Demasiados altibajos marcan la primera mitad de la liga regular del Iberostar Tenerife. Un gran inicio, largas rachas de derrotas, muchos cambios en el juego... Estos altibajos no sólo hacen referencia al equipo en general, sino al rendimiento global de varios jugadores que no han sido capaces de mantener su mejor versión, y que han contribuido con ello a que los aurinegros acaben la primera vuelta con la sensación de que podían haber hecho más.

Gran inicio pese a las complicaciones

El calendario no era, ni mucho menos, sencillo para arrancar, pero fue casualmente cuando más difícil parecía todo, cuando los de Alejandro Martínez ofrecieron su mejor versión. La liga comenzó con una victoria en Sevilla en la que el Iberostar demostró una enorme capacidad ofensiva (96 puntos), y en la que dos jugadores dejaron claro que serían los que marcarían el ritmo de los chicharreros: Luke Sikma y Blagota Sekulic, que se fueron hasta los 27 y 25 puntos de valoración respectivamente. Había motivos para tener esperanza.

La segunda jornada supuso un tropezón, pues Robinson ajustició a los canaristas a falta de pocos segundos y dio al CAI Zaragoza una victoria por un solo punto en el Santiago Martín. Entonces no lo sabía, pero el cuadro chicharrero estaba iniciando una pequeña maldición en el pabellón lagunero. No obstante, la semana siguiente se impusieron en Madrid al Estudiantes con relativa comodidad, colocándose entre los mejores de la liga.

Pese a enfrentarse a los mejores, el Iberostar mantuvo un balance postivo de victorias y derrotasLos siguientes cuatro partidos se presentaban enormemente complicados, pues enfrentaban al Iberostar a los tres mejores equipos de campeontato, Real Madrid, Barcelona y Unicaja, además de al Río Natura Mombus. Los blancos lograron imponerse en la isla en la que sería la que sería la segunda derrota consecutiva de los aurinegros como locales, pero de nuevo volvieron a ganar en la siguiente salida con todo un recital en Santiago de Compostela. Venían curvas muy peligrosas, pero tras cinco jornadas Tenerife veía a su equipo reflejado en la clasificación como el quinto mejor equipo de España.

Ante Barça y Unicaja poco se pudo hacer, lo que hizo que el partido ante Andorra cobrara especial relevancia por dos motivos: en primer lugar, era necesario ganar ante un rival teóricamente asequible para no perder el tren de los ochos primeros, pero más urgente aún era ganar en casa, en donde no se había hecho aún. Ya a finales de noviembre, era hora de que la afición tinerfeña se llevase una alegría.

En casa y solo en casa

Se hizo y vaya si se hizo. De 27 puntos ganaron los de Alejandro Martínez a un cuadro andorrano que se vio sobrepasado por todos lados. Volvía el gran Iberostar Tenerife, pero poco más se le iba a ver en lo que quedaba de primera vuelta. Además, si bien se rompió la maldición como locales, se inició otra aún más larga y que todavía no se ha conseguido romper: la de volver a ganar fuera la isla.

Se iban logrando triunfos en casa ante Manresa y Gipuzkoa en los que se sufrió más de lo previsto, pero las visitas se contaron como derrotas desde entonces. Ni en Vitoria ni en Gran Canaria se consiguió el triunfo, y de hecho en ninguno de los dos choques se llegó a los compases finales con opciones de pelearlo. El equipo que ganaba sin compliaciones allá a donde fuera había desaparecido.

No obstante, mientras las derrotas como visitante eran compensadas con triunfos en el Santiago Martín no había ningún problema y las opciones de entrar en Copa del Rey se mantenían intactas. Cuando el Iberostar viajó a Badalona estaba a un solo triunfo de los puestos que le permitirían clasificarse para el torneo, y la ilusión de estar por segundo año consecutivo entre los ocho mejores animaba a la isla. Pero la situación estaba a punto de cambiar.

La mala racha final evitó repetir la proeza de entrar en Copa del ReyTras la derrota ante el Joventud se inició una racha que echó por tierra cualquier esperanza de estar en Gran Canaria, pues el conjunto canarista no pudo con el Bilbao Basket y continuó su calvario lejos del Santiago Martín cayendo en Valencia y Fuenlabrada sin presentar casi oposición en la segunda mitad de los tres choques. Habían estado cerca, pero no había podido ser.

Ante Murcia se recuperó la senda de la victoria y se cortó con la mala racha, algo sin duda más que necesario de cara a iniciar la segunda vuelta con ilusión por seguir en la pelea por la zona alta. El sabor de boca que deja la primera vuelta es malo, pero ni mucho menos puede decirse que esta mitad del campeonato lo sea. El equipo ha peleado de principio a fin por estar con los mejores de la liga, y si recupera el nivel de principios del campeonato no cabe duda de que lo hará durante todo lo que queda. Que no haya prisa: aún queda un camino tan largo como el que se ha recorrido.