Esta vez fueron 54 puntos los que se llevó en la mochila el CB Valladolid de vuelta a la ciudad del Pisuerga. El Unicaja de Málaga, uno de los mejores equipos en cuanto a presupuesto y plantilla, de esta Liga Endesa, se pegó el atracón a costa del endeble conjunto morado, siguiendo la estela de fiestas que ya disfrutaron anteriormente el Real Madrid, el Valencia Basket y el Barcelona.

El partido se analiza por sí sólo a la luz de los datos, tan fríos como contundentes. 145-33 es la estadística que marca la valoración global de ambas escuadras, 49-24 la del capítulo reboteador. 24 los balones que perdió el CB Valladolid. 5 el número de jugadores morados que terminaron el choque con valoración negativa. 8 los hombres de la escuadra malagueña que finalizaron el compromiso con dobles dígitos en valoración. 13% (2/16) el porcentaje en triples de los de Ricard Casas. Y así se podría seguir hasta ofrecer un sinfín de datos desfavorables para los castellanos.

Baste decir que sólo un jugador vallisoletano, Cvetinovic, superó la decena de puntos (11) y que únicamente otro, Sinanovic, alcanzó una cifra superior a diez en valoración (12). Tal vez sea suficiente señalar que al final del primer cuarto el Club Baloncesto Valladolid ya perdía por 22 puntos (33-11) y que el electrónico del Martín Carpena de Málaga reflejaba un escandaloso tanteo de 59-25 al descanso. 

Con semejante sangría en todos los aspectos del juego, tanto individuales como colectivos, no hace falta ver el encuentro por televisión ni realizar un análisis técnico o táctico del mismo. El propio Ricard Casas reconocía en la sala de prensa con posterioridad a la hecatombe de su equipo que no habían sido capaces de jugar en absoluto, ya que la presión y defensa de los locales los habían sacado del choque desde el primer momento.

Por parte del Unicaja brillaron muchos, aunque especialmente Ryan Toolson (21 puntos, 26 de valoración), que con su acierto desde la línea de tres puntos fue el impulsor inicial de la primera ventaja seria que obtuvo el cuadro dirigido por Joan Plaza ya en los primeros compases, y Vladimir Stimac, que capturó nada más y nada menos que 16 rebotes, además de anotar 12 puntos, para acabar con la misma valoración que su compañero. Por parte del CB Valladolid, nadie brilló, aunque en cuanto a números se refiere se salvan relativamente de la quema los ya mencionados, Rowe Sanders. Llama la atención la decisión de Ricard Casas de dar entrada por primera vez en varios encuentros a Antonio Izquierdo cuando restaba 1:29 para la conclusión y el equipo caía por más de 50 puntos.

Lo peor es que, tras este enésimo varapalo, el colista CB Valladolid afronta una semana que se presenta como de importancia capital para mantener con cierta vida, aunque sea agónica, las escasas opciones que tiene el cuadro morado de mantenerse deportivamente en ACB. Para ello, ha de conseguir ganar a Fuenlabrada el próximo sábado en Pisuerga. De lo contrario, se le podría empezar a considerar virtualmente descendido. Y es de suponer que el estado psicológico de la plantilla estará tremendamente deteriorado tras una nueva debacle a domicilio. En manos de Ricard Casas está el modificar el aparentemente inevitable rumbo hacia el precipicio anímico de este equipo destrozado.