Mucho antes de que Haritopoulos e Ivanov se alzaran en el aire para intentar ganar el salto por el primer balón del partido, se notaba en el ambiente que este encuentro no era un encuentro cualquiera. La iniciativa local de llenar el pabellón había funcionado ya que se habían regalado prácticamente todas las entradas ofrecidas a los socios, y además multitud de chavales de diferentes colegios de la capital castellana poblaban las gradas del polideportivo Pisuerga desde media hora antes del comienzo del choque. La afición visitante también puso de su parte, y en los aledaños de la polifacética instalación deportiva pucelana se podía sentir la presencia de la Demencia con sus cánticos y sus animaciones de forma constante. Antes de comenzar el partido, las casi repletas gradas de Pisuerga vibraban a reventar, siendo la colorida afición estudiantil la que más se hacía notar en las tribunas.

Y es que éste no era un encuentro cualquiera. Se trataba ni más ni menos que un cara a cara entre los dos últimos clasificados de la Liga Endesa. Un duelo por salir del pozo de forma desesperada, un intento de agarrarse al último clavo ardiendo que queda en la pared.

Pero eso parecía que sólo lo sabía un equipo.

El CB Valladolid no se presentó al partido, mejor dicho, se presentó en cuerpo pero no en alma ni en espíritu, y fue arrollado y vapuleado claramente de principio a fin por un Estudiantes que mostró muchas más ganas e intensidad que su rival en el día de hoy. Parece increíble que tras lo visto hoy a orillas del Pisuerga la diferencia de estos dos equipos sea tan solo de un puesto en la clasificación, habiéndose visto tal paliza por parte de los visitantes a los locales.

Es por ello que, al finalizar el choque, la cara de unos y de otros reflejaba el peso que todo esto suponía. Para unos, liberación y esperanza, para otros, desesperación, vergüenza y máximo desánimo. Por desgracia para la afición vallisoletana, el CB Valladolid era la viva imagen de esto último, mientras que para el Tuenti Móvil Estudiantes esta victoria es una inyección de oxígeno y de moral clave para sus aspiraciones de permanencia.

Mal inicio pucelano

De inicio, Ricard Casas sorprendía con la inclusión en el quinteto inicial de los serbios Nikola Cvetinovic y Danilo Andjusic, algo bastante inusual en los planteamientos del técnico catalán. El partido comenzó con mucho ritmo y con un intercambio de canastas entre los dos conjuntos. El Estudiantes encontraba fácilmente a Slokar dentro de la pintura, y el Valladolid movía el balón con rapidez para encontrar posiciones de tiro favorables. Fue un espejismo. Una pérdida de balón en ataque de los locales propició un triple de Andrés Miso que establecía la primera ventaja importante (6-13) para los azules a los cuatro minutos de encuentro. El CB Valladolid ya no volvería a meterse en el partido.

Los locales se vieron obligados a pedir un tiempo muerto, ya que empezaban a atascarse en ataque. Andjusic redujo diferencias con un triple, pero las facilidades para el Estudiantes debajo del aro local eran una constante. Los defensores morados se veían superados una y otra vez por el juego interior. Los tiros de tres tampoco entraban, y la situación para el CB Valladolid empezaba a ser comprometida. Un pase de Rowe a la grada mostraba a las claras la impotencia del CB Valladolid en estos primeros compases del partido. En el siguiente ataque, su compañero Andjusic quiso imitarle calcando la jugada con un pase hacia nadie. El pucela estaba ofreciendo una imagen muy pobre, y el Estudiantes se divertía y divertía a su afición. Al final del primer cuarto, el marcador reflejaba un resultado de 11-25, con una valoración de 3 a 37 favorable a los madrileños, que mostraba claramente lo acontecido durante los diez primeros minutos de juego.

