Ricard Casas es un hombre que no suele dejar grandes titulares en sus ruedas de prensa. Hoy sin embargo fue una excepción. Como el CB Valladolid está descendido y no hay objetivos deportivos más allá de mantener la dignidad competitiva, apenas se habló del partido contra el Fuenlabrada, correspondiente a la penúltima jornada de la Liga Endesa, que se disputará el sábado a partir de las 20:30 en tierras madrileñas. El entrenador morado únicamente destacó el tono defensivo del rival –“el mejor que han tenido en todo el año”, según Casas– y que el conjunto de Luis Casimiro genera mucho juego ofensivo, gracias a sus bases, a Feldeine y a Panko, “que abre mucho el campo”.

La mayor parte de la comparecencia se centró en aspectos extradeportivos y referentes al incierto futuro del club. “Entre comillas”, fue la expresión exacta que utilizó Casas para valorar la situación en la que quedaba el equipo morado tras la presente temporada ACB. “Todo depende de los condicionantes internos de presupuesto y de los condicionantes de otros clubes”, señaló el técnico aludiendo a la posibilidad de que se materialicen o no ascensos desde la Liga LEB.

Dificultad extrema

El entrenador catalán se centró en el primer factor, el vinculado a la propia coyuntura del club. Y se expresó de forma rotunda y clara. “No es fácil que se pueda plantear otro proyecto con las vicisitudes que ha habido en este, no sólo para mí, también para los directivos y para todos. Otro año así no es viable, y el propio club lo sabe”, remarcó Casas.

El problema, una vez establecida esa premisa, es qué debe hacer la institución en el hipotético caso de que, al igual que el año pasado, no se hicieran efectivos los ascensos. ¿Configurar un equipo ACB? Ricard Casas insistió en que, de ser esa la decisión, no puede hacerse como en la presente campaña. “La dificultad ha sido extrema”, ponderó. “No se puede volver a llevar un peso como el que hemos llevado este año”, repitió.

El entrenador de los pucelanos opina que el respaldo financiero es fundamental para no volver a caer en el desastre competitivo de este año. “No es tanto una cuestión de estructura, sino de potencia económica para garantizar unos mínimos resultados deportivos”. Es decir, que Casas entiende, aun sin decirlo con esas palabras, que no es concebible que un conjunto ACB salga a competir sin un patrocinador que al menos ofrezca un mínimo soporte económico. O, lo que es lo mismo, que en el caso de que no aparezca un mecenas que permita aumentar el presupuesto, el CB Valladolid, en opinión de su técnico, no debería planificar un proyecto en la Liga Endesa.

(Video: CB Valladolid).

Los impagos agotan la paciencia de Casas

Y es que, como reconoció el actual coach morado, este año se puede considerar satisfactorio en el plano económico para el club porque se ha reducido deuda, pero ello ha sido en parte gracias a los impagos de determinadas nóminas. “La situación no es ni ha sido nada fácil durante todo el año, va a acabar con la paciencia de que teníamos los que estamos comprometidos con el trabajo y con las diligencias oportunas”, se sinceró Casas, refiriéndose a la inevitable vía del Fondo de Garantía Salarial, al que pueden acudir tanto él como el resto del cuerpo técnico y jugadores (nacionales) para cobrar las cantidades no satisfechas por el club.

Preguntado si esa situación podría condicionar una hipotética negociación sobre su continuidad al frente del banquillo morado, explicó que, más allá de los atrasos en el cobro de su salario, lo que realmente condiciona esa posibilidad son los propios límites en cuanto a la capacidad económica que tenga el club. Casas viene a decir que no está dispuesto a aguantar otra campaña como la actual, con dificultades continuas y, según sus propias palabras, “extremas”. Pese a ello, admite que el trato del club con él ha sido correcto. Cierto es que esto lo dice sin el entusiasmo de principio de temporada.

El horizonte queda bastante nublado, como casi siempre, para la limitada visión del Club Baloncesto Valladolid, que, pese a la contención de gasto y a los esfuerzos para contraer la deuda de sus actuales gestores, continúa sin un apoyo institucional y económico que dote de verdadera viabilidad al proyecto. Incluso un entrenador tan discreto en este plano, como lo ha sido Ricard Casas durante todo el año, lo expresa en voz alta. Cabría entender que el Ayuntamiento de la ciudad, verdadero propietario de la entidad morada, debería dar el paso al frente que la dramática situación le lleva reclamando desde hace dos años. Pero todo desprende la sensación de que no va a ser así. De modo que el lógico discurso de Casas podría caer en saco roto.