Es difícil imaginar a un equipo realizando un partido de baloncesto de menor nivel al exhibido por el Club Baloncesto Valladolid en La Fonteta. Sufrirlo no fue mucho menos duro de lo que tuvo que suponer el jugarlo para los desorientados jugadores morados, quienes transitaron como almas en pena por la pista del Valencia Basket, que no se apiadó ni un ápice los de Ricard Casas.

El conjunto taronja dirigido por Velimir Perasovic obtuvo la victoria más abultada de su historia, al vencer por la espeluznante cifra de 51 puntos (108-57). El récord databa de la temporada 1991-1992, cuando los valencianos se deshicieron del Atlético de Madrid por 41 puntos. Baloncesto de otra época en ambos casos. Abismal la diferencia de potencial entre sendos equipos, pese a que jueguen en la misma categoría. El CB Valladolid sufrió tal vez el mayor varapalo de toda su trayectoria como entidad.

Valencia Basket deja K.O. al Valladolid desde el inicio

El 17-1 de parcial con el que los valencianos comenzaron a mandar en el electrónico de la Fuente de San Luis no hacía presagiar nada bueno para los morados. Aquella iba a ser una de las tardes más aciagas para el baloncesto pucelano. Sin ningún acierto ni ninguna idea en el plano ofensivo y totalmente desbordados en la faceta defensiva, los pucelanos parecían un equipo de una categoría muy distinta a la ACB.

Vasilopoulos y Akeem Wright querían hacer la guerra por su cuenta. El primero se fue rápidamente al banquillo, pero el segundo continuó regalando al respetable toda clase de acciones desafortunadas y acciones individuales sin sentido, como un guitarrista de rock tocando en una orquesta sinfónica, y para colmo con el instrumento desafinado. Haritopoulos se cargó rápidamente con dos personales y entró a la cancha Sinanovic.

El equipo de Ricard Casas se puso en zona y la dirección de Suka-Umu en lugar de un Viljhalmsson que demuestra tantas condiciones como poco criterio mejoró algo la cara de los vallisoletanos. A base de tiros libres transformados por Sinanovic se pusieron con un ligeramente esperanzador 20-6. Sin embargo, un final de primer cuarto apabullante de acierto taronja llevó el electrónico a reflejar un resultado de 26-8. El CB Valladolid no había anotado ni un solo lanzamiento en juego. 0/16 era el balance de los vallisoletanos en tiros de campo. Prácticamente imposible de empeorar. Sinanovic metió la primera canasta en juego de los visitantes en el arranque del segundo período.

Sin embargo, los vallisoletanos parecían sin quererlo empeñados en demostrar que esa tarde eran capaces de sorprender, para mal, a propios y extraños. El Valencia conseguía paulatinamente nuevas máximas. Todos anotaban desde cualquier posición. Serhiy Lischuk era un rodillo, Sam Van Rossom una escopeta, Rafa Martínez parecía transformado, esta vez sí, en Juan Carlos Navarro, Justin Doellman mostraba su inmensa polivalencia y Romain Sato continuaba mostrándose tan sólido como en todo este arranque de temporada.

El paso por el vestuario dejaba tras de sí un escandaloso resultado de 48-21, sonrojante para los de Pucela, que firmaban un vergonzoso 6/33 en tiros de campo y habían repartido tan solo 3 asistencias. La valoración global, 68-7 a favor de los de Perasovic, lo decía absolutamente todo. Cifras frías clavadas en la yugular morada.

La victoria más amplia en la historia del Valencia Basket

En la segunda mitad, más de lo mismo, y los vallisoletanos poniendo el horrible broche a su espantoso encuentro. Wright, Viljhalmsson y Vasilopoulos hacían la guerra por su cuenta, Omari Johnson estaba completamente desaparecido y Andjusic totalmente desacertado.

Los fogonazos de criterio y de chispa aportados por Marcos Suka, el único junto con Sinanovic –fuera aparte de la voluntad de Iván Martínez y Haritopoulos– que se salvaba de la quema a esas alturas de encuentro, no surtían ningún efecto positivo. El concierto dirigido por Ricard Casas seguía siendo un atentado contra la armonía. Especialmente, Akeem Wright se empeñaba en inventar nuevos estilos musicales disonantes.

Los valencianos, mientras tanto, a su tarea, llevada a cabo con la efectividad, aplomo y contundencia dignas del mejor asesino. Ora martilleando desde la línea de tres a su rival cuando trataba de cerrarse en una zona horriblemente ejecutada, ora dibujando transiciones de libro tras pérdida de balón de su rival, ora machacando en la pintura, al lado mismo de la canasta, con continuos mates, especialmente de Juanjo Triguero.

La quimera de superar el récord del año 1991 parecía de pronto posible en La Fonteta cuando, al final del tercer cuarto, el resultado era de 75-32, 43 puntos a favor de los locales. Y los valencianos, lejos de considerar ese objetivo secundario, se emplearon con uñas y dientes a ello. Seguramente en la mente de Perasovic estaba el resarcirse de la última derrota sufrida en la Eurocup ante el Union Olimpija de Ljubljana. Los pucelanos, su particular puching ball para la venganza.

El último período sirvió para que el técnico croata diera minutos al jovencísimo Pablo Pérez, para que Ricard Casas hiciera lo propio con el no tan joven Antonio Izquierdo    –solo 2, algo a priori difícil de comprender–, que por cierto consiguió la canasta de más bella factura de los morados en todo el encuentro, y sobre todo para que el Valencia Basket engrandeciera hasta cotas insospechadas su renta. Concretamente, hasta los 51 puntos, que coincidieron con los que reflejó el marcador final. Si no fue todavía más grande, se debió al ocasional acierto –celebrado con sorna por el público– en los minutos finales de Danilo Andjusic, que decidió jugar durante varios ataques un uno contra cinco, a lo Michael Jordan.

El triunfo más amplio de la historia de Valencia Basket, que, si bien es verdad que hoy tuvo frente a sí a un mero títere desvencijado y desacompasado, ha empezado la temporada pisando muy fuerte. También supuso una de las mayores palizas que jamás ha infringido un equipo a otro en la historia de la ACB. Una heroicidad en sentido negativo la lograda hoy por el Club Baloncesto Valladolid, ninguno de cuyos jugadores alcanzaron siquiera los 10 de valoraciónSinanovic fue el líder en la paupérrima estadística pucelana, con 7–. Un cuadro morado al que la derrota y sobre todo la tristísima imagen mostrada podría causarle una resaca peligrosa en los siguientes compromisos que tiene en esta Liga Endesa