Si se mezclan todos los elementos que se han puesto de manifiesto en la primera parte de este reportaje, el cóctel resultante posee una textura que produce sensaciones contrapuestas. Contiene el empalago propio de la canela cuando se abusa de ella, el rasposo tacto de la nuez y la amargura del limón. Sin embargo, el sabor es muy identificativo y el que se lo bebe sabe perfectamente quien lo ha elaborado.

El alcalde León de la Riva ha administrado esa bebida a los responsables de la ACB, a los grupos de la oposición municipal y a los propios abonados del Club Baloncesto Valladolid en multitud de ocasiones, si bien, en los últimos tiempos, había decidido quedársela en el almacén del Consistorio y negársela al caballo enrabietado que, a falta de su alimento habitual, había optado por tomar sustancias psicotrópicas para su sustento.

El punto de inflexión que hizo reaccionar al alcalde

El punto de inflexión que hizo reaccionar al primer edil y variar su ambigua postura a lo largo de la presidencia de De Paz –pese a que los acontecimientos se habían desencadenado y el equino ya se había encabritado desde hacía semanas– fue el auto 43/2013, de fecha 22 de febrero, que dictó el Juzgado de Primera Instancia Número 11 de Valladolid.

En el mismo, se daba un plazo de 10 días al club para aportar bienes suficientes los cuales garantizasen la deuda que reclamaba una empresa llamada Autronik. De no hacerlo, se embargaría preventivamente la concesión de la explotación del pabellón Pisuerga –edificio de propiedad municipal–, cedida por el Ayuntamiento a la Fundación Baloncesto Valladolid por un período de cincuenta años, en otro de esos cambalaches jurídicos un poco extraños, como ya se ha señalado.

El embargo preventivo que no se llegó a producir

Hay que aclarar que el auto no resolvía la disputa. No daba la razón a nadie, sino que únicamente establecía medidas cautelares. Este tipo de medidas se adoptan para garantizar la futura satisfacción del interés de una de las partes. Es una forma de asegurar que, si la sentencia fuera favorable a esa parte, va a poder cobrar la deuda.

En otras palabras, el juez, al observar la nula solvencia de la entidad morada, optó por establecer el embargo preventivo de la concesión del pabellón para que Autronik tuviese algo a lo que agarrarse si, en el transcurso del pleito, el club cerraba y no quedaba un solo euro en la caja.

Igualmente es necesario puntualizar que el embargo de la explotación de Pisuerga no hubiera provocado ni el pago de un alquiler por el uso del mismo, ni la pérdida de los derechos económicos sobre la instalación de vallas publicitarias, ni, en realidad, ningún efecto perjudicial inmediato, más allá de la prohibición de venta de dicha concesión a terceros. Hay que reseñar de nuevo que se trataba de medidas cautelares. De un embargo preventivo, no definitivo.

De hecho, el propio León de la Riva lo explicó de un modo rudimentario después de que la noticia saltara a la palestra –el día en el que rompió su silencio sobre el CB Valladolid–. Pese a la cantidad de inexactitudes y de falsedades que se han vertido en estos últimos meses por parte de todo el mundo que gestiona, a las claras o a las oscuras, al CB Valladolid, en este caso el alcalde decía la verdad.

El embargo preventivo no se llevó a efecto precisamente porque el alcalde, al ver que el asunto afectaba a un bien municipal, medió indirectamente en la negociación con la empresa demandante y se consiguió llegar a un acuerdo para que esta se retirara momentáneamente de la guerra.

La compensación que se le ha ofrecido no ha salido a la luz, ni a la solar ni a la artificial, más allá de la somera explicación de Juan Vela, el cual afirmó que consistía en “proyectos de eficiencia energética”. Pero probablemente los ciudadanos de Valladolid sabrán algún día que Autronik instaló las placas fotovoltaicas de algún edificio municipal o de alguna instalación deportiva aneja a Pisuerga. 

La fantasmal vinculación entre el Ayuntamiento y la Fundación

No se debe olvidar que esa resolución judicial vino generada a raíz de la reclamación de 100.000 euros por parte de dicha empresa, que adelantó tal cantidad de dinero condicionado a la futura construcción del Complejo Deportivo Pisuerga, que incluía entre otras instalaciones una pista de karting, en los terrenos anejos al polideportivo.

Todo el mundo sabe como acabó dicho proyecto, promovido por la directiva Mayordomo –con la aquiescencia y el impulso absoluto del alcalde, al que le pareció siempre una excelente idea–. Hundido en el río y difuminado fantasmalmente entre la niebla que generan sus aguas en los fríos inviernos pucelanos.

Pero, si se habla de espectros, hay otra cosa en el auto que llama poderosamente la atención y que ha pasado completamente desapercibida en los medios de comunicación.

Una de las alegaciones que efectuó Juan Vela contra la imposición de medidas cautelares se basaba en el hecho de que el patronazgo de la Fundación lo ejercía el Ayuntamiento de Valladolid, “de cuya solvencia nadie puede dudar”. Se venía a decir, por tanto, que no hacía falta ninguna medida preventiva, porque el Consistorio respondería en último término.

Sin embargo, el juez rechazó dicha oposición debido a que no se había podido demostrar la vinculación jurídica entre la Fundación y el Ayuntamiento a través de ningún documento, pese a que se trataba de “un hecho periodístico en la ciudad”.

Tal detalle, de suma importancia, hace que la historia del CB Valladolid, en parte leyenda y en parte realidad, adquiera un cierto matiz siniestro. Juan Vela, una de las cabezas visibles del club, relaciona directamente al Ayuntamiento con la deuda del club y le atribuye su control, pero, por otra parte, los estatutos de la Fundación no conectan a esta institución con el máximo órgano de Valladolid.

La conexión es, por lo tanto, espiritual, adquirida con el tiempo y la costumbre, forjada sobre tradiciones. Una especie de mito transformado en materia. Juan Vela, en la ya citada intervención que realizó en la SER el 28 de febrero, trató de definirlo de alguna manera comprensible, aunque no lo consiguió, más allá del parco "algo así", cuando José Ignacio Tornadijo apuntó "el Ayuntamiento entonces es una especie de consejero". 

De la Riva vuelve a tomar las riendas

Sea como fuere,este hecho del embargo preventivo sobre la concesión de la explotación del Pisuerga, sin precedentes conocidos hasta ese momento en la sardónica historia del CB Valladolid, espoleó al alcalde de Valladolid y fue el pildorazo que necesitaba para que su nivel de norepinepinefrina aumentara hasta llegar a la preocupación.

Dicho estado tal vez se transformó en alarma cuando, después de tanto tiempo desconectado de la realidad diaria del club, supo probablemente por la boca de Juan Vela –y algo por la de De Paz, aunque es dudoso que lograra entenderlo–, la calamitosa situación real del CB Valladolid, probablemente la peor de su historia. Y eso que las ha pasado canutas. De la Riva lo sabe mejor que nadie. Le tocaba nuevamente agarrar las bridas del enloquecido caballo y liberarlo de su nociva adicción.

Su actitud y la del resto del equipo de gobierno municipal implicado en la gestión del club variaron radicalmente. En primer lugar, se reunió con José Luis de Paz y le recomendó que se retirara a un lugar más tranquilo y apacible donde pudiera leer a los filósofos griegos a los que tanto admira el ya ex presidente. En una semana se había producido la dimisión.

Después habló con Juan Vela, quien, aunque no haya habido un nombramiento oficial, ejerce desde entonces como presidente del club, dada su condición de Presidente de la Fundación, con el apoyo inestimable de esa especie de iron man en el que se ha convertido por las circunstancias Felipe Martín.

El director de operaciones del club es otro hombre que, como Vela, lleva muchos años vinculado al club de una manera u otra, desde la penumbra, como muchos en este CB Valladolid, pero que nunca había saltado tan a la palestra como en estos momentos.

La nueva presidencia del Club Baloncesto Valladolid

De hecho, ambos celebraron inmediatamente reuniones tanto con los capitanes del equipo como con el cuerpo técnico. El mensaje, tal y como explicó Roberto González, fue claro. Basta de utopías. Toca baño de realidad. No más fechas imposibles de cumplir ni más promesas de postín. Es la hora de dejar las drogas ilegales y abonarse al Prozac y al Tranquimazin.

En este sentido, es muy sintomático el cambio de discurso que experimentó el aún director de operaciones. Martín había asegurado que entrarían entre 350.000 y 400.000 euros procedentes de ayudas públicas –Ayuntamiento y Diputación– y de algunas empresas privadas y que se destinarían a pagar los atrasos.

El día después de la dimisión de De Paz declaraba en los micrófonos de la extinta Punto Radio, “ya no atrevo a prometer nada”. Felipe, por consiguiente, dejó de ser político y se metabolizó en persona de a pie.

Varias semanas después llegaría la ya citada jornada de puertas abiertas convocada por el Patronato, como intento por demostrar transparencia, calificada como golpe de credibilidad por algún medio muy entregado al fervor por la nueva era de la Fundación.

En cualquier caso, la subrepticia presidencia de Vela, con el brazo de hierro de Martín a su vera, podría ser únicamente interina, solo hasta que se solucione el tema del patrocinio futuro, que ata de pies y manos en estos momentos a la entidad, una vez confirmada la marcha de la Denominación de Origen Rueda. 

Es posible que el gran ojo de Sauron De la Riva esté entregado a la búsqueda de otra figura que mejore la gestión de los tres últimos presidentes del club –Herrero, Mayordomo y De Paz–, algo que, excepto en lo relativo a los dos primeros años de Mayordomo, no parece demasiado difícil de lograr. De hecho, ya ha empezado a sonar un nombre con fuerza, el de Mike Hansen, persona sobradamente conocida en el club y en el entorno, y bien considerado por casi todos sus estamentos. 

Aunque, dada la situación del club, la tarea en sí requeriría tomar pastillas de épica y meterse un chute de pócima milagrosa, por lo que también cabe la opción de que Vela tenga que seguir ejerciendo de Saruman el Blanco, le guste o no. Las apuestas ya han comenzado. 

No obstante, todo ello no es óbice para reconocer que, a diferencia de otros muchos clubes deportivos y en especial del baloncesto español, la situación del CB Valladolid es conocida y se ha contado en innumerables ocasiones, incluso recientemente por sus propios responsables, tras la época del oscurantismo de De Paz y Saquero. Cosa que no pueden decir muchas otras entidades de la ACB.

Tal vez eso sirva irónicamente como premio final y, como se explicará en la tercera y última parte del reportaje, el alcalde quizá logre dar los pasos definitivos que sirvan para salvar a la malherida entidad, por cuyas venas corre desde siempre la triste sangre de la inestabilidad, evitando así la dolorosa decisión de poner fin a su penosa agonía.