Sevilla no se rinde. Así rezaba el lema del conjunto sevillano a lo largo de la semana. Y no se rindió porque la afición respondió a la llamada del club acudiendo a San Pablo para llevar en volandas a su equipo hacia la victoria.

A falta de diez partidos, la sensación en la ciudad hispalense no era otra que afrontar cada choque como si de una final se tratase. Movistar Estudiantes fue víctima del empuje y pasión que mostraron los verdirrojos durante la mañana del domingo.

Inicio igualado

El partido empezó con las fuerzas muy emparejadas. Una canasta de los locales era inmediatamente respondida por otra de los madrileños, por lo que ningún conjunto imponía su dominio en el marcador. Al término del primer acto, 17-17 con mucho aún por decidir. Ben Woodside llevó la manija de los sevillanos con sus canastas y visión de juego, aunque no fueron suficientes para abrir brecha.

En el segundo periodo las cosas no parecían cambiar demasiado, con intercambio de golpes en el electrónico que no suponían una ventaja clara para ninguno de ambos conjuntos, hasta que apareció un hombre al que se le echaba de menos.

Derrick Byars armó el brazo

El norteamericano empezó a enchufarse a base de penetraciones y triples, sumando diez puntos en un visto y no visto. El alero, tras una serie de partidos un tanto decepcionantes, volvió a lucir en el apartado anotador. Llevó el peso anotador del segundo cuarto, por lo que Baloncesto Sevilla disfrutó de nueve puntos de ventaja al descanso (43-34).

Byars durante el partido (vía B.Pérez | ACB)

La diferencia se estiró

Tras la reanudación, Movistar Estudiantes no reaccionó como se esperaba, llegando a perder el control en sus posesiones, totalmente absorvidas por la defensa "cajista". La diferencia llegó a alcanzar los 15 puntos de ventaja a falta de dos minutos para el final del tercer cuarto, si bien el periodo acabó con un +12 para los locales (54-42). Gran parte de culpa de esta circunstacia fue de Ondrej Balvin. El pívot checo sumó rebotes y puntos, adueñándose de la pintura en todo momento, intimidando en defensa y productor en ataque.

Sí, se pudo

A falta de diez minutos, Baloncesto Sevilla dependía de sí mismo para que nada raro sucediera y la victoria permaneciese en Kansas City. En el último acto, Pierre Oriola, con su casta habitual, sostuvo al equipo con varias canastas que prácticamente pusieron la puntilla a los colegiales. Una tímida reacción de los estudiantiles permitieron situar el electrónico por debajo de los diez puntos (65-56), gracias en parte a la pelea de Nacho Martín y Pietro Aradori.

Finalmente, la buena defensa y dirección de Ben Woodside permitió a los sevillanos sumar la séptima victoria de la temporada y espantar la mala racha de tres derrotas consecutivas. Gran parte de culpa la tuvo la afición, que alentó y llevó en volandas a los pupilos de Luis Casimiro para conseguir una victoria balsámica. Los jugadores se impregnaron de voluntad y de sacrificio para seguir aspirando a la salvación, objetivo que no será nada fácil debido a la máxima igualdad que se vive en estos momentos en la zona baja de la Liga Endesa.

En estos momentos, Baloncesto Sevilla se encuentra fuera de los puestos de descenso, aunque con cuatro equipos en un margen escaso y el propio Estudiantes a dos victorias de diferencia. En la próxima jornada, al equipo le tocará jugar contra el Barcelona, uno de los mejores equipos de Europa, con la intención de seguir creyendo en la permanencia, porque si se trabaja y se cree, se puede.