De Alí Babá y de Robin Hood se escribieron hermosos cuentos, de determinados políticos y banqueros se han escrito no tan bonitas frases, y de Danny Ocean había tanto que escribir que se optó por hacer tres películas. Todos ellos destacaron en mayor o menor medida, pero ninguno supo hacer del robo un estilo de vida tan bien como lo ha hecho el Iberostar Tenerife.

Los tinerfeños han robado 8,94 balones por partido

Los de Alejandro Martínez han sido el equipo con más recuperaciones de balón tras las 34 jornadas de la liga regular de la ACB con un total de 304, lo que supone una media de 8,94 por partido. No se trata ni mucho menos de un dato anecdótico, pues los aurinegros han brillado gracias a un estilo basado en presionar las líneas de pase defensivas y en las rápidas transiciones. Gracias a esto, el juego de los aurinegros ha sido, además de efectivo, espectacular y divertido de ver, algo que han agradecido en forma de altas cifras de asistencia las gradas del Santiago Martín.

Luke Sikma, Ricardo Úriz y Nico Richotti han sido los hombres que más han brillado en esta faceta, y de hecho el interior norteamericano es el que más balones ha robado en toda la liga de forma bastante destacada. Con su inteligencia para cubrir los pases a los jugadores que defiende y su capacidad para saber cuándo meter las manos, Sikma se ha consolidado como un excelente defensor en el que sin duda ha sido su mejor año en la ACB, y ha finalizado la campaña con la espectacular cifra de casi dos recuperaciones por partido (1,91). No obstante, las recuperaciones que más han influido en la forma de jugar de los tinerfeños han sido las de los exteriores.

No cabe duda de que el mejor Iberostar Tenerife de la temporada se ha visto cuando las transiciones desde el propio aro al contrario no duraban más de dos o tres segundos. Coger el balón, correr con él o dárselo a un compañero que esté más adelantado, bandeja y canasta. Parece simple, pero la realidad es que no ha habido ningún equipo en España que lo haya hecho como los tinerfeños, algo muy meritorio teniendo en cuenta lo que le gusta a equipos tan poderosos como el Real Madrid desarrollar este tipo de baloncesto.

La defensa colectiva ha sido el punto fuerte del Iberostar Tenerife, pues gracias a ella han podido robar balones y desplegar su juego

Todo esto es más fácil cuando el primer jugador en tomar el balón es un exterior, pues da menos tiempo a la defensa rival a realizar la transición defensiva y quien lo coge tiene menos distancia que recorrer, y los aurinegros cuentan con la ventaja de tener una plantilla en la que prácticamente todos los exteriores tienen una gran habilidad para meter manos y cortar pases. Úriz y Richotti, el primero por su veteranía y el segundo por su físico e intensidad, destacan en este aspecto al colarse entre los 15 mejores ladrones de la ACB, pero en aspecto tan colectivo como es la defensa destacar solo a unos pocos sería cometer un error manifiesto. Si un jugador puede cortar una línea de pase es porque otro ha obligado a su hombre a soltar el balón en malas condiciones, y si alguien es capaz de meter la mano y hacerse con el balón es porque quien lo tenía no sabía que hacer con él. La defensa del Iberostar nunca ha dependido de nombres, sino de esfuerzo y sacrificio colectivo.

Lo mejor del conjunto lagunero es que no solo ha sabido aprovechar al máximo sus virtudes, sino que ha hecho de ellas un estilo que le ha llevado a competir de tú a tú con los mejores equipos de España y de Europa. Las recuperaciones de balón y la fortaleza en el rebote defensivo han permitido a los chicharreros desarrollar un ritmo de juego muy alto en el que, si el rival no metía canasta, debía estar muy rápido a la hora de regresar a su campo o de lo contrario se encontraría sacando de fondo para volver a atacar con dos puntos más en el casillero aurinegro. Los tinerfeños han sido un equipo hecho por y para robar balones, pues esto es lo que les ha sacado adelante en muchas ocasiones y ha sido su suministro de puntos cuando las defensas rivales se imponían en los ataques estáticos.

De hecho, la estadísitica vuelve a aportar uno de esos datos que definen a un equipo: en las victorias, los de Alejandro Martínez roban 9,2 balones por partido, en la derrota se quedan en los 8,7. No es una diferencia abismal, pero no es necesario que lo sea para ver que las recuperaciones de balón y el éxito son conceptos que va siempre unidos cuando se habla de Iberostar Tenerife, ese equipo que ha hecho de los correcalles un terreno que domina a la perfección. La felicidad no está en la canasta propia, sino en el balón ajeno.

Paradójicamente, incumplir el séptimo mandamiento cristiano ha sido lo que ha acercado al cielo de la ACB al conjunto canarista, que sigue creciendo cada año y que continúa asentando su éxito en un estilo de juego que ejecuta cada vez mejor. No ha sido Moisés con una tabla sino Alejandro Martínez con una pizarra quien se ha encargado de dar las instrucciones, y el resultado ha acabado siendo divino. Con esta idea tan bien ejecutada, más los retoques que se hagan a la plantilla en verano, no cabe duda de que el equipo continuará su escalada hasta la parte noble de la Liga Endesa.