El domingo era un día especial, y el Santiago Martín no dudó en vestirse de gala para la ocasión. Si bien no ofreció su mejor versión (antes Estudiantes hubo más espectadores), se vio una grada muy comprometida y ruidosa, que en todo momento apoyó a los suyos. Fue, sin lugar a dudas, una forma perfecta de recibir a la fiesta del baloncesto canario.

3.976 personas vivieron el encuentro en directo en el Santiago Martín

El buen ambiente fue palpable desde antes de comenzar el partido. Las aficiones de ambos conjuntos no dudaron a la hora de disfrutar juntas del espectáculo, y se unieron para apoyar a Kyle Kuric con su recuperación y a los parisinos tras los atentados. No obstante, cuando se lanzó el balón aire solo había un tema de conversación posible: baloncesto.

El habitual sonido de tambores y palmas fue más intenso y constante de lo habitual, pues la situación lo exigía. Las necesidades del Iberostar, la dificultad del rival, y, sobre todo, la rivalidad con el Herbalife Gran Canaria, animaron a la gente, que comenzó a venirse especialmente arriba cuando, guiados por Beirán, los de Vidorreta iniciaron la remontada que terminó de meterlos en el partido. La igualdad con la que se estaba desarrollando el choque exigía un apoyo mayor, y la grada respondiendo.

El delirio llegó cuando, a falta de siete minutos, Blagota Sekulic empató el choque con un triple después de que los chicharreros llevasen mucho tiempo por debajo, pero lo mejor aún estaba por llegar. A falta de poco más de un minuto para el final, Davin White anotó un triple que ponía el 65-63 que a la postre sería definitivo, dejando a los presentes en un estado de euforia contenida por la tensión del tiempo que quedaba por jugarse. Dicha tensión no fue liberada hasta cinco segundos antes del final, momento en el que Kevin Pangos erró el triple que habría dado el triunfo a los de Aíto y se hizo evidente que la victoria se quedaba en el Santiago Martín. El pabellón estalló. Por fin veía ganar a los suyos.

Las ovaciones hacia los jugadores fueron incesantes, tanto que, tras haberse marchado hacia los vestuarios, la plantilla volvió a salir para agradecer su apoyo a la afición. El equipo necesitaba de la mejor versión de la grada para ganar el partido, y la grada necesitaba ver ganar a su equipo para recobrar la fe en este proyecto. La simbiosis fue perfecta. El Iberostar Tenerife y el Santiago Martín caminan mejor de la mano.