía los peores miedos a los vascos. Otra vez las pérdidas de balón y la falta de control del juego ofensivo les llevaban a precipitarse y a cometer errores con los que los lituanos se acercaban en el marcador. A base de tiros libres, la diferencia volvía a ser mínima, de 2. Al final, Hodge, que recibía falta, sumaba 2 puntos más y ponía fin al tercer cuarto, 53 a 49 en el marcador.

Las intenciones de Baskonia eran claras: atar el encuentro lo antes posible, y buscar su mejor juego en el último cuarto. Y se ponía manos a la obra desde el primer segundo: un 10-0, con un Hodge muy activo, empezaba a dejar sentenciado el resultado.

Dirk Bauermann, el entrenador del Lietuvos, hacía cambios en su equipo para intentar frenar el vendaval que había empezado en el Buesa Arena, pero sin fortuna. Hamilton y Hodge, los mejores del encuentro, no tenían rival, y su seriedad a la hora de defender, sobre todo la del pívot americano, dejaban al conjunto lituano con muy pocas opciones de sumar.

Scariolo aprovechaba para dar entrada a los jugadores menos habituales, como Devon Van Oostrum e Ilimane Diop, que se ponían al nivel de su equipo en pocos segundos y sumaban como uno más. Al final, el encuentro finalizaba 79-63, y el Laboral Kutxa aún puede pelear por la primera posición del grupo D. El Top 16 ya está en las manos de los vascos, y en un partido en el que costó más de lo previsto, el equipo supo reaccionar a sus malas decisiones en ataque.