Ricard Casas apostó por los centímetros de Sinanovic para comenzar el segundo cuarto, aunque el equipo parecía empezar este período sin ideas en ataque. La entrada del gigante hispanobosnio hizo que el Estudiantes dejara de jugar tanto por dentro para buscar posiciones de tiro más alejadas de la canasta, lo que también hacía con acierto. A pesar de que el conjunto pucelano defendía con más intensidad, el atasco de cara al aro rival era monumental. Mediado el cuarto, Casas pidió un tiempo con 19-31 en el electrónico que cambió las cosas a peor para el Valladolid. También fue clave decisión del entrenador local de sentar a Sinanovic, quien con su presencia en la pintura había conseguido frenar un poco las oleadas atacantes azules.

Omari Johnson intentó que su equipo reaccionara con un impresionante mate cazando un rebote, pero el equipo visitante respondió con un Alley-oop de Kuric aún más espectacular. Los ataques de CB Valladolid fracasaban una y otra vez debido a su total inoperancia ante la intensa defensa estudiantil, que aprovechó la ocasión para marcharse en el marcador de manera clara y casi definitiva antes del descanso (23-41). El CB Valladolid se retiraba al vestuario entre los pitos de su indignada afición debido a la mala imagen ofrecida, mientras que la afición visitante vitoreaba a su equipo con entusiasmo.    

Nada cambia tras el descanso

Tras el descanso, más de lo mismo. Ataques sin sentido del CB Valladolid y defensa pasiva que facilitaba mucho las cosas a cualquier jugador con camiseta azul que pasara por allí. El Estudiantes sólo tenía que poner intensidad, ganas, y algo de calidad. En tan sólo dos minutos la renta visitante se fue hasta los 26 puntos (25-51, minuto 22). Esto provocó una sonora pitada de los aficionados locales a su equipo, donde sólo el griego Haritopoulos demostraba el suficiente coraje y dignidad propios de un jugador ACB.

El partido estaba muerto demasiado pronto, y el tercer cuarto fue una  sucesión de errores, fallos y situaciones esperpénticas protagonizadas por los jugadores del CB Valladolid. Incluso se pudo ver como algunos de sus componentes discutían sobre el parqué en determinados momentos. Una imagen impropia para un conjunto histórico de esta Liga. El Estudiantes seguía hurgando en la herida pucelana, que no dejaba de sangrar, y sin hacer otra cosa que mantenerse en el partido y conservar la ventaja obtenida llegó al final del cuarto 25 puntos arriba (40-65).

La relajación del equipo de la capital de España fue latente al principio del último cuarto, y eso aprovechó el CB Valladolid por medio de Andjusic para reducir ligeramente las diferencias (45-65, minuto 32).  Pero de poco sirvió. Los errores volvieron a aparecer en el Valladolid, el Estudiantes olió sangre y no tuvo piedad de machacar y humillar a un equipo que se pasó el cuarto deambulando por la cancha. La diferencia de puntos aumentaba minuto tras minuto. El Estudiantes jugaba más cómodo que en el palacio de los deportes de la comunidad de Madrid, alentado por un público que no dejó de animar hasta el final. La parroquia local ni siquiera aplaudió cuando el ex - morado Van Lacke fue sustituido, y se limitó a observar atónita el lamentable espectáculo que su equipo ofrecía. Ni siquiera abucheó al equipo o al cuerpo técnico cuando la bocina señaló el final del partido con un abrumador marcador de 59-89.


Casas pone su cargo a disposición del Club

Esta derrota condena prácticamente al CB Valladolid a acabar la liga en última posición, lo que puede suponer el descenso de categoría si finalmente algún equipo LEB reúne las condiciones necesarias para subir. Lo peor para los pucelanos no es la derrota en sí, sino la triste imagen ofrecida, muy lejos de plantar cara a su rival y superados por las circunstancias en todo momento. Además, por si fuera poco, su técnico, Ricard Casas, mostró un abatimiento total en la sala de prensa llegando incluso a poner su cargo a disposición del club. El Estudiantes, por su parte, apoyado por una afición que dio un ejemplo de animación y de comportamiento, da un paso muy importante para poder alcanzar al UCAM Murcia y salir del penúltimo puesto de la clasificación. Desde luego que con la entrega que hoy han mostrado tanto los jugadores como su afición, van en el buen camino